BILBAO - Las fuentes industriales cercanas al proceso en el que está inmerso Edesa Industrial ponen como ejemplo de la “falta de previsión” de la dirección de la compañía los traslados de la producción que se han realizado y los que se están planteando en estos momentos.
La propuesta de la empresa pasa por cerrar la planta de Arrasate y trasladar la fabricación de calentadores a Eskoriatza. Edesa Basauri seguiría abierta y sacando termos al mercado, de modo que la línea de confort sería el principal producto del grupo, que completaría su oferta con las ollas a presión de Eskoriatza y otros minielectrodomésticos de la marca Fagor que se fabrican fuera de Euskadi.
Se da la circunstancia de que la fábrica de Garagartza (Arrasate) que se cierra estaba en un principio diseñada para producir hornos y vitrocerámicas y cuando CNA tomó el control se abrió una línea de lavadoras. A principios del año pasado se trasladó la producción de calentadores de Geyser en Bergara a Garagartza y ahora se plantea volver a mover la línea en este caso hasta Eskoriatza. La operación tendrá un coste de cerca de un millón de euros, un dinero que podría haberse ahorrado “con una mejor planificación”, subrayan desde el sector.
Además, no se trata de un movimiento sencillo que se haga de la noche a la mañana. “Primero hay que parar la línea definitivamente, luego hay que moverla, ajustarla en el destino y ponerla en marcha. ¿Cuánto tiempo se puede tardar en hacer todo eso? ¿Un año? ¿Año y medio? ¿Puede permitirse CNA tener tanto tiempo parada la producción? ¿Y pueden esperar los inversores interesados en relanzar el proyecto ?”, añaden.
Cerrar Garagartza supone además renunciar al que estaba llamado a ser el gran pulmón del grupo, una fábrica con capacidad para fabricar cerca de un millón de hornos, vitrocerámicas y lavadoras al año, y que “no llega a unos cientos de miles”. - A.D.M.