Bilbao - El economista de Barcelona Ángel Pes, vinculado al sector bancario -es subdirector general de Caixabank- ha participado en el foro de empleo juvenil de la Fundación Novia Salcedo en Bilbao, donde ha explicado las claves de la transición hacia la nueva economía digital y su impacto en el mercado laboral.

¿Qué es el Pacto Mundial o Global Compact?

-Es una iniciativa de la ONU que nace en 2000. Kofi Annan propuso a las empresas que cumplieran diez principios sobre cuatro cuestiones clave: derechos humanos, relaciones laborales, medio ambiente y anticorrupción. Ha cuajado y ya se han sumado 15.000 empresas en el mundo. El Pacto Mundial se ha convertido en un canal de comunicación directa entre los estados y el sector privado. De hecho, para la puesta en marcha de los objetivos de desarrollo sostenible la ONU ha contado con el Pacto Mundial para recoger la opinión del sector privado.

¿Cómo se consigue que las grandes multinacionales se impliquen ?

-La agenda de desarrollo sostenible es muy ambiciosa y requiere del esfuerzo de todos los agentes. En primer lugar de los 193 estados de la ONU que aprobaron esta agenda, pero también de la empresa. De hecho uno de los objetivos es tejer alianzas entre gobiernos, empresas y agentes sociales como método para conseguir el resto de metas. Esa es nuestra tarea.

Una de las grandes preocupaciones a nivel mundial es el empleo.

-Uno de los ejes de la agenda es crear empleo decente para todo el mundo, sí. Es una cuestión central para eliminar la pobreza o para conseguir la igualdad de género. El empleo va a cambiar muchísimo. La economía digital no tiene nada que ver con la empresa tradicional del siglo XX. Son empresas con una carga de trabajo menor en las que va a ser mucho más relevante la autoempleabilidad. El empleo fijo para toda la vida tiende a ser marginal. Empresas y sindicatos deben adaptarse a estos conceptos de manera que la transición del modelo industrial clásico al modelo digital no suponga una pérdida de bienestar o de derechos para las personas.

¿Cómo ve la recuperación del empleo en España? ¿Es sólida?

-El empleo está muy condicionado por el modelo económico y en España el turismo aporta el 10% del PIB y con sus efectos indirectos el 20%. Es lógico que la creación de empleo responda a esa realidad. Pero mantener un porcentaje un poco por encima del 20% de la producción de base industrial es fundamental para asegurar la consistencia del empleo. Todas las políticas dirigidas a mantener el carácter industrial de la economía son positivas. Euskadi es el ejemplo y una prueba clara de esto.

Sin embargo también en Euskadi hay empresas en apuros. ¿Tiene futuro la industria tradicional?

-El cambio a la economía digital es inevitable. Las nuevas tecnologías han venido para quedarse y las empresas tienen que adaptarse. Pero no hay recetas mágicas, nadie sabe exactamente cómo va a configurarse una sociedad basada en las nuevas tecnologías y tendremos que ir descubriéndolo sobre la marcha. Para que la transición sea positiva para toda la sociedad debe gestionarse de manera integrada por todos los agentes. Es muy importante la colaboración entre sector público, privado y sindicatos.

¿Cuál es el futuro de sectores con una competencia mundial basada en mano de obra barata como el naval? ¿Se pueden mantener?

-Si se pretende mantener la industria tradicional dejándola tal y como está se trata de una batalla perdida. Ahora bien, el know how y las necesidades que hay por ejemplo en transporte marítimo pueden permitir a las empresas adaptarse a las nuevas realidades, tanto a la competencia con costes más baratos como a la transformación digital. Las empresas navales pueden encontrar nichos de negocio que no dependan de las estructuras de coste que tienen hasta ahora.

¿Qué consecuencias sociales traerá la robotización de la industria?

-Repito, no hay receta mágica. La robotización va a suponer un progreso pero la transición va a ser difícil. El que sea positiva, equitativa y sin llevar a la marginalidad a ciertos grupos dependerá de cómo la gestionemos. Y el elemento fundamental es el diálogo con todas las partes interesadas, aunque nadie puede pretender que el objetivo sea no modificar las cosas.

El paro juvenil es el gran reto. ¿Cómo ve a la juventud?

-La tasa de paro es inaceptable, pero el futuro es para ellos. Es vital la formación, incorporando ahí elementos de comunicación y habilidades sociales, idiomas y audacia para innovar y hacer cosas nuevas.

¿Hace falta un tirón de orejas a las empresas por la baja calidad del nuevo empleo?

-En España creo que el salario mínimo debe aumentar en unos plazos no muy largos hasta al menos 1.000 euros. Hasta el BCE dice que hay que revisar al alza los salarios. La temporalidad es una cuestión específica de nuestro mercado laboral. Es muy adecuada la flexicurity que dicen en Europa. Hay que proteger la empleabilidad de las personas, no los puestos de trabajo concretos. No se puede evitar que las empresas se adapten e incorporen nuevas tecnologías que en muchos casos suponen perder ciertos puestos de trabajo. Negar el cambio nos condenaría al fracaso.

¿Qué tipo de formación o estudios hay que fomentar?

-Tienen que adaptarse a la demanda. Hay que animar a los jóvenes para que vean con mejores ojos las formaciones técnicas. El porcentaje de chicas que estudian ingenierías es muy bajo y hay que conseguir ahí también la igualdad de género. Es cierto que en esta nueva economía las habilidades sociales van a tener un peso relevante y estas se adquieren en carreras de un contenido humanista. No hay que discriminar, hay que potenciar todos los estudios.

¿Cómo ve lo que está pasando a nivel político en su tierra, Catalunya?

-Una situación de incertidumbre como esta no beneficia a la economía, pero como presidente del Pacto Mundial prefiero no entrar en el tema.