BILBAO - El empresario eibarrés y expresidente de Adegi Eduardo Zubiaurre es el nuevo presidente de la organización empresarial vasca Confebask. De 57 años, es el director de una pyme familiar vasca, JAZ Zubiaurre, una compañía de unos 70 trabajadores líder en cepillería metálica en el Estado. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad de Deusto analiza la coyuntura en un momento que parece el fin de un ciclo económico y en el que las incertidumbres políticas y mercantiles ralentizan el crecimiento económico.

Los empresarios afirman que falta personal cualificado en el País Vasco y en algún estudio universitario se cuestiona dicha carencia y se viene a decir que si no se encuentra personal es porque no se ofrecen buenas condiciones.

-Con datos en la mano es una realidad que falta determinado personal cualificado. Los cambios en la economía y en la industria hacen que las empresas demanden ahora un determinado perfil de profesional con conocimientos mecánicos, informáticos o digitales que no abunda. Es una realidad que necesitamos más trabajadores con formación técnica, con estudios de matemáticas, química, física... Y los jóvenes vascos tienen que animarse a formarse en estas disciplinas técnicas porque van a encontrar empleo. Por ello nos sorprendieron algunos matices de un informe de Orkestra que, sin aportar datos, cuestiona que exista un déficit de profesionales y quiera ligarlo a unas condiciones laborales.

Usted como empleador, ¿qué le diría a un chico o una chica que quieren encontrar un empleo?

-Que en el País Vasco a día de hoy no hay gente joven formada que no esté trabajando. Las personas cualificadas encuentran trabajo porque tenemos un déficit de talento y la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población no ayuda a cubrir todas las vacantes laborales, especialmente en la formación técnica. Las personas que estudian FP o que se forman en carreras técnicas encuentra empleo. Y no hay que olvidar que los salarios en el sector industrial vasco son los más altos del Estado. Al igual que es una realidad que en el País Vasco estamos ahora, una vez superada la crisis, en máximos porcentajes de contratación indefinida sobre el total.

Pese al descenso de la tasa de paro al 9,2% sigue existiendo mucho desempleado en Lanbide.

-Sí, pero desafortunadamente el 60% de los parados no tiene ninguna cualificación. Por eso es importante alinear la formación con las demandas de la sociedad.

En vísperas de unas nuevas elecciones generales en el Estado, con la crisis en Catalunya y con temas como el ‘brexit’ sin resolverse, parece claro que la política incide en la vida empresarial.

-Los empresarios solo queremos que exista una estabilidad política que ayude a configurar un contexto favorable a la inversión, a la creación de empleo y a la generación de riqueza. La política debe propiciar confianza y reducir incertidumbres. La estabilidad y la seguridad jurídica ayudan a las empresas a tomar decisiones y a centrarse solo en su actividad que no es sencilla en un mundo que cambia tan rápido como el actual.

¿Qué le diría a un joven vasco para que apueste por el emprendimiento, por convertirse en empresario?

-Ser empresario es un tema, en gran parte, vocacional. Responde a la necesidad de afrontar nuevos retos, de ser responsable de un proyecto vital que crea valor, que te permite contribuir a la sociedad en la que vives generando empleo, y por lo tanto, riqueza. Ello implica ser responsable y asumir riesgos, esto último es fundamental.

¿Se precisa más reconocimiento social para el empresariado?

-Creo que hay fomentar el espíritu emprendedor en la sociedad vasca. Sin empresarios, no hay empresas y sin empresas no hay empleo, ni generación de riqueza, ni contribución fiscal para sostener la sociedad de bienestar que nos hemos dado.

Sostener el estado de bienestar implica pagar impuestos pero la fiscalidad es, o debe ser también, un elemento de competitividad. Estos días se ha cuestionado alguna figura fiscal como el Impuesto de Patrimonio. ¿Cómo lo ve?

