Mario Conde vuelve a la portada de los periódicos pero no precisamente por lo que hubiese querido. Ser detenido otra vez por un presunto delito de blanqueo de capitales al intentar repatriar dinero que tenía en cuentas en Suiza rompe el minucioso trabajo que el abogado gallego ha desarrollado en los últimos años, intentando rehabilitar su figura pública tras considerar que la intervención de Banesto, el banco que presidía a finales de 1993, fue una conspiración del establishment que, verdad es, nunca vio con buenos ojos a un advenedizo en la cúpula bancaria española.
La detención de Mario Conde Conde, expresidente de Banesto, por un presunto delito de blanqueo de capitales a través de una pyme de cosméticos deja en el aire el alto nivel intelectual de una persona que como estudiante fue todo un número 1. Nacido en la localidad pontevedresa de Tuy el 14 de septiembre de 1948, Mario Conde, tras pasar de los 8 a los 16 años en Alicante, se forjó como el líder que fue en Euskadi, en concreto en la Universidad de Deusto, cuna de buena parte de la élite que dirigió la banca española a finales del siglo pasado. En el centro de los Jesuitas de Bilbao por donde han pasado desde Emilio Botín a Alfredo Sáenz, pasando por José Ignacio Goirigolzarri, estudió Derecho. Allí reconoció que estudió “como un bárbaro”. En Deusto se licenció con la calificación de sobresaliente en 1971. De hecho el propio Conde cuenta, a modo anecdótico, que en Deusto tuvo un sobresaliente, el resto fueron matrículas de honor. Por si no hubiese quedado clara su brillantez académica, en 1973 aprobó, con el número 1 de su promoción, las oposiciones al Cuerpo de Abogados del Estado. En 1976, el brillante estudiantel cuya carrera había sido elegida por su padrel pidió la excedencia en la Administración para trabajar con Juan Abelló, un rico de verdad dueño de Laboratorios Abelló. Su entendimiento fue completo y Conde fue nombrado director general.
En 1981 Conde creó su propio despacho jurídico en el que, durante dos años, realizó una intensa labor profesional independiente, con su amigo Enrique Lasarte, luego compañero de desgracias en Banesto. Labor profesional que aprovecharon, según cuentan, más tarde los compañeros reclusos.
De Laboratorios Abelló, ambos socios pasaron a controlar Antibióticos a la que consiguieron vender por 58.000 millones de pesetas, la mayor operación privada en España hasta entonces. Con los recursos obtenidos -“gané mucho dinero” reconoce Conde en su biografía-, en 1987 adquirió, junto con su socio Juan Abelló, un fuerte paquete accionarial en Banesto.
En 1998 accedió a la presidencia de Banesto con el mérito de haber defendido al banco madrileño de una OPA hostil del Banco de Bilbao liderado por Sánchez Asiain. Cuando en España no se conocían los líderes empresariales carismáticos a lo made in USA, Conde fue lo más parecido. Apuesto, seguro, triunfador, consciente de la importancia de la comunicación o de controlar los medios, creó grandes expectativas pues era considerado el banquero más joven y de métodos más agresivos.
No duró mucho al frente de la entidad, a finales de 1993, el Banco de España intervenía el banco con un agujero de 600.000 millones de pesetas. En 2002, el Supremo le condenó a veinte años de cárcel por apropiación indebida y estafa. En 2008 logró la libertad provisional pero un año falleció el amor de su vida, su esposa Lourdes Arroyo. Tras pasar en dos periodos distintos por la cárcel, casarse una segunda vez y divorciarse hace poco, escribir libros y presentarse a las elecciones en Galicia sin éxito, Conde, el número 1, vuelve a la primera página.