bilbao - Adolfo Muñoz, Txiki, (Mañueta/Baños de Ebro, 1959) cita a Winston Churchill y uno de sus ingeniosos comentarios cuando un compañero del sindicato bromea con la minuciosidad con que prepara las entrevistas. “Cuando a Churchill le decían que improvisaba muy bien respondía: Me levanto temprano para preparar la improvisación”, evoca con sorna el secretario general de ELA ante un cuidado esquema de varios folios. Sus respuestas anticipan que su tercer y previsiblemente último mandato traerá pocos cambios en las tesis del sindicato.

Acusa al Gobierno Vasco de ser muy antisindical. ¿Qué ha pasado para que las relaciones con el PNV se hayan vuelto tan broncas?

-Nos gustaría tener relaciones normalizadas con el PNV y con el Gobierno. ELA hace informes rigurosos y vemos un Gobierno que aplica políticas de ajuste. En Nafarroa también, pero la presidenta de Navarra no nos ha negado nunca una reunión. Con este Gobierno Vasco no es posible una relación normalizada salvo que aceptemos que el sindicato no tiene derecho a hacer crítica. El propio Pedro Azpiazu -consejero vasco de Hacienda- decía hace unos días que el Gobierno ha hecho muchos recortes y no puede hacer más. Ya es hora de que alguien lo diga. Este Gobierno teoriza que en esta sociedad injusta no tiene que haber conflictos. Apoya a la patronal sin matices y cuando el sindicato habla de fiscalidad nos dice que creemos un partido. Es una concepción muy autoritaria e intolerante hacia el sindicalismo.

¿Se le han negado reuniones a ELA?

-El lehendakari por lo menos dos veces. El consejero de Hacienda recientemente. La consejera de Industria tampoco se quiere reunir con ELA. Nos hemos reunido con los diputados de Hacienda de Bizkaia y Gipuzkoa, pero no con el de Araba aunque no descartamos hacerlo pronto. A nosotros nos exigen que nos callemos mientras la patronal se pone las botas. Cebek ha pedido quitar el Impuesto de Patrimonio y bajar Sociedades y Unai Rementeria, diputado general, les ha dicho que comparte sus posiciones y que hagan trabajo de cocina con el PSE para aprobarlo en Juntas. Es un escándalo.

Sí ha habido contactos con el Departamento de Trabajo, que esta legislatura maneja el diálogo social.

-Ha habido una reunión de presentación sin mayor profundidad. Exigimos a la consejera San José que pusiera en marcha un plan contra el fraude en la contratación y otro contra la siniestralidad laboral. Tienen competencias para hacer cosas que no están haciendo.

¿Está rota entonces la relación con el Gobierno Vasco y con el PNV?

-No diría tanto. En el conflicto de residencias de Bizkaia ha habido una reunión con la dirección del PNV para buscar una solución. En la clase política hay un desapego de la realidad social. No ven la precariedad ni por televisión. Nos resultó muy duro que un líder del PNV dijera que se arrepentía de haber resuelto el conflicto del Museo Bellas Artes porque podía generar un efecto llamada.

¿Quién?

-No voy a personalizar. No quiero que esto sea una pelea. Las posiciones del PNV son las del PNV. Yo en ELA pongo voz a una reflexión colectiva igual que ocurre en el PNV. Está claro que hay margen para resolver los conflictos pero se alargan porque hay un interés en disciplinar y derrotar al movimiento sindical.

¿Se han convertido las residencias en una pelea personal entre ELA y el PNV?

-No. No es una pelea con el PNV. Hemos tenido peleas con PP, PSOE, o UPN. ELA se fija en los contenidos. En residencias si la Diputación desde el primer día de huelga hubiera descontado a las empresas lo que les pagaba por no prestar un servicio estaríamos en una situación distinta. La Diputación ha financiado la vulneración de un derecho fundamental. Las trabajadoras se veían afectadas por los descuentos y las empresas no. Personalmente, la lucha de las residencias me emociona. Ese conflicto en la sociedad está ganado. No está ganado en las empresas y en la insensibilidad de la política.

El propio Rementeria les ha acusado públicamente de querer alargar el conflicto por interés afiliativo y económico.

-Se equivoca. No manipulamos a las mujeres. La decisión de ir a la huelga la han tomado ellas y la de ponerle fin también. ELA no tiene una varita mágica para inventarse una huelga en el sector donde está el PNV. La cuestión es si las condiciones de trabajo en residencias son las que denuncia ELA. Y sí, son las que son. Las mujeres no son solo un cartel el 8 de marzo.

¿A dónde va el debate de la fiscalidad?