-Los empresarios tenemos claro que una de las funciones básicas de la fiscalidad es la de ayudar a mantener una sociedad cohesionada, un estado del bienestar pensando en el bien común. Pero dicho esto hay que analizar el papel de la fiscalidad, de los incentivos fiscales, para ayudar a crear un entorno más competitivo que permita a las empresas trabajar y crear riqueza. Uno genera un patrimonio con las rentas que ahorra tras haber pagado los impuestos correspondientes en cada momento. Si ya se ha tributado cuando se generan las rentas, no se entiende muy bien que si ahorras, en vez de gastarlo, tengas que volver a pagar impuestos otra vez y, además, todos los años. De hecho el Impuesto de Patrimonio apenas tiene comparación en los países de Europa, salvo tal vez Francia. Además se dan situaciones que lindan con lo confiscatorio hasta el punto de que algunos tiene que vender activos para poder afrontar su pago. La verdad es que no favorece la actividad empresarial y, adicionalmente, hay riesgo de que contribuyentes importantes se trasladen a territorios vecinos donde ese impuesto no existe. Y eso no es positivo para la inversión y la generación de empleo.

Uno de los temas más controvertidos durante la crisis fue la aprobación de la reforma laboral. ¿Qué balance hacen ustedes?

-Todo el mundo se pregunta por qué cuando llega una crisis se destruye mucho más empleo en España que, por ejemplo, en Alemania. Y la mayoría está de acuerdo en que se debe a la excesiva rigidez laboral que soportaban las empresas. La gran virtud de la reforma laboral es que ha dado a las empresas unas herramientas de flexibilidad que antes no tenían. Y esto es positivo. El mundo económico es como es y ahora, además, los cambios son mucho más rápidos y las empresas se tienen que adaptar a esa realidad. Antes de la reforma una empresa no podía descolgarse de un convenio por mal que fuesen las cosas, el mantenimiento de la ultraactividad hacía que perviviesen normas, que pudieron tener sentido en otra época, pero que hoy en día son anticompetitivas. La reforma laboral ha ayudado a dar más flexibilidad. Establece un entorno de seguridad para tomar decisiones en las empresas de forma que si las cosas van mal puedan tener herramientas de ajuste para adaptarse y esperar tiempos mejores. Si es necesario se pueden negociar ajustes de jornadas o salarios que eviten poner en riesgo la viabilidad misma de una empresa en una situación coyuntural adversa. Menos cortapisas permitirían contratar con menos rigideces y paliar una eventualidad laboral que en ciertos segmentos es excesiva y mayor que en Europa.

Pese a la existencia de bolsas de eventualidad, Confebask señala que la contratación indefinida es la norma.

-Los datos de Confebask señalan que en el sector privado del País Vasco, 8 de cada 10 empleos son con contratos fijos indefinidos y a tiempo completo. Estos porcentajes indican, además, que estamos con mayor porcentaje de empleo fijo que antes de la crisis. Esa es la realidad.

Financiar las pensiones va a suponer un esfuerzo adicional para la sociedad. En Gipuzkoa tienen desde hace años una EPSV de empleo. ¿Ven positivo extender esta figura?

-Sí. Sin duda. El sistema de pensiones públicas tiene el mismo problema en toda Europa. El gasto se está disparando por el creciente envejecimiento de la población y hay que fomentar el ahorro porque no es sencillo mantener las prestaciones actuales. Por ello el poder ahorrar para complementar la pensión en el futuro a través de una EPSV de empleo va en la buena línea. En Geroa, la EPSV de empleo de Gipuzkoa, un trabajador que haya cotizado los 35-40 años de su carrera profesional se encuentra al jubilarse con un complemento de pensión del 20%. Eso sí para impulsar esta figura hace falta, además de incentivos fiscales, consenso y diálogo porque esto se plantea en el seno de la negociación colectiva en Euskadi entre representantes empresariales y sindicales porque tiene un coste para ambas partes.

Pues a la vista de la situación del Metal de Bizkaia, la negociación colectiva en Euskadi, con ELA reticente a sentarse en los foros, no parece fácil.

-ELA alega falta de contenidos para no acudir a muchas mesas de diálogo pero nosotros como agente social consideramos que es nuestra responsabilidad estar en todos los foros, defender nuestras propuestas y escuchar las de los demás. En toda negociación hay que intentar ponerte en el lugar del otro. Y ELA no acudiendo a los foros poco va a hacer.