donostia - Formación para adaptarse al mundo globalizado, atrevimiento para innovar y mecanismos de defensa para que las personas no queden fuera del sistema. Estos son los ingredientes básicos que componen la receta para afrontar el futuro con el mayor de los éxitos posibles. Así coincidieron al menos el periodista Iñaki Gabilondo, el consejero delegado de Repsol Josu Jon Imaz, y la directora ejecutiva de ITC (Agencia de Desarrollo de la Organización Mundial del Comercio y las Naciones Unidas), Arantxa González. Los tres participaron ayer en Donostia en el 30 encuentro Elkargi, donde llevaron a cabo el diálogo Hablemos de Futuro: conversaciones sobre el mundo en 2050. La conversación, que tuvo lugar en el auditorio del Kursaal, partió de una realidad compartida por los tres ponentes: el mundo avanza a una velocidad difícilmente controlable por el ser humano y es preciso anticiparse en la medida de lo posible a lo que va a pasar para encarar el futuro con éxito.
Así, fue González la primera en desgranar que en este momento de “estupor” presente en el que estamos inmersos se están produciendo tres revoluciones simultáneas. La primera, la tecnológica, que ha cambiado la forma que tenemos de relacionarnos, de trabajar e incluso de consumir. La segunda, la ecológica, y es que comenzamos a ser conscientes ya de “los límites del planeta”. Y finalmente, la social, con una gran movilización de “ciudadanos empoderados pidiendo derechos”. Tres procesos que influyen de lleno en la vida diaria de las personas pero también en la actividad económica y el tejido industrial de los países. Por ello, defendió, las empresas requieren cada vez de “menos intermediarios” y “más valor añadido”. “Necesitamos estructuras planas, en red, en las que se prime la diversidad, porque esa variedad es la que va a dar competitividad y riqueza a las empresas”.
Porque en un mundo cada vez más conectado y con menos barreras, destacar es cada vez más complejo. “El mundo está más abierto que nunca y el cambio tecnológico y la innovación van mucho más rápido. Si nos preparamos bien, pueden ser ventajas competitivas en entornos industriales”, señaló Imaz, que defendió que “poner puertas al campo puede que no sea bueno”, y por contra, la digitalización y las nuevas economías van a ser “muy competitivas”. “Tenemos que estar preparados, formar a los jóvenes para que puedan vivir y competir en este mundo”, agregó. En esta línea, Gabilondo reflexionó que es necesario “meter en la base de datos de la sociedad la idea del cambio de ciudad, de empresas e incluso de actividad” económica, algo a lo que hasta hace bien poco se ha tenido mucho “miedo”.
A juicio del consejero delegado de Repsol, “necesitamos economías modernas, porque la mayor fuente de desigualdad es el desempleo. Tenemos que ser una sociedad preparada y activar los mecanismos necesarios para que la gente que se queda fuera pueda tener otra oportunidad”, a lo que González respondió: “Es un error pensar que la globalización no se puede gobernar. Debe regularse y hay que dar respuesta a los problemas desde el multilateralismo, es decir, buscar soluciones entre todos y para todos”.
De esta forma, y partiendo de la premisa de que la economía debe incluir parámetros humanistas en su seno, amos ponentes defendieron la necesidad de revisar los modelos de negocio actuales. “Las empresas ya no son solamente de sus accionistas, también son de sus trabajadores, de la comunidad...”, indicó Imaz. “Las empresas deben cambiar la forma en la que valoran su cuenta de resultados, e incluir parámetros ecológicos y sociales; ya no vale solo el beneficio económico”, aseguró a este respecto a directora ejecutiva de ITC.
En este sentido, Gabilondo consideró que “todos los cambios que se avecinan nos van a obligar a releer nuestra arquitectura jurídica, ética y moral”.
Pero además, un entorno político favorable es fundamental para que las empresas puedan desarrollar su actividad. Por ello, los tres ponentes abogaron por huir del “cortoplacismo” que abunda en las sociedades occidentales y en vigilar las libertades que ofrece la democracia, porque, tal y como subrayó Imaz: “Para que una economía lidere el mundo tiene que haber seguridad jurídica, pero también libertad”. “Democracia no es solo votar cada cierto tiempo; es ahondar en crear una cultura que favorezca espacios para la escucha”, concluyó González.