BILBAO - El director general de la organización empresarial vasca Confebask, Eduardo Arechaga, reconoce el daño que los episodios poco edificantes, cuando no de corrupción pura y dura, de dirigentes empresariales causan en las propias organizaciones y en la sociedad y se muestra muy crítico con este tipo de comportamientos.

La imagen del mundo empresarial no está quedando muy bien parada que digamos con casos como los de algunos dirigentes de la patronal española CEOE, antiguos y actuales.

-Un país con corrupción no tiene futuro. En esto hemos sido y somos tajantes. Con la corrupción tolerancia cero. Es más, Confebask como organización no ha dudado en criticar en la propia CEOE que la posición de algunos dirigentes empresariales afectados por asuntos irregulares dañaba a la imagen de la citada organización y a la de todos los empresarios que se ven representados en ella.

¿La mala imagen empresarial que ha transmitido el anterior presidente de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, condenado por fraude, y los miembros de la directiva del actual presidente Joan Rosell, Arturo Fernández y Jesús Terciado, está detrás de la apuesta de Confebask por Antonio Garamendi como futuro presidente de la patronal española?

-En Confebask consideramos que Antonio Garamendi es un candidato que puede venir muy bien a la CEOE. Es una cara nueva pero que cuenta con una amplia experiencia en el seno de las organizaciones empresariales. Es vasco y conoce de primera mano los problemas de las empresas, en especial las industriales, y los temas energéticos, con gran incidencia en la competitividad de las empresas.

Algunos de los casos de irregularidades de los que se acusa a sindicatos y organizaciones patronales, al menos en España, tienen que ver con la gestión de los fondos de la formación.

-No sé cómo lo harán otros pero aquí en Euskadi tenemos un modelo de formación continua, Hobetuz, que lleva muchos años funcionando bien, dando un servicios de calidad, y lo ha hecho de forma impoluta y sin una sola sombra de duda. Por ello no es de recibo meter cizaña, como alguna organización pretende, donde no hay nada.

La fiscalidad de las empresas, que no de los empresarios, vuelve a estar encima de la mesa.

-Nuestra postura en este tema es clara. La fiscalidad es o debe ser un instrumento de política económica -más allá de ser un mero elemento recaudador- para favorecer el crecimiento económico, porque sólo con una economía al alza vamos a generar más actividad y por tanto más recursos. Y si pensamos que la empresa, como organización, es básica para poder generar riqueza y empleo hay que tener en cuenta que la fiscalidad que soportan las empresas vascas, entre Impuesto de Sociedades y cotizaciones empresariales, está por encima de la media europea lo que no ayuda a la competitividad de las mismas. Unas empresas más competitivas suponen más empleo y ello generan más ingresos por IRPF, por IVA y por Sociedades.

¿Hay que cambiar la imagen social de que un emprendedor es una figura a impulsar y cuando el emprendedor triunfa ya es un empresario explotador?

-Sí. Es preciso un mayor reconocimiento social en Euskadi de la figura del empresario pero también una mayor comprensión con el fracaso. Si queremos reducir el paro necesitamos empresarios que creen empresas y estas contratarán trabajadores y ello generará más ingresos fiscales. Si eres un empresario de éxito se te mira mal y se olvida que en esta crisis muchos trabajadores han perdido su empleo pero también muchos empresarios han perdido su trabajo, su empresa y su patrimonio. En la CAV en estos años casi 8.000 empresas han desaparecido y detrás también había un empresario.