BILBAO - “Un país sin industria es un país sin futuro”. La frase es una píldora concentrada del espíritu que presidió ayer la manifestación sindical más unitaria de los últimos años. A su conclusión, dos trabajadores que viven en estos momentos bajo la amenaza del cierre de su empresa pusieron voz a la incertidumbre que ha entrado en miles de hogares vascos los últimos meses. Tal vez porque los trabajadores vascos saben por experiencia que tras las crisis industriales hay un gran abismo, los cuatro grandes sindicatos vascos marcharon ayer juntos apoyando a los empleados de la siderurgia de la CAV.
Miles de trabajadores reclamaron por las calles de Bilbao soluciones a sus problemas caminando en muchos casos de la mano de sus hijos, que simbolizan precisamente el futuro que ahora está en juego. La cita también contó con un respaldo político unánime. Sin embargo, ni los líderes sindicales -que habían realizado la convocatoria- ni los políticos caminaron juntos. Cedieron protagonismo a las plantillas de las compañías en peligro y de los trabajadores de otras empresas en mejor situación pero que participaron en solidaridad con sus compañeros.
La única ausencia destacable fue la del líder de ELA, Adolfo Muñoz, que no acudió por enfermedad. Con sus matices, todos los sindicatos pidieron una apuesta industrial más firme por parte del Gobierno Vasco, reclamaron también una mayor implicación de otras administraciones y exigieron a Europa que apruebe ya medidas antidumping contra el acero chino.
En esa línea, el secretario general del Metal de ELA, Unai Martínez, pidió una política industrial “a largo plazo” que permita que los trabajadores vascos tengan “unas condiciones dignas de trabajo”. “Hay que tener una visión más allá de la propaganda a corto plazo”, dijo Martínez en un mensaje que se intuye dirigido al Gobierno Vasco y también a los otros sindicatos, con los que mantiene serias discrepancias en torno a la negociación colectiva.
Desde Comisiones Obreras, su máximo responsable en Euskadi, Unai Sordo, reclamó un compromiso interinstitucional en defensa de la industria, pero puso el foco sobre todo en Lakua: “Exigimos al Gobierno vasco que dentro de Euskadi lidere la reordenación del conjunto de ayudas y fondos que se dan a empresas, muchas veces no se sabe cómo, y se pongan a disposición de una auténtica política industrial participada por los agentes sociales”. El líder de UGT Euskadi, Raúl Arza, puso el foco en Europa y pidió a la Comisión que actúe ya y tome una decisión en torno a las supuestas prácticas de dumping de las acerías chinas. También reclamó a Arcelor Mittal que reconsidere el cierre de la planta de Zumarraga.
La secretaria general de LAB, Ainhoa Etxaide, fue la más beligerante con el Gobierno Vasco y acusó a la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia de ser “representante” de la patronal en Lakua. En esa línea pidió una política industria “real y eficaz” que favorezca la inversión el sector manufacturero. Arantxa Tapia salió al paso de las acusaciones de los sindicatos en su vista a las nuevas instalaciones de Pevasa en Bermeo. La consejera afirmó que el Gobierno Vasco tiene, “y ha tenido siempre”, una política industrial propia bajo el convencimiento de que la industria tiene que ser “la columna vertebral” del país, una política que fomenta la internacionalización, innovación y aporta herramientas financieras para ayudar a las empresas vascas.
Más allá del número de manifestantes, se superaron de largo los 5.000, la cita sirvió para sumar fuerza en torno a una causa común. Al término de la manifestación, dos trabajadores leyeron en euskera y en erderaz un comunicado. En él aseguraron que los cierres de empresas y los ERE que es están registrando en estos momentos “son los fruto de décadas de falta de política industrial”. También acusaron a los gobiernos de ser “absolutamente sumisos al poder económico” y, en el caso del Ejecutivo español, de “imponer” la reforma laboral que, a su juicio, facilita los despidos.
Del mismo modo criticaron que Euskadi “no se apueste por sectores estratégicos” y se haya acogido con “entusiasmo” cada venta de una compañía vasca a las multinacionales. “Los diferentes gobiernos han acompañado la deslocalización de los centros de decisión”, censuraron, señalando a su vez la “venta de participaciones industriales” por parte de Kutxabank como otro de los aspectos que han debilitado el sector. “Queremos apoyar las luchas que están protagonizando los y las trabajadoras de Euskal Herria. Quienes desde la dignidad, se enfrentan a multinacionales a las que solo les importa generar beneficios, representan lo mejor de esta sociedad”, concluyeron.