Donostia - El economista David Cano asesora a algunas de las principales multinacionales españolas y a titulares de carteras de inversiones que suman más de 5.000 millones de euros. Recientemente recaló en Donostia para intervenir en un encuentro empresarial organizado por Elkargi donde analizó la situación económica mundial y la estatal.

Vivimos una inestabilidad con una política monetaria que no es capaz de recuperar la situación económica anterior a la crisis. ¿Cuáles son las repercusiones?

-La política monetaria convencional se basa en un mecanismo por el que el banco central de un país dicta unas normas que se transmiten al sistema bancario y, a través de él, llega a los ciudadanos. El problema es que falla el canal de paso de los bancos a la sociedad y, para solucionarlo, caben dos alternativas. Una es intentar solucionar el problema de los bancos, que se está haciendo, y la segunda es buscar políticas monetarias alternativas. Esto no es fácil y por eso está siendo larga esta crisis.

¿Explica que los tipos de interés se encuentren en mínimos?

-Dado que ese mecanismo de transmisión no funciona y el dinero que da el banco central no llega a la economía real, ha optado por poner los tipos a cero o incluso negativos para intentar estimular otras vías de inversión.

¿De qué modo?

-En España los ciudadanos tienen ahorros y, si los depósitos están remunerados al 5%, los deja ahí muy a gusto. Pero si los tipos están a cero, esa persona prefiere invertir en otro producto, por ejemplo en uno de riesgo con el que se compran bonos o acciones. Es lo que se busca, que el ahorro que existe llegue a la economía real pero no a través del canal bancario habitual que falla, sino a través de otros canales. Y parece que va a ser una actitud duradera.

Es un sistema exigente con la sociedad.

-Es cierto que este método exige una mayor cultura financiera y no se consigue de la noche a la mañana. EEUU lleva cien años trabajándolo, pero vamos hacia ahí y todo indica que va a ser estructural. Necesitamos desarrollar un mercado de capitales y tener algo de espíritu emprendedor. Hacen falta bancos, pero también cultura financiera porque el ahorrador tiene que convertirse en inversor.

¿En qué situación deja este nuevo método a los bancos?

-Tienen otro problema. Las exigencias de capitalización a las que se han visto sometidos han sido excesivas, con un importante incremento de los fondos propios. Si añadimos los bajos tipos de interés, a los bancos no les resulta rentable conceder financiación ni disponer de depósitos, porque sus necesidades de dinero ya se las cubre el Banco Central. Por este motivo es casi obligado pensar en financiación alternativa.

¿Corremos el riesgo de perpetuarnos en la deflación?

-Los analistas estamos descolocados con la enorme cantidad de liquidez que existe y lo poco que crece el mundo. No sabemos por qué no afecta que los bancos centrales hayan incrementado la base monetaria y que se produzca un mayor dinamismo económico, si son las condiciones que hasta ahora aseguraban que la inflación se iba a producir. No sabemos si es una situación pasajera o va a ser estructural, porque no encontramos el motivo de que no funcionen las normas lógicas, que actualmente se están aplicando.

¿Cuáles son las repercusiones?

-El principal problema de una inflación baja es que dificulta mucho reducir el nivel de deuda de un país. Como consecuencia de la crisis, los gobiernos tuvieron que endeudarse mucho, pero al contrario de lo que ocurrió antes, y pongo como ejemplo Lehman Brothers, esa deuda está en los bancos centrales y no en una entidad bancaria concreta. Así, si hay que hacer un pago que se responsabilice un banco central y evitaremos la caída de entidades que guardaban depósitos de ciudadanos.

¿Cómo actúa un banco central a la hora de pagar esa deuda?

-Una de las medidas es generar inflación, pero debemos tener cuidado con esto, porque si bien es malo que la tengamos demasiado baja, como ocurre en la actualidad, también es peligrosa una inflación muy alta. Otro mecanismo utilizado por los bancos centrales es la prima de riesgo. Por ejemplo, España e Italia tienen una prima de riesgo 100 puntos por debajo de lo que les corresponde porque así lo ha decidido el Banco Central Europeo, que ha distorsionado de esta manera los mercados financieros. Lo que tiene que hacer ahora el Gobierno es aprovechar esta prima de riesgo y los tipos de interés bajos para reducir el déficit público de la manera menos dolorosa para la economía. Hay que reducir deuda cuanto antes porque vendrán más crisis y nos debe coger preparados y en una buena situación financiera.

Desde el punto de vista fiscal, ¿qué otras lecciones hemos aprendido?

-La crisis nos ha servido para darnos cuenta de que compartir una moneda va más allá de establecer unos criterios de convergencia. Hemos visto que Europa no estaba bien construida y vamos a tener que avanzar a una mayor unión, tal y como ha sucedido con los bancos. En Europa habrá diferencias, pero tienen que existir mecanismos de compensación, debemos aprender a ser solidarios y tener disposición a ceder soberanía en material fiscal.

¿Qué consecuencias tendrá una posible subida de tipos en Estados Unidos para la economía europea?

-Con pleno empleo, un mercado inmobiliario que ha crecido un 8% y la bolsa en máximos, entre otros datos, es razonable pensar que la Reserva Federal suba los tipos, y es algo que tiene un impacto mundial. Sin embargo, en esta ocasión llevan anunciándolo ya un año, por lo que el mercado se ha anticipado y se ha ido adaptando a esa posibilidad, con lo que puede que no ocurra nada.

¿Los países emergentes dejan de ser la esperanza de recuperación?

-Hay dos tipos, los que son importadores de materias primas y los que las exportan. Quienes se encuentran en mala situación son las que venden al exterior, que tendrán que cambiar el modelo o lo pasarán aún peor. Es lo que pasa con Rusia. Chile, con un 30% de su economía basada en la exportación de cobre, no sufrirá tanto porque tiene un buen fondo soberano. India también ha reaccionado gracias a un fuerte sector tecnológico.