Bilbao - CCOO y UGT reciben críticas no solo en Euskadi, también por parte de otros sindicatos y colectivos del Estado, por ser demasiado blandos y apostar por la concertación. Toxo se defiende y afirma que es absurdo renunciar a influir en las políticas de los gobiernos.
Las protestas más recientes en el Estado como las concentraciones contra los desahucios, las huelgas estudiantiles o las marchas de la dignidad no han sido promovidas directamente por CCOO y UGT. Habrá quien se pregunte qué están haciendo los sindicatos contra el PP.
-Bueno, creo que mi sindicato está jugando un papel muy importante. En 2011, cuando ya se veían venir los recortes, hicimos una concentración con 20.000 delegados y decidimos impulsar una amplia política de alianzas. Ni el sindicato lo puede todo ni el sindicato debe renunciar a ampliar las alianzas en una sociedad que necesita de más participación. El impulso a esas alianzas ha dado lugar a la Cumbre Social y a las mareas, que están dando una respuesta, que ojalá fuese más amplia, a una situación en la que efectivamente si no hay movilización se pueden llevar por delante conquistas de hace 35 años.
Quiere decir que, aunque en otras plataformas, CCOO también 'tira del carro' de la contestación social.
-Desde luego. La acción del sindicato no se puede reducir al centro de trabajo. Ante el debilitamiento del marco de relaciones laborales y de los salarios, defender las conquistas de la empresa en la sociedad con una participación activa de la ciudadanía es algo fundamental.
Usted y Cándido Méndez fueron muy criticados por reunirse con Rajoy días antes de que las marchas de la dignidad llegasen a Madrid.
-Respeto todas las opiniones, incluso las más criticas. Pero creo que la gente cuando emite una crítica tiene que pararse a pensar cuál es el papel de un sindicato, que no es el de un partido político. Los gobiernos los deciden las urnas y tenemos el gobierno que han decidido la mayoría de ciudadanos. Hace políticas lesivas para la mayoría, sí, pero el sindicato no puede renunciar a ningún espacio que se abra para poder influir, desde la calle o desde la mesa de negociación, si fuese el caso, para defender los intereses de la gente a la que representa. Lo demás es autolimitarse amputando una parte de la acción sindical.
¿Cree el Gobierno en el diálogo social? ¿Hará concesiones?
-La legislatura se va agotando. En los dos primeros años el Gobierno se mostró radicalmente hostil a la apertura de escenarios de diálogo. Eso derivó en un fortísimo conflicto social, con dos huelgas generales incluidas. El Gobierno si no cree tendrá que creer. Los problemas no están resueltos, ni en España y ni en Europa. La austeridad ha fracasado y ahora conviene que gobiernos, sindicatos y empresarios pongan por delante el problema fundamental del desempleo. Los seis millones de parados no pueden esperar a las próximas elecciones para que se resuelvan sus problemas.
¿Advierte un cambio de tendencia en el empleo?
-Al contrario de lo que dice la propaganda oficial no estamos en un proceso de creación de empleo, y la reducción pírrica del paro tiene más que ver con un reparto del trabajo que ya existe a través de la precariedad y los minijobs. El Gobierno, en vez de instalarse en el optimismo, debería buscar instrumentos de estímulo a la actividad económica.
Tras la primera toma de contacto, ¿hay agenda concreta con Rajoy?
-Me gustaría que los recursos se pusieran a disposición del desarrollo de la actividad para crear empleo. Eso debería llevar a una negociación sobre la reforma fiscal, para que se repartan las cargas de forma más equitativa poniendo la fiscalidad al servicio de la economía y que de verdad se consolide un cambio de ciclo. Alrededor de eso hemos ofrecido a Rajoy un gran pacto por el empleo reforzando la protección de la gente sin ingresos. Hay 1,4 millones de personas que no tienen ni pensión ni salario ni renta por desempleo.
