Rubén y Alain tienen 32 y 33 años, los dos de Barakaldo, hijos, casi nietos, de una comarca industrial que agoniza. Luki es más mayor, enfila los 60, y sí ha conocido el esplendor de los Altos Hornos, donde trabajó veinte años antes de recalar en la Acería Compacta de Bizkaia (ACB). Rubén Rodríguez, Alain Alonso y Luciano Gómez, Luki, comparten estos días la angustia de no saber qué va a pasar con su fábrica, emblema del pasado industrial de su tierra. La veteranía le da a Luki cierta tranquilidad económica, la empresa le garantiza la prejubilación, pero no quiere ver morir a la ACB. “El cierre de Altos Hornos fue un trauma. Este sería un segundo trauma”, dice. La situación de Rubén y Alain es más urgente y su primera preocupación más terrenal: pagar la hipoteca.

Desde que Arcelor Mittal anunciase hace unas semanas una parada de la producción indefinida en su planta de Sestao, la ACB se ha convertido en centro de atención mediática y política. Sus trabajadores asisten con cierta resignación a un debate sobre la viabilidad del producto que fabrican y los estragos que causan la competencia china y la elevada factura eléctrica en el Estado español. Esos son los argumentos que ha puesto Arcelor Mittal sobre la mesa. “Los chinos son una cortina de humo. Es verdad que los chinos influyen, pero también están los coreanos y está India, donde se están construyendo muchas acerías. Se dice que nuestro producto es caro pero vamos a ver, nadie te hace una bobina en tres horas y de una calidad como esta”, defiende Rubén, que entró por primera vez a la ACB en 2006. Ha ido encadenando contratos eventuales “durante mucho más tiempo del que permite la ley” y el año pasado logró un contrato de relevo hasta 2019.

Peor es la situación de Alain, que empezó en la planta de Sestao prácticamente a la vez que Rubén pero su contrato de relevo concluyó en enero. A diferencia de lo que ha ocurrido con una treintena de compañeros eventuales que ya han dejado la empresa, él ha sido uno de los pocos afortunados a los que se les ha buscado una solución temporal que le permite, como mal menor, permanecer en plantilla hasta junio. “Llevo diez años trabajando aquí y en junio me veo en la calle. Es bastante injusto, hay gente que llevando un año está indefinida. Otros compañeros están peor, acaban ahora en marzo el relevo y no se les va ni siquiera a hacer un contrato puente como a mí”, explica.

“Se ha pedido a la dirección la recolocación de los eventuales en otras plantas del grupo, en Etxebarri o en Gipuzkoa”, incide Luki intentando elevar el ánimo del compañero. Curtido en otras batallas, sabe de la importancia de ver el vaso medio lleno en un momento así. “Ya, pero eso es una utopía, no hay nada todavía”, vuelve a insistir Alain. “Los eventuales estamos desamparados y sin apoyo del comité, nos sentimos como otra plantilla diferente”, censura el joven.

Cuando Luki toma la palabra, lo hace consciente de que como veterano es el espejo de los jóvenes, pero reconoce admiración por “los chavalines”. Empezó a trabajar con 21 años en Altos Hornos, donde se mantuvo hasta el final. “Hicimos todo lo que pudimos para salvar los Altos Hornos, pero era una medida europea y el Gobierno de Felipe González lo aceptó”, evoca. En 1996 fue recolocado muy cerca, en la ACB, que poco después pasaría a ser Aceralia, luego Arcelor y con la llegada de capital indio Arcelor Mittal.

“Mi caso es atípico. Yo sé que me prejubilo, pero miro a los compañeros, que se pueden ver de repente con la vida truncada, y la verdad es que es una pena. Si llega el cierre, que ojalá no sea así pero, si llega, no sabemos qué soluciones van a tener ellos”, dice Luki, que confiesa que ha sido “una grata sorpresa” ver “la concienciación” de los compañeros más jóvenes. “Han demostrado que, a pesar de que se suele decir que la juventud está dormida, tienen una gran conciencia de clase y los primeros que han dado el paso adelante para luchar”.

