ocho meses como becario en una multinacional de Publicidad “sin cobrar nada” excepto “cheques comida de siete euros”, y otros cuatro meses en una empresa similar en la que sí le pagaban un salario de 300 euros, pero donde las jornadas “se alargaban siempre”.
Este fue el bautizo laboral de Javier, un madrileño de 26 años graduado en Marketing, nivel muy alto de inglés, y que ha formado parte hasta hace muy poco de los miles de becarios españoles que se incorporan al mercado de trabajo “a 0 euros”.
Hoy se celebra el Día Nacional del Becario en medio de la polémica suscitada tras conocerse que muchos trabajan sin cobrar en las cocinas de grandes chefs a cambio de adquirir conocimientos, “un privilegio” para algunos como sostiene el cocinero Jordi Cruz.
Javier rememora que en su primer trabajo, además de no cobrar “madrugando y trabajando igual que todos”, una semana llegó a desempeñar las labores de sus dos superioras, directora y ejecutiva de Cuentas que estaban de vacaciones una y de baja la otra.
En el segundo, que acabó abandonando por sus precarias condiciones, ejercía más bien de director de proyecto, pues el solo tenía que ocuparse de una de las grandes cuentas publicitarias. Aguantó cuatro meses ante la promesa de que le iban a hacer un contrato que nunca llegó.
Experiencia más positiva posee Ángela, madrileña de 24 años que mientras cursa el último año de Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos realiza prácticas remuneradas en la Fundación del Consejo General de la Abogacía Española.
Se trata de las prácticas obligatorias para todos los grados impuestas por el Plan Bolonia y que suelen durar entre seis meses y un año.
Ángela, que también habla perfecto inglés, trabaja cinco horas, comenzó percibiendo 200 euros y meses después le renovaron doblándole el sueldo. “Estoy contenta porque me han dado mucho trabajo, ayudando a la persona que se encarga de los temas de presos españoles en el extranjero”, reconoce esta joven que confía en seguir encontrando becas remuneradas para consolidarse en el mundo laboral. A su juicio, la situación de los becarios “a 0 euros” es “una vergüenza”, más cuando lo defienden “personas que ganan millones de euros”.
De la opinión contraria es el presidente de la CEOE, Juan Rosell, quien dijo recientemente que trabajar un tiempo con los que más saben es “una gran oportunidad” de aprendizaje.
A su vez, la Comisión Europea (CE) defendió hace unos meses la existencia de prácticas no remuneradas en las instituciones comunitarias por ser una “tradición”.
Sin embargo, el informe La experiencia de los becarios en la Unión Europea, publicado por la CE, señala que el 58 % de los alumnos en prácticas en España no percibe ninguna remuneración, y 7 de cada 10 reconocen tener una carga laboral equivalente a la de los contratados.
reforzar los controles El presidente de la Federación de Asociaciones de Estudiantes Progresistas (Faest), Alejandro Delgado, cree que reforzar los controles en los centros formativos y las inspecciones de trabajo podrían evitar un “doble daño”: que “el becario trabaje gratis”, una “explotación” que se produce “en todos los sectores”, y que “esté quitando un puesto de trabajo con el paro que hay”.
Desde la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (Creup), Gorka Cruz también afirma que no se puede criticar solo la situación de los aprendices de chefs, pues “la mayoría de personas con becas y prácticas en universidades públicas trabajan sin cobrar”.
“Lo peor” es que muy pocas becas van a suponer una contratación después, sino que “echan al becario y cogen a otro igual”, lamenta.
El vicepresidente de Política Universitaria de la Creup, Juan Pablo Carrasco, destaca “la preocupación” de los universitarios ante su futuro inmediato.“Has hecho un desembolso para la carrera y cuando sales y tienes que empezar a vivir como adulto independiente no puedes porque tienes que pasar por un segundo periodo de formación sin cobrar”, asevera.
Para el presidente de la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (Canae), Carles López, becas y prácticas sin remunerar son “un abuso que no se puede permitir” y lleva a que los españoles nos emancipemos años después de la media de la OCDE.