En Euskadi el diálogo social está muerto. ¿Debe ponerse en marcha solo con CCOO y UGT en minoría?
-El conjunto del sindicalismo vasco, y si la mayoría sindical no quiere, el resto, debería hacer una apuesta por el diálogo y la negociación desde la presión en la calle cuando sea necesaria. Un sindicato no puede dejar que los asuntos públicos se gobiernen solo desde el gobierno sin contrapesos, sin contrapoderes. Esta es la esencia de la Confederación Europea de Sindicatos (CES). Me extraña mucho cuando oigo a los dirigentes de ELA renegar del diálogo social. Me pregunto qué pinta esta organización en la CES si el diálogo social es la seña de identidad del conjunto de sindicatos.
ELA dice que las políticas ya están decididas en Bruselas.
-Decir eso es resignarse. Es decir que como viene impuesto no puedo hacer nada y me limito a trabajar en la empresa para intentar mantener las condiciones de trabajo. Esto en la práctica provoca que las conquistas de la empresa se pierdan en la sociedad en la manera en que se reparte la riqueza a nivel social. Un sindicato por su naturaleza no puede dejar que esto suceda. Sería mucho más útil para los trabajadores vascos que desde la unidad sindical se operase en la empresa defendiendo el convenio sectorial, la calidad del empleo, y a la vez se disputase en la sociedad cómo se distribuye la riqueza.
¿El modelo de ELA es poco útil?
-No lo sé, usted lo ha dicho. Yo digo que en un momento en que la presión del paro es asfixiante y tira para abajo de las condiciones laborales, renunciar a dar la batalla en la otra parte de la sociedad y dejar que sean los gobiernos los que decidan ellos solos a dónde van los recursos efectivamente me parece un modelo sindical bastante reduccionista. También lo es a nivel de representación en la empresa ya que solo el 40% de las empresas pueden hacer elecciones sindicales.
¿Plantean este Primero de Mayo como un intento de 'sacar pecho' frente al sindicalismo abertzale?
-En absoluto, cuando propuse la realización del acto central junto a UGT en Bilbao no tenía en la cabeza al sindicalismo abertzale. España es un Estado plural, no se reduce exclusivamente a Madrid. Ya estuvimos hace dos años en Valencia. Es una obsesión mía el hacer actos públicos de forma descentralizada para que todas las comunidades, nacionalidades y naciones del Estado perciban que se puede trabajar juntos. Esto no se convoca contra nadie, sino para reforzar una idea. Somos una confedereación que opera en todo el Estado y así lo reivindicamos.
ELA les acusa de venir para traer el sindicalismo de concertación y dar un espaldarazo al Gobierno Vasco.
-Me parece una acusación sin fundamento. No renuncio, igual que mis compañeros de Euskadi, a convertir a CCOO en la primera referencia entre los trabajadores vascos. Pero no solo el Primero de Mayo, sino todo el año. Me preocupa el debilitamiento de la negociación colectiva sectorial, que en Euskadi fue modélica durante años. Hay una tendencia errónea de una parte del sindicalismo vasco a no firmar los convenios y lo están pagando con pérdida de calidad de vida los trabajadores, a lo que se suma el debilitamiento de la negociación colectiva por la reforma laboral. Con un tejido empresarial basado en las pymes, donde los trabajadores no pueden organizar sus condiciones si no es por sectores, muchos quedan al albur de lo que decida la patronal.
En Catalunya y Euskadi hay una mayoría política que plantea marcar distancias con España. ¿Es la solución para los trabajadores?
En mi opinión, no. Soy de Galicia, con un movimiento nacionalista fuerte, y creo que en una España integrada en la UE debemos trabajar para mantener ese marco y avanzar hacia la superación del viejo estado nación reconociendo la pluralidad de las situaciones en el Estado. El modelo constitucional del 78 está agotado y hay que buscar elementos nuevos para seguir juntos. La salida debe ser de conjunto hacia un estado federal inserto en una Europa con elementos de federalismo.