“Es que no tenemos nada que perder. No nos queda otra que tirar para adelante”, sentencia Alain, que al haber trabajado de forma interrumpida prácticamente ha agotado el paro -la empresa les abona hasta el 90% del salario mientras se prolongue el ERE- y se ve en junio “con una mano delante y otra detrás”.

una parada distinta No es la primera vez que Arcelor Mittal para de forma temporal la producción en Sestao. En 2011 la parada duró seis meses, pero la sensación era diferente. “El protocolo en esta ocasión no ha sido el habitual, ni en el lenguaje que utiliza la dirección ni en cómo lo han avisado a los medios de comunicación. Normalmente no quieren saber nada de la prensa”, razona Luki.

Entonces se anunció una parada de un mes, recuerda, que se fue ampliando y se alargó hasta el medio año. “Yo creo que esto hay que tratarlo como si fuera un cierre, hay que ponerse en lo peor”, considera Rubén, que apunta a “la versatilidad” de Sestao como una fortaleza pero también como una condena. “Esto lo apagas y lo enciendes cuando quieres. Es más fácil pararnos a nosotros que parar un horno alto en el que trabajan miles de personas y que va a suponer una repercusión social mucho mayor”.

Mirando al futuro, es inevitable pasar por Bruselas. Estos días se habla de frenar la entrada de la bobina china, que Europa ya ha puesto bajo la lupa, con nuevos aranceles. “Da la sensación de que Mittal ha lanzado un órdago a los gobiernos para que tomen todas las medidas que puedan para evitar el dumping chino y de todo el mundo. Los gobiernos ya están ayudando al grupo económicamente en Francia o Italia, y esto puede ser una forma de chantajear a las instituciones”, deja caer Luki.

Los tres cierran filas al reclamar atención institucional, tanto a nivel europeo como en el Estado español y en Euskadi. “Nosotros somos los que más pagamos en electricidad de Europa. Hay muchas empresas a las que se les dan subvenciones por reciclaje, y nosotros prácticamente no contaminamos”, recuerda Alain.

También Rubén se acuerda de las instituciones, pero critica que “los partidos que dicen que nos apoyan son los mismos que han vendido todas las acciones que tenían aquí”. “En 2010 la BBK y el Gobierno Vasco vendieron su parte garantizando la actividad cinco años. Ahora llegan los problemas”, afirma Rubén. “Que también querrán ayudar, no digo que no, porque esto genera riqueza, pero el apoyo tiene que ser continuado, que no sea solo la foto inicial y luego se olvide el tema”, reclama. Le respalda Luki: “Tiene que haber una apuesta real por el acero por parte de todos, del Gobierno Vasco, del español y del europeo. Que no nos dejen abandonados”.

sin concreción La poca claridad de la multinacional es una losa. Arcelor Mittal no se compromete a reiniciar la ACB ni siquiera en el caso de que Europa ponga en marcha medidas antidumping. “Lo quieren dejar todo en el aire para que no tengas dónde agarrarte”, dice Rubén.

“Sabemos que la situación del mercado es complicada. Mientras la bobina no suba de precio lo tenemos difícil, pero hay que mantener el optimismo y pensar que en diciembre esto va a volver a estar en marcha”, anima Luki, que no quiere vivir “un segundo trauma, tanto personal como familiar y social”, como el que sufrió en Altos Hornos. Y extiende sus recuerdos a toda Ezkerraldea. “En los 80 y 90 se hicieron muy mal las cosas y solo se preocuparon de poner centros comerciales. Así nos luce el pelo. Con la Margen Izquierda las instituciones europeas tienen una asignatura pendiente, sobre todo con Sestao. Solo quedamos Vicinay, La Naval y nosotros”, enumera.

Un declive industrial que condiciona el futuro de los jóvenes. “Aunque la gente no lo crea esto afecta a todo el mundo. Los hijos o los sobrinos de Luki pueden querer trabajar aquí algún día”, sugiere Rubén. “Todas las empresas a las que les cogemos repuestos, las contratas, la hostelería de aquí al lado... al final si esto cierra todos vamos a peor”, respalda Alain.

“Pero claro, estos -los directivos de Arcelor Mittal- no tienen escrúpulos. Están acostumbrados a echar a gente a la calle. Para ellos es como para nosotros dar martillazos”, compara Rubén. “Si volvemos a trabajar volveremos menos gente y cobrando menos, eso seguro”, advierte.