BILBAO - Comparte la dirección del Cluster vasco de la Energía con la coordinación del grupo de pilotaje de la estrategia energética de Euskadi, EnergiBasque. Cabe decir que está pegado al presente y al futuro del sector y con esa perspectiva tiene una visión clave de la actividad de una de las grandes columnas de la economía vasca.

Todos los sectores se mueven ya al ritmo de la recuperación. ¿Cuál es el balance del año pasado para la industria vasca de la energía?

-No tenemos cifras todavía, las tendremos en unos meses. No solo hay que valorar el cierre de año, también debemos fijarnos en temas cualitativos, como el avance de las iniciativas de innovación. Se puede decir que ha sido positivo para todos quitando el segmento del oil&gas, que sigue siendo la excepción, porque el sector del petróleo tiene las inversiones paradas, y las empresas de equipamientos de oil&gas siguen sufriendo.

¿Se ha consolidado la recuperación o se ha ido todavía más allá?

-Esas cosas dan mucho miedo, porque al día siguiente el escenario cambia. Pero bueno, las empresas han tenido unos rendimientos razonables los dos últimos años. Eso sí, con una competencia feroz, porque en el último lustro no ha existido mercado doméstico en el sector energético. Las inversiones en infraestructuras energéticas y en instalaciones de todo tipo, pero fundamentalmente eólicas, han sido técnicamente cero en España. La caída ha sido brutal y lo que factura nuestro sector es gracias a mercados internacionales.

Una competencia feroz en la que las compañías vascas han crecido.

-Yo diría que los dos últimos años han sido razonablemente buenos en el crecimiento fuera de España y nuestras empresas han estado presentes en ese crecimiento de mercado. Han competido y han tenido resultados positivos. Hay una recuperación respecto a los años más duros, en los que coincide la caída del mercado estatal con dudas en el ámbito internacional. Nadie se escapó de la crisis. Pero los acuerdos de París sobre cambio climático marcaron un punto de inflexión porque muchos países decidieron tirar hacia delante con políticas de apoyo a las renovables y eso ha traído unos años de crecimiento.

En cualquier caso, pese a las dificultades, el sector energético vasco no ha dejado de innovar.

-Sí. Hay dos claves competitivas de las empresas vascas. La primera que han sido muy activas internacionalmente, pero no a raíz de la crisis, les ha salvado que ya antes tenían una presencia internacional relevante que han tenido que reforzar y hacer mucho más agresiva. Y segundo, la capacidad de innovar, de adaptarse a las especificaciones particulares de mercados diferentes. De responder con agilidad y capacidad de innovación al tamaño, que es un inconveniente en muchos casos. Pero la ventaja de estas empresas es una mayor capacidad de respuesta, de aliarse en mercados en donde compiten. La receta fácil de renuncio a desarrollar nuevos productos no ha ocurrido, mantuvieron sus equipos de I+D y de tecnología. Eso da el punto diferencial para poder estar presentes en muchos mercados. Gracias a ello se ha pasado lo peor y estamos en un momento positivo, pero no echamos las campanas al vuelo después de lo que hemos vivido.

¿Y qué papel juega Energibasque?

-Uno muy importante a partir de que el Gobierno Vasco identifica dentro del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación 2020, dentro de sus áreas prioritarias de ese ejercicio RIS3 que se realiza en Euskadi, que energía es una de las prioridades. Por la solidez de las empresas, por la capacidad tecnológica, el Gobierno identifica que es un mercado de expansión, un mercado potencial del que se espera un gran desarrollo precisamente en esos ámbitos energéticos en los que nosotros tenemos empresas y capacidades. Eso conlleva decir, vamos a definir una estrategia y vamos a impulsarla. Se trata de apoyar a esas empresas impulsando una serie de iniciativas conjuntas que refuercen lo que cada empresa está haciendo con su propia estrategia. Hay un esfuerzo colectivo y se entendió que el grupo de pilotaje podría reforzar esa dinámica.