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Desigualdad y economía feminista

La escritora y economista argentina mercedes d’alessandro aborda la desigualdad en el trabajo en su libro ‘Economía feminista’

Las dificultades que tienen las mujeres para llegar al poder y a cargos de dirección y la separación de empleos tradicionalmente femeninos y masculinos son algunas de las cuestiones que analiza el libro, además de la cuestión del trabajo doméstico no remunerado, que recae mayoritariamente en las mujeres. D’Alessandro atribuye una parte de la desigualdad en las situaciones laborales de hombres y mujeres al capitalismo: “Las cosas están relacionadas. Hay una economista, Heather Boushey, que dice que el capitalismo ha tenido un socio oculto: las mujeres que han sido amas de casa”. “¿Por qué? Porque el trabajo doméstico no está remunerado. Todas estas tareas las realizan las mujeres de manera gratuita. Ellas son las que hacen funcionar el sistema de manera gratuita”, explica.

En España, según datos de la Encuesta de Empleo del Tiempo (2009-2010) del INE, el 69% de las tareas domésticas recaen todavía en las mujeres, un porcentaje que en Argentina asciende al 76%, según la OCDE. “Necesitamos redistribuir esas tareas entre hombres y mujeres, que es un cambio cultural importante y también un cambio económico”, afirma D’Alessandro.

La economista distingue entre dos tipos de brecha en los salarios: la explicada (por estar mejor cualificado o por cualquier otro criterio justificable) y la no explicada, aquella que se convierte en discriminación. A pesar de ser considerado el país más igualitario del mundo en términos de equidad entre hombres y mujeres en el mundo laboral, Islandia tiene una brecha salarial del 28%, aunque se sitúa por delante de países como Estados Unidos (36 %). En el caso de España, la diferencia salarial se sitúa en el 17% y en la mayoría de los casos la disparidad en las remuneraciones entre hombres y mujeres que ocupan un mismo puesto de trabajo no está justificada.

Por otra parte, D’Alessandro explica que el concepto “economía feminista” pasa por entender que “los roles de género con los cuales resolvemos nuestras relaciones sociales tienen un impacto económico diferente para mujeres y hombres”, y que España necesita “un poco más de fuerza” para producir cambios. - Efe