desdichado, ¿por qué gimes? Ciertamente, eres presa de uno más fuerte que tú. Irás adonde yo te conduzca, aunque seas un aeda. Te comeré, si me place, o te soltaré. ¡Malhaya quien quiera luchar contra otro más poderoso que él! Será privado de la victoria y abrumado de vergüenza y de dolores”.
Sirven estas líneas para situarnos en el último acto conocido de la tragicomedia griega protagonizada por deudores con voluntad de pagar, pero débiles y sin liquidez, y los intransigentes acreedores fortalecidos por el apoyo de la troika. En el escenario, las palabras que abren esta columna expresan con claridad la postura de los ministros europeos de finanzas ante la posibilidad de celebrar un referéndum el próximo domingo para que la sociedad griega acate o rechace las medidas que quiere imponer la troika. La negativa europea significa poner al borde del abismo a los gobernantes griegos y el desahucio para los gobernados.
Ahora bien, no son palabras pronunciadas por primera vez en la tarde del pasado sábado, sino puestas negro sobre blanco en los albores históricos de la escritura, hace más de 2.600 años. Forman parte de la primera reflexión humana, profundamente moral y social de la que se tiene noticia: ‘Los Trabajos y los Días’, escrita por Hesíodo en el siglo VII a. C. en la que relata la fábula ‘El gavilán y el ruiseñor’, que denuncia la existencia de una justicia impartida por el gavilán que, entonces, eran los intereses de los poderosos, según la protesta hesiódica, al igual que lo son en la actualidad (la troika), mientras que el ruiseñor tan solo era en aquella época el resto de los mortales.
El ruiseñor (Grecia y sus representantes), “desgarrado por las curvas uñas” del ave rapaz, ha tenido la osadía de gemir de dolor porque no puede pagar la deuda, mientras un 33% de la sociedad griega está bajo el umbral de la pobreza, el consumo de alimentos básicos ha descendido un 28% y el temor a un ‘corralito’ ha provocado en medio año la salida del 25% de los depósitos bancarios. Ha querido negociar de igual a igual pero, hasta la fecha, “se ve privado de la victoria y además de sufrir vejaciones, es maltratado”.
Sin embargo, esas instituciones han procurado cargar bien las tintas mediáticas, anunciando todos los males posibles, incluidas las siete plagas de Egipto, para meter el miedo en el cuerpo a los griegos y desacreditar al ruiseñor Tsipras que lanzó un órdago en el último momento (posiblemente tarde) y quizás para buscar una salida airosa ante sus votantes. Pero el Eurogrupo ha actuado como un consumado croupier en la ruleta a la hora de exclamar el consabido: ‘Ne va plus rien’. No admiten la apuesta griega y ponen punto final al juego negociador. Un lamentable espectáculo, al que aún le quedan actos más (hoy y mañana).
En la fábula de Hesíodo la justicia está en manos del poderoso y con ella, los derechos humanos y el orden social dejan de ser patrimonio de la naturaleza humana. Da la impresión que ahora, igual que entonces, la libertad y la democracia solo son tolerables mientras no signifiquen otra cosa que asumir como ‘ley natural’ una dictadura consentida en la sombra.
Concluyo. Lo hago con mis mejores deseos para este verano, porque esta columna también se toma unas vacaciones.