Osteophoenix está revolucionando el mundo de la ingeniería de tejidos. El proyecto se asienta en la capacidad que tiene el cuerpo humano para regenerarse al igual que la cola de un lagarto. Una habilidad que, según explica su fundador, el médico colombiano Mauricio Lizarazo, se ha ido perdiendo para favorecer la cicatrización y evitar infecciones.
Partiendo de esa premisa, la empresa vizcaina crea a través de impresoras 3D dispositivos y compuestos adaptados a las partes del cuerpo dañadas para facilitar su recuperación. La principal línea de negocio de Osteophoenix por ahora es la fabricación de moldes para agilizar operaciones quirúrgicas, aunque los resultados obtenidos en sus investigaciones apuntan a que será capaz de llegar mucho más lejos. Su proyecto más ambicioso se llama Prometheus. “Crear órganos a medida”, explica con una sonrisa Lizarazo. A día de hoy suena a ciencia a ficción.
El presente, en cambio, es muy real. Los dispositivos de Osteophoenix, colocados en la parte dañada por un cáncer o por quemaduras, permiten al cirujano retirar la zona dañada fácilmente y realizar operaciones que durarían 20 horas en menos de 5. Eso supone una recuperación más rápida y con menos riesgos. Por tanto más comodidad para el paciente y menores costes hospitalarios.
Los moldes permiten planificar la cirugía. “Es como operar a tiro hecho”, dice David Rodríguez, director de proyectos, que muestra la maqueta de una mandíbula para ilustrar una operación para reemplazar un trozo dañado. “Hasta ahora los cirujanos han trabajado como carpinteros. Quitan una parte del peroné, hacen su cálculo y lo acomodan en el hueco de la mandíbula que ha quedado libre”, explica.
“El paciente queda funcional, pero deforme. No solo buscamos la funcionalidad del paciente, hay que darle calidad de vida”, refuerza Lizarazo. A partir de la parte de mandíbula sana, se crea por ordenador una plantilla de titanio que encaja perfectamente en la zona que el cirujano debe intervenir.
Tras varios años de experimentación, el sistema se ha empezado a usar en varios hospitales vascos, aunque la incorporación a los quirófanos como herramienta habitual es lenta. “El médico y el tecnológico son dos mundos muy diferentes. Tienen esa capacidad de sinergia pero hay que vehiculizarla”, dice Rodríguez.
La empresa de Erandio tiene clientes en Italia, Francia y Portugal y tramita los permisos para entrar en EEUU. Con una plantilla de once personas entre los que hay ingenieros, biotecnólogos, médicos, odontólogos y diseñadores gráficos, este año estiman una facturación de un millón de euros y equilibrar el balance entre ingresos y gastos.
regeneración de un dedo Hay retos por delante. Lo primero, cambiar las plantillas de titanio por materiales que el cuerpo pueda absorber. Una especie de andamio natural sobre el que el hueso vuelva a crecer. Con esa lógica y de forma experimental, los laboratorios de Osteophoenix lograron regenerar el dedo de un voluntario que había sufrido una amputación por accidente. “Se trata de crear las condiciones para activar la parte de nuestro cuerpo pensada para regenerar”, indica Lizarazo.
La clave es estabilizar el coágulo aislándolo de las bacterias para que sirva de andamio y, aplicando factor de crecimiento -la comunicación entre las células- el tejido se pueda regenerar. “Ese experimento demostró que se pueden crear las condiciones para que el organismo regenere un órgano”, señala el colombiano. El paciente en cuestión había recuperado el 70% de la parte del dedo perdida después del primer mes de tratamiento, aunque el proceso se completa al cabo de dos años. - A.Legasa