MADRID - “En treinta años de vida profesional en la banca no había visto algo similar”. Las declaraciones por las visas black continuaron ayer desnudando las prácticas con las que se lucraban los consejeros de Bankia y su predecesora Caja Madrid. El ex consejero delegado de Bankia Francisco Verdú, número dos de la entidad, aseguró ayer ante el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu que en febrero de 2012 advirtió al entonces presidente, Rodrigo Rato, de que las tarjetas opacas que tenían los directivos constituían “una mala praxis bancaria”, que no había conocido en tres décadas de trayectoria profesional.
Verdú, que declaró como testigo en la pieza separada del caso Bankia en la que se investigan las visas de Caja Madrid y Bankia, explicó que esta conversación con Rato se produjo cuando éste le entregó su tarjeta black, que tenía un límite de 75.000 euros. Sin embargo, según dijo, él la rechazó en ese momento y ni siquiera quiso “sacarla del sobre”.
El compareciente apuntó que la tarjeta era una forma de sortear el real decreto que obligaba a reducir a un máximo de 600.000 euros anuales las retribuciones para los directivos de las entidades que habían recibido ayudas públicas y que Rato le dijo que “podía utilizarla como quisiera”. A pesar de que se negó a firmar el contrato, en el documento aparece una firma que, según dijo Verdú ante el juez, no es la suya.
También declaró ayer el director de Auditoría de Bankia, Iñaki Azaola, que aseguró que la investigación interna sobre las tarjetas black se inició en enero de 2014, cuando miembros de su departamento le entregaron tres hojas en las que constaban los desgloses de visas que habían sido anuladas en diciembre de 2011 y mayo de 2012. Azaola afirmó que las tarjetas estaban fuera del “circuito establecido” y que no eran conocidas por el departamento de recursos humanos. - Efe/E.P.