-Probablemente todo seguirá igual. Las haciendas de Bizkaia y Gipuzkoa no han puesto en cuestión los datos de ELA. Nos dicen que con los medios que tienen no pueden hacer más. Por tanto, hacen falta inspectores fiscales. Luego hay falsedades que se repiten como que las empresas se van si se suben impuestos. Eso no pasa en Alemania, Noruega o Bélgica. Los países con más presión fiscal tienen más gasto social y menos desempleo. El Impuesto de Sociedades afecta al beneficio del empresario, no a la competitividad. El propio Azpiazu ha dicho que pagan menos las empresas vascas que las españolas. Este sistema institucional no se da en ningún lugar de Europa. El que tiene que decidir sobre el 70% del gasto no decide los ingresos. Y las haciendas son reinos de taifas con conexiones empresariales. Basta controlar una diputación para vetar el debate fiscal. Los neoliberales vascos que defienden poner la fiscalidad al servicio de las empresas están de acuerdo con las reformas laborales, que supuestamente también fomentaban la competitividad.

¿Quiénes son los neoliberales vascos?

-Me refiero al Gobierno Vasco, sí. Aquí el neoliberalismo tiene label vasco. Un label que incorpora una intolerancia respecto al papel del sindicalismo que no se ve en otros lugares.

Suele decir que las empresas no pagan impuestos. ¿También ese dato lo corroboran las haciendas?

-Pagan entre poco y nada. Si miente ELA miente Azpiazu. Azpiazu no se ha convertido al socialismo, lo que pasa es que no le dan las cuentas.

¿Puede ser Azpiazu un compañero de viaje de ELA en este asunto?

-Nos gustaría discutir con él. Hace meses que se solicitó una reunión y no nos ha contestado. Lo último que hemos leído al consejero es que acepta que el debate corresponde a las diputaciones. Insistimos en que las haciendas están agujereadas por intereses empresariales. Ha sido así siempre. Yo intento demostrar que hay margen para hacer una política fiscal distinta.

¿Teme que todos estos choques con el PNV resten afiliación a ELA?

-La base de ELA está satisfecha porque sabe que el sindicato no obedece ni a lo que dice el PNV ni a lo que dice Bildu. El sindicato es autónomo y crece en afiliación. No pedimos al Gobierno que esté de acuerdo con ELA. Habrá cosas donde podamos acordar y otras donde no. Pero este Gobierno no ha hecho nada contra la precariedad. Tuvo una oportunidad con la ILP y nos la tumbó. Un representante del PNV nos dijo a vosotros no os vamos a dar eso porque no nos gusta que critiquéis al Gobierno.

¿Pero puede estar basculando la base hacia otras sensibilidades políticas?

-No lo sé. No preguntamos a los afiliados de qué partido son. Lo que creo es que hay políticos que actúan como si no hubiera pasado nada estos años. Y sí pasa. Hay miseria laboral y han aumentado las desigualdades. ELA ha decidido no despegarse de esa realidad y ahí es donde aparece la intolerancia porque ellos sí saben que priorizan los ajustes y el apoyo a la patronal.

En ocasiones se ha mostrado crítico con la izquierda, también con Podemos y EH Bildu.

-Nos gustaría que la izquierda concluyera que el acuerdo PNV-PP-PSOE es estructural. Ahora PNV y PP se emplazan para futuros acuerdos: la fiscalidad, la reforma de la RGI... La derecha es consciente de la debilidad de la izquierda y eso es un hándicap para los sindicatos. La izquierda teoriza Gramsci pero sin clase trabajadora. No decimos que haya que defender solo a los trabajadores, pero aquí hay organizaciones que no cobran la preocupación que deberían tener si se quiere hacer oposición al neoliberalismo. El acuerdo en Araba EH Bildu-PNV, por ejemplo, no tenía nada. En este capitalismo sin límite una parte de la estrategia es destruir identidades colectivas. En toda Europa vemos un poder político de derechas que quiere una guerra de pobres contra pobres. El germen de la xenofobia está creciendo.

¿Está a salvo Euskadi?

-A Maroto se le echó de Vitoria por xenófobo. Pero fíjate qué paradoja que la reforma de la RGI para rebajar las prestaciones se va a acabar acordando con el PP.

¿No hay nada positivo para Euskadi en el acuerdo para los Presupuestos españoles?

-El acuerdo es con un partido agujereado por la corrupción. PNV y PP se necesitan y comparten las políticas de ajuste. Las políticas de Rajoy nos empobrecen: cuasicongelacion de las pensiones, de las prestaciones de desempleo... Luego está el modelo de negociación. La bilateralidad solo sirve para aplicar ajustes. Los flujos financieros los maneja el Estado. Y luego decir que ha sido un proceso sin transparencia del que aun no conocemos los detalles.