Atenas, Frankfurt y Davos son los tres puntos europeos que han polarizado la atención mediática con otros tantos espectáculos en los que se ha escenificado un cortejo electoral en la capital griega que puede conducir a un sustancial cambio político; un agasajo económico en la sede del BCE, dispuesto a comprar deuda soberana, y toda una francachela comercial o financiera en esa localidad suiza donde anualmente se reúnen la ‘crème de la crème’ de multinacionales, bancos e inversionistas, dispuestos, aparentemente, a reflexionar sobre el futuro del mundo.

Por tanto, democracia, economía y riqueza son las tres ninfas o deidades llamadas simultáneamente esta semana y ese debiera ser el orden de convocatoria con independencia que hayan sido citadas en localidades distintas. Pero no ha sido así porque, en esta ocasión, el orden de los factores puede alterar el producto y la aristocracia financiera se da un homenaje en Davos al tiempo que envía mensajes a los arcontes o magistrados europeos para evitar el contagio de una democracia real, como lo demuestra Ray Dalio, presidente del mayor fondo de alto riesgo (hedge Found) del mundo, cuando afirma en Davos que “la ideología hace que la maquinaria de la economía sea menos saludable”.

La francachela de Davos, caracterizada por jets privados, grandes dispendios económicos (el presupuesto de un participante puede ascender a 864.000 euros) y fiestas privadas que pueden superar los 215.000 euros cada una, no se identifica por su buen ojo para fijar la agenda de los temas a tratar. El año pasado nadie habló de Ucrania, ni del petróleo ni del extremismo yihadista, mientras que las perspectivas apuntaban a que Europa estaba en proceso de recuperación, lo que ha sido desmentido por el propio BCE que ha tenido que tomar una medida en contra de la opinión alemana para evitar la deflación e incentivar la recuperación económica.

En cuanto a la tercera deidad, la democracia materializada en las elecciones de Grecia, cabe la posibilidad de una victoria de Syriza, pero la urgente necesidad de nuevas ayudas de la Troika para pagar sueldos públicos, la sanidad o la educación condicionarán las prometidas negociaciones para reestructurar la deuda acumulada en los últimos años. No hay mucho margen de maniobra: si no hay compromiso de pagar la deuda existente no habrá nuevas ayudas.

De momento, desde Davos se han lanzado algunos mensajes bien claros. El miembro del consejo de gobierno del BCE, Benoît Coeuré, señalaba: “Es cierto que la nueva regulación financiera puesta en marcha tras la crisis aún no ha probado su efectividad, no tenemos la seguridad de que realmente sea la legislación que necesitamos. Esta situación exige una mayor coordinación para evitar la emergencia de proteccionismos financieros entre los mercados más afectados por las turbulencias”. Para terminar afirmando: “La política monetaria ha cumplido, los demás deben ahora hacer su trabajo y adoptar las reformas necesarias”.

Ojala la democracia sea capaz de enderezar a la economía para frenar la ambición de riqueza.