Vitoria - Cada trabajador vasco cuesta a su empresa alrededor de 3.000 euros al mes. Es una cifra que baila según el trimestre por las pagas extra y que, en general, apunta hacia arriba desde 2017. En el inicio de este año el coste laboral sigue acelerando, aunque el avance está muy condicionado por las medidas aprobadas por Pedro Sánchez para mejorar la recaudación de la Seguridad Social. Mientras el salario crece de forma lineal, las cotizaciones sociales se disparan en comparación con los años anteriores y absorben cerca de la mitad de la subida global del coste de cada trabajador.
El coste laboral total (2.955 euros) aumenta en 50 euros en el último año, de los que 30 euros se corresponden con un avance del sueldo medio y los otros 20 con el tirón de las cotizaciones, según datos del INE. Las cuotas a la Seguridad Social concentran así el 40% de la subida total, una relación muy descompensada si se tiene en cuenta que las cotizaciones representan menos de la cuarta parte del coste global de un trabajador.
Son los dos grandes conceptos del coste laboral, el salario y las cotizaciones. El primero suma en el primer trimestre 2.161 euros -incluyendo atrasos y otros pagos extraordinarios-, con un incremento en un año del 1,5%. Los salarios tardaron un tiempo en despegar una vez iniciada la recuperación económica y encadenan dos años de incrementos, aunque a pasos todavía muy cortos. En cuanto a la parte correspondiente a la Seguridad Social el salto interanual es mucho más largo, de casi el 3%, doblando por tanto el avance de los sueldos. Los 735 euros que pagan las empresas vascas por este concepto suponen la cifra más alta de la serie histórica y son casi 100 euros más que en el inicio del año 2008.
La evolución tiene su lógica después de la batería de reformas activadas por el Gobierno de Pedro Sánchez con la vista puesta en reactivar los ingresos de la Seguridad Social para hacer frente a los crecientes gastos por jubilaciones. El Ejecutivo socialista aprobó subidas de las bases mínimas y máximas de cotización, en el primer caso un 22% en paralelo al alza del sueldo mínimo y en las máximas un 7%, así como un aumento de las cuotas, entre otros, de autónomos, empleadas de hogar y de los contratos temporales más cortos.
Todo ello ha hecho repuntar los ingresos del sistema este año incluso por encima de las previsiones oficiales. Eso no significa que sea suficiente para resolver el problema de financiación de la Seguridad Social -el Tribunal de Cuentas habla directamente de quiebra en un informe reciente-, pero es un paso. Sin embargo, el movimiento ha tenido un efecto directo en los costes laborales como se refleja en la encuesta del primer trimestre del INE.
El ascenso en las cuotas de la Seguridad Social es una constante en todos los territorios del Estado. De media, las empresas españolas pagan en cuotas sociales por cada trabajador 615 euros al mes, también una cifra inédita en la última década. En cuanto a los sueldos, el avance es muy similar al de Euskadi, si bien la media vasca sigue casi 300 euros por encima. El impacto de la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a 900 euros en las cuentas empresariales ha tenido más que ver con el efecto arrastre sobre las cotizaciones que con un aumento real de los ingresos de los trabajadores.
La mejoría de los sueldos se topa en Euskadi, eso sí, con un fuerte retroceso en el sector de la construcción. En un año la media entre los trabajadores de esta actividad cae más de 50 euros, aunque curiosamente las cotizaciones sociales aumentan precisamente por el efecto de las reformas de Sánchez. La pérdida en la construcción queda compensada con los avances en servicios e industria. En estos momentos las empresas industriales superan los 2.500 euros de salario medio, mientras el resto se mueve en la frontera de los 2.000. Hay que tener en cuenta que las cifras que da el INE son cálculos medios muy condicionados al alza por los sueldos más altos, que son menos en número pero están muy alejados de esos valores. Es decir, el sueldo medio no se corresponde con el sueldo más frecuente, que se estima muy inferior.