MURCIA - Cándido Méndez atiende la llamada de DNA en un coche camino de Murcia, donde este fin de semana ha protagonizado su último acto público como líder de UGT. La conversación tiene tono de despedida, aunque discurre también por asuntos espinosos como la corrupción o el complicado panorama político.
Deja usted la dirección de UGT en un momento ‘caliente’ a nivel político. ¿Le da pena dejarlo ahora?
-Desde 1994 he vivido muchos momentos interesantes. Este momento tiene una singularidad que no han tenido otros, que es la apertura del mapa político parlamentario. Pero no tengo ningún sentimiento de pérdida. He podido asistir desde mi cargo al alumbramiento de una nueva etapa política. En el sindicato se cierra una etapa pero en España se ha abierto una nueva, eso es lo que me importa. Propuse adelantar un año el Congreso para que el sindicato asistiera al unísono a este cambio político y social que se venía venir. Creo que el momento es conveniente y oportuno. No me pierdo nada irreparable.
¿Es positiva la entrada en escena de nuevos partidos?
-Afortunadamente en España no ha ocurrido como en otros países de Europa, donde la crisis ha roto el mapa político por la irrupción de partidos de extrema derecha. Partidos populistas y xenófobos que en algunos casos como en Francia incluso apuntan a ser la primera fuerza. Aquí se ha roto el monopolio de dos grandes partidos con dos formaciones escrupulosamente democráticas.
Tras casi 80 días sin Gobierno, ¿cuál es su quiniela? ¿Habrá otras elecciones?
-Cualquier forma de Gobierno con el PP sería mantener una situación que ha sido rechazada por los ciudadanos con contundencia. Los partidos del cambio, aquellos a los que han votado quince millones de personas -PSOE, Podemos y Ciudadanos- han generado expectativas que no se resuelven con un beso [en referencia al beso en el Congreso entre Pablo Iglesias y Xabier Doménech], sino con políticas responsables y de cambio. Todo apunta a que otras elecciones lo que producirían es una bajada de la participación con un mapa político parecido. Para ese viaje no hacen falta alforjas. Creo que los partidos del cambio deben buscar un acuerdo.
¿Lo ve posible?
-Sí. Yo no espero que un pacto pueda albergar el 100% de las reivindicaciones de mi sindicato. Ese pacto tiene zonas oscuras, pero puede ser un puente para ampliar el nivel de apoyo. En política fiscal, laboral o en regeneración democrática se puede tender ese puente. En política económica también puede haber un acuerdo, que tiene que pasar por pedir a Europa que flexibilice los objetivos de déficit. Además, en este momento tan terrible que vive Europa con la situación de los refugiados, si en España se produjese un cambio, la suma con Italia, Francia, Grecia y Portugal podría propiciar cambiar esta posición defensiva y de poca catadura moral que hay en Europa respecto a ese asunto.
¿Defiende el mismo planteamiento para vencer a los dictados de la austeridad? ¿La unión hace la fuerza?
-Hay alternativas a la austeridad. Un cambio en España con esas alianzas que comentaba puede propiciar un cambio en Europa. Hay que exigir a Alemania, que tiene un 8% de superávit comercial, que gaste más. Y que en España suban los sueldos y aumenten las políticas de empleo para propiciar el crecimiento. Hay que acabar con esa concepción de Europa como un castillo inexpugnable.
¿Cuál es la primera medida que tiene que tomar el próximo presidente del Gobierno?
-Con extrema urgencia debería reconocer un derecho subjetivo de aplicación a todo el Estado: una prestación de ingresos mínimos para los más de dos millones de personas que están en situación de pobreza, dos tercios, mujeres. Si no se forma Gobierno, debería impulsarla el Parlamento.
UGT se ha visto envuelta en unos cuantos escándalos de corrupción, como el de las tarjetas black o el de los cursos de formación. ¿Han precipitado su salida de la dirección?
-El anticipar un año el Congreso se hizo porque 2016 iba a ser un año muy importante para el país. Hablábamos de un cambio integral, en el que tenía que ser protagonista UGT. Nosotros ya estamos efectuando un cambio interno para mejorar el trabajo por la base. En relación a los escándalos que menciona, ya hemos tomado medidas. No hay nadie en la UGT que esté imputado y que siga en el cargo. Es más, antes de que fueran imputados o dimitieron o fueron fulminantemente apartados como sucedió con Fernández Villa [dirigente asturiano que regularizó 1,4 millones con la amnistía fiscal del PP]. Hemos reforzado el control y vamos a crear una comisión de seguimiento del código ético con tres personas ajenas al sindicato. Tres personas independientes que podrán detectar cualquier comportamiento inapropiado. Somos la primera organización que hace esto.
Hay quien critica que, con la que está cayendo, los líderes de CCOO y UGT se hayan mantenido en segundo plano los últimos meses.
-Una organización sindical no reduce su actividad a lo que hace su secretario general. Lo que me importa es el respaldo que mantenemos a través de las elecciones sindicales. CCOO y UGT seguimos siendo las referencias mayoritarias para los trabajadores. Tenemos incidencia y eso se ha visto con este Gobierno. En su primera etapa pretendió ignorarnos pero luego llegó a la conclusión de que no podía prescindir de los sindicatos y abrió un proceso de diálogo. Este Gobierno, que ha pretendido atacarnos y perseguir derechos fundamentales como el de huelga, ha tenido que reconocer que nuestro papel es esencial.
Mencionaba las elecciones sindicales. En Euskadi están perdiendo terreno respecto a ELA y LAB.
-En Navarra, UGT sigue siendo la primera fuerza, pero es que en Navarra no he tenido que ir nunca a enarbolar una pancarta pidiendo libertad sindical, como sí me ha pasado en Gipuzkoa y no hace tanto tiempo. Pancarta que te remontaba a épocas que creíamos ya pasadas. Esa situación ya no existe en Euskadi, pero la inercia todavía nos afecta. En afiliación mantenemos un buen nivel pero dar la cara y presentarse a unas elecciones en Euskadi sigue costando.
¿Están las acerías europeas en peligro de muerte?
-Europa debe tener la inteligencia de defenderlas. En la estrategia de la Comisión de llegar a 2020 con un peso industrial en el PIB del 20%, los sectores tradicionales como el acero, del que dependen multitud de actividades, deben tener mucha presencia.
Josep María Álvarez, Miguel Ángel Cilleros y Gustavo Santana. Por primera vez hay tres aspirantes a dirigir la UGT. ¿Es bueno o malo?
-Significa que hay capacidad de renovación. Lo importante no es cómo se entra al Congreso, sino como se sale. Hay madurez suficiente como para que, sea cual sea el resultado, haya unidad en el proyecto. Se abre un horizonte de recuperación de derechos y UGT debe participar en ese cambio.
¿Qué va a hacer después del día 12, cuando finalice el Congreso?
-Intentar recuperar mi privacidad después de tantos años en la plaza pública y vivir como lo que soy, como gente corriente.