bilbao - En medio de todos los problemas de La Naval, la finalización de los cuatro barcos que están en estos momentos en construcción es una de las piezas más complejas de encajar en el rompecabezas de la continuidad de la actividad. Los ingresos que generaría la entrega de esos barcos son un salvavidas durante el concurso por su atractivo para posibles inversores, pero sobre todo es la base sobre la que puede levantarse el nuevo proyecto que nacerá tras el proceso concursal.
Se están estudiando varias fórmulas para que cuadren el concurso, el expediente de regulación de empleo y las diferentes fases de construcción de los barcos y, entre ellas, se valora la posibilidad de terminar los buques en muelles del Puerto de Bilbao con personal de La Naval. El objetivo es desatascar el tapón que se ha generado por la falta de mano de obra y dar salida a todos los barcos.
A pesar del ruido generado las últimas semanas por el concurso de acreedores, la dirección del astillero continúa negociando aplazamientos para tres de esos barcos en línea con el que ya se ha alcanzado con Tideway para finalizar el que está más avanzado un buque cablero: el armador adelanta parte del dinero del contrato de modo que el astillero no se ve obligado a buscar financiación para terminar la construcción.
Fuentes sindicales explicaron ayer a Europa Press que ya se han producido “avances importantes” en la negociación con Van Oord, el armador de las dos dragas en fase de construcción, y que podría cerrarse un acuerdo la próxima semana a expensas de que los abogados perfilen la fórmula jurídica. Todo apunta a que el contrato podrá entregarse y para hacerlo será necesario afinar al milímetro los tiempos en los que estará cada barco en cada fase de producción, que tiene una ubicación concreta en el astillero, de cara a evitar que la cola frustre las operaciones.
Entre las opciones que se barajan está la de adelantar la salida del barco del astillero y realizar las últimas tareas en los muelles del Puerto de Bilbao. Esas actuaciones las llevarían a cabo empleados de La Naval -en principio no se valora trasladarlos barcos a otros astilleros- de modo que habría carga de trabajo para la plantilla.
El ERE que plantea la dirección es de seis meses, que es también el plazo previsto para la finalización del buque cablero de Tideway. Los tiempos cuadran porque la finalización de la regulación de empleo coincidiría con el momento en el que los trabajadores se centrarían en las dos dragas y la actividad aumentaría en el astillero.
La gran incógnita en ese frente es qué ocurrirá con el ferry encargado por Balearia, un contrato con opción a un segundo y que tiene visos de frustrarse. Al parecer, el armador puede anular el pedido en el caso de concurso de acredores y el encargo pende de un hilo.
Los sindicatos presentes en el comité recelan de las implicaciones de terminar los barcos en el astillero. Los trabajadores saben que es vital terminar los barcos y se implicarán en ello, pero tienen dudas. No pondrían pegas ni crearían “un problema jurídico” si hay que “sacar los barcos” pero solo darán el visto bueno a una construcción fuera del astillero si no comporte “ninguna responsabilidad jurídica hacia los sindicatos”. - DNA