La conciliación familiar, la igualdad de género, la lucha contra la corrupción, la flexibilidad de horarios o el compromiso con el medio ambiente son para la mayoría de las empresas poco más que una declaración de intenciones, puro fuego de artificio. Más directamente expresado, para algunos expertos en economía la responsabilidad corporativa de muchas empresas es insuficiente, manifiestamente mejorable, en términos financieros diríamos que cotiza a la baja.
Y sin embargo si en lugar de una visión economicista alicorta se plantea una estrategia empresarial a medio y largo plazo, los resultados de tomar en serio la responsabilidad social empresarial, está demostrado que además de satisfacciones personales también produce buenos beneficios económicos: es decir que cotiza al alza en la bolsa de valores, humanos y financieros. Encarni de Miguel, exviceconsejera de Justicia del Gobierno Ardanza, exmagistrada, exPricewaterhousecoopers (PVCC) y actual consultora independiente en Bilbogestine en la capital vizcaína, considera que actualmente cada vez más empresas trabajan para actuar de forma sostenible -aunque sean solo un puñado- porque saben que les va en el bolsillo. “Han interiorizado que ayudar a sus trabajadores para que concilien el trabajo con su vida aumentará su productividad y, por consiguiente, sus beneficios”.
más que beneficios A pesar de la crisis las empresas no están dejando de lado su responsabilidad social. “De cara a la ciudadanía, a sus trabajadores y accionistas y a la sociedad en general es importante que establezcan una serie de principios; hay empresas grandes como Alcampo, Intermón, Iberdrola, Telefónica... que son de las que más ética aplican a todo tipo de cuestiones sociales corporativas. Para las organizaciones es importante demostrar a la sociedad que no solo están para obtener beneficios económicos. Ahora es el momento; la sociedad necesita saber que sus empresarios están no solo para conseguir grandes beneficios ni enormes dividendos para sus accionistas, sino que la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) verdaderamente está pensando también en cómo aplicar sus principios y sus desafíos de forma que no solo sea obtener los beneficios económicos de la empresa”, dice.
Sin embargo no todo es tan sencillo. Ni los grupos más poderosos y obligatoriamente transparentes han sido capaces de llevar a cabo gestos que a cualquiera le parecerían de lo más sensato. “De hecho, el 94% de las empresas con presencia en el Ibex 35 sigue teniendo sociedades radicadas en paraísos fiscales. El Estado español lo permite, la sociedad lo tolera”, explican las ONG, quienes se muestran pesimistas sobre el futuro de la RSC, que se remite a principios de los noventa respecto al medio ambiente pero que luego fue virando en torno a actividades de patrocinio y mecenazgo, con un enorme olor a lo que desde los activistas de asociaciones sin ánimo de lucro califican como “buenismo corporativo”.
Muchas personas no han oído hablar de la RSC, no tienen la menor idea de lo que significa este concepto que mueve millones de euros en certificaciones, asesorías, sellos de calidad y cientos de toneladas de informes. “Se ha convertido en un negocio”, censuran desde las ONG.
informes y cátedras España es el cuarto país del mundo donde se publican más informes anuales de RSC y dispone de más de 70 cátedras universitarias sobre la materia. En determinados estándares de calidad, como los informes del Global Reporting Initiative (GRI, una entidad que impulsa la realización de memorias de sostenibilidad), el expediente corporativo de los grandes grupos españoles es brillante. Germán Granda, director general de Forética, una asociación que aglutina a 240 empresas y profesionales centrada en la RSC, cree que las corporaciones deben enfrentarse por medio de la RSC a grandes desafíos como la corrupción o el desempleo, algo que luego paso a paso generará un efecto cascada que llegará a las empresas más pequeñas, “porque la RSC no cotiza a la baja; todo lo contrario, sobre todo, una vez que las entidades han comprendido que no es un ejerció de marketing o comunicación”, explica Granda. “Si una gran empresa va a hacer una inversión a largo plazo tiene en cuenta que no le vayan a pillar con riesgos medioambientales y por eso empieza a pedir a las pequeñas esas prácticas responsables. Cualquier impacto negativo en cuestiones de derechos humanos lo pueden leer al día siguiente en los medios de comunicación y les pueden destrozar la reputación, así que se lo están tomando muy en serio”.
En la misma línea que el director general de Forética, la consultora independiente de Bilbogestine opina que la responsabilidad social no debe ser asumida solo por las grandes empresas, sino que tiene que aplicarse para todas las empresas independientemente de su tamaño “para clientes, proveedores, competidores, para un comportamiento socialmente responsable, para ocuparse del medio ambiente. Éste es uno de los temas que los americanos lo han llevado casi al extremo. Aquí estamos aún en mantillas. El empresariado vasco, de la pequeña y mediana empresa, tiene que ir entrando cada vez más en este tema. No solo debe tener una dimensión económica de beneficio, sino también social y medioambiental; esto es clave y creo que aquí vamos por buen camino”.
