BILBAO - Los sindicatos han marcado en rojo 2018 y anuncian una ofensiva para provocar una fuerte subida de salarios el próximo año. Es habitual que los representantes de los trabajadores incluyan esa cuestión entre sus peticiones navideñas, lo que no ocurre con tanta asiduidad es que la patronal deje entrever que es posible que ese deseo se cumpla, aunque no sea seguramente con la intensidad que plantean las centrales.
Ese es el escenario que se está dibujando los últimos días en Euskadi. ELA presentó el miércoles pasado los congresos de sus federaciones y su líder, Adolfo Muñoz, aseguró que los secretarios generales de cada una de ellas tendrán un objetivo común: precisamente impulsar el crecimiento de los sueldos, que esté año volverán casi con toda seguridad a perder poder adquisitivo al subir menos que el IPC. Y presionar para las retribuciones aumenten de forma más ambiciosa que hasta ahora es también el objetivo declarado de LAB, Comisiones Obreras y UGT. Desde el ámbito institucional, el consejero vasco de Economía, Pedro Azpiazu, ha instado en varias ocasiones a la patronal a mover ficha en ese frente una vez consolidada la recuperación.
La pregunta es si hay posibilidades reales de dejar atrás definitivamente la etapa de la contención salarial y de entrar en un ciclo más favorable para el bolsillo de los trabajadores. Hay gestos y dinámicas que invitan a pensar que puede ser así.
Solo dos días antes de la intervención de Adolfo Muñoz, el presidente de la CEOE, Juan Rosell, abrió la puerta a situar la referencia de incremento salarial en la negociación colectiva por encima del 2%, una barrera que hasta hace poco parecía insalvable por la oposición frontal de los empresarios y que ahora se percibe como básica para evitar que el encarecemiento de los precios en una economía sana penalice a los asalariados. Confebask lleva años sin realizar la tradicional recomendación salarial a sus asociados. La patronal vasca defiende que debe ser cada empresa, en función de su situación, la que decida hasta dónde puede llegar en materia salarial. Añade que en las compañías en las que hay margen para subir sueldos ya se está avanzando en esa dirección.
Y a decir verdad las estadísticas reflejan ya un cambio de tendencia. Tras varios años con crecimientos salariales muy inferiores al 1%, la negociación colectiva se cerró en 2016 con un incremento del 1,01% en los convenios registrados en la CAV. La media ha subido significativamente este curso y hasta octubre la subida pactada es del 1,61%.
la presión del ipc El salto es importante, pero va en línea con la inflación, que en Euskadi se situó ese mes justo en el 1,6%. Con todo, las previsiones apuntan a que los precios crecerán este año en torno a un 2%, lo que implica que el conjunto de los asalariados vascos volverá a perder capacidad de compra si no se produce una poco probable aceleración en el ámbito salarial. De hecho, si se toman como referencia todos los convenios, no solo los que han sido negociados este ejercicio, la subida salarial en Euskadi es del 1,42%, todavía más lejos del nivel de los precios.
En ese contexto y con una expectativa de encarecimiento de la cesta de la compra también del 2% para el próximo año, romper el techo del 2% de subida salarial media es una meta sindical de obligado cumplimiento. De cara a 2017, la CEOE propuso a los sindicatos negociar incrementos dentro de la horquilla entre el 1,2% y el 2,5%. Aquel diálogo fracasó y la patronal admite que su nueva oferta tendrá que ser más elevada. Aunque esa referencia no se traslada exactamente a Euskadi, sirve de base y los sueldos vascos siempre suben ligeramente por encima de la media del Estado. En estos momentos, la subida pactada en los nuevos convenios ronda el 1,4% en España, dos décimas por debajo de los de Euskadi.
Los convenios vascos reflejaban subidas anuales superiores al 4% antes de la crisis. Se tocó suelo en 2015, con un testimonial 0,62%, pero desde entonces casi se ha triplicado la subida y 2018 se presenta como un año clave para el cambio de ciclo.