La normativa sobre RSC es tan laxa que de los 3,1 millones de empresas que hay en el España, tan solo un 0,008% deben de “cumplir algún tipo de exigencia al respecto. Y en cualquier caso es suficiente con aplicar el principio cumplir o explicar por qué no cumples. Mientras en países como EEUU y Noruega lo tienen del todo interiorizado”.
En Noruega, el 82% de las grandes empresas ejercen políticas de inversión responsable (RI). En España la cifra se sitúa en el 54%, mientras que en los Países Bajos llega hasta el 84% y en Reino Unido el 68%. Germán Granda dice convencido que los inversores españoles hacen importantes esfuerzos por llegar al nivel de sus colegas europeos en RSC “aunque falta cultura empresarial; estamos aún en la adolescencia. Esos avances tardarán en llegar unos 10 o 15 años, pero las empresas están en ello. Proteger su reputación se convierte en algo crucial, no obstante hay todavía espacio para mejorar como se concluye en todos los informes”, añade el directivo de Forética.
eficiencia y rentabilidad La empresa tiene una serie de gastos con proveedores, con el equipo personal, técnico, informático, ¿pero qué ventajas puede traerle la RSC? “La eficiencia y rentabilidad, porque primero reducen costos al mejorar los procesos productivos; por ejemplo, disminución de gases contaminantes, reducción de desperdicios, un desarrollo sostenible que es en lo que Europa está promocionando a tope y aquí nos está costando un poco y eso que la empresa vasca está por ello”, subraya Encarni De Miguel, para quien la empresa también tiene que plantearse satisfacer las necesidades de distintos grupos de interés, “reportar confianza a todos esos grupos de la empresa, tener una reputación, una legitimidad social, es decir, que no solamente ganen en beneficios, sino en puestos de trabajo y los mantengan. Todas estas acciones les dan una legitimidad social muy valorado en todas las compañías modernas por lo tanto un comportamiento socialmente responsable”.
Acciones que contradicen a Milton Friedman que aseguraba que “la única responsabilidad de la empresa es aumentar sus ganancias”, sin más límite que el cumplimiento de la ley. “Esto está ya periclitado; el mismo Friedman, que fue Nobel en los 70, se reafirma hoy en que es imposible hacer negocios ahora mismo sin tener en cuenta que lo haces en una comunidad y tienes que gestionar el impacto que genera la acción sobre ella. De nadie se conoce en el mundo que solo por hacer lo que tiene que hacer, ósea cumplir la ley, haya tenido éxito”, apostilla Germán Granda.
El Parlamento Europeo aprobó el 22 de octubre de 2014 una directiva sobre divulgación de información no financiera a la que se someterán organizaciones de más de 500 empleados, con datos relativos, como mínimo, a “cuestiones medioambientales y sociales y de personal, derechos humanos y sobre la lucha contra la corrupción y el soborno”.
España tiene de plazo hasta diciembre de 2016 para trasladar la directiva que, según los movimientos sociales, “parece no preocupar mucho a la patronal, porque parten de la premisa de que es la voluntariedad la que tiene que animar a las organizaciones a trabajar de forma responsable ”, censuran. “Es cierto que falta camino por recorrer para tener más conciencia corporativa pero se está avanzando”, dice el directivo de Forética.
Encarni de Miguel se refiere a otro de los aspectos importantes de las buenas prácticas: “Las garantías que dan a las personas que trabajan en las empresas que se plantean esta responsabilidad de la que hablamos”. “Un aprendizaje continuo, un trabajo en equipo buscando una motivación, la autorrealización, unos salarios justos con políticas de retribuciones coherentes e igualdad de oportunidades. Creo que esto es destacable desde el punto de vista de explicar a la sociedad una política de salarios justos, de retribuciones coherentes, de igualdad de oportunidades y procesos de contratación responsables”.
participar en beneficios Una participación para los empleados en los beneficios e incluso en el capital por parte de los trabajadores que fomenten ese compromiso con gestión y con la marcha de la empresa
Encarni de Miguel cree importantísimo la responsabilidad de la empresa en procesos de reestructuración, “que cuando tienen que eliminar una serie de personas porque tienen que reestructurar que haya también un criterio de responsabilidad”, subraya, al tiempo que se refiere a la relación de la empresa con el medio ambiente “evitando un despilfarro energético”.
Las grandes consultoras lo que están haciendo es la acción social a través de voluntariado. “Están formando entre sus gentes más jóvenes un voluntariado para que no solo se las vea como una empresa que está para obtener beneficios, sino también para ayudar a la sociedad”, remacha la exmagistrada.