BILBAO
ES Euskadi un lugar atractivo para invertir y crear una empresa? Esta es una pregunta que se hacen todos los días los empresarios vascos. La realidad es que en un mercado globalizado a nivel mundial las grandes inversiones -al menos las industriales- están pasando de largo y las últimas noticias que saltan a las primeras páginas de los periódicos solo anuncian cierres de plantas en Euskadi y el mantenimiento o apertura en otros territorios de la península. Formica, Tubacex, Incoesa, MyZ, Fagor Electrodomésticos etc. ponen sobre la mesa otras cuestiones clave: ¿Es competitivo este país? ¿Qué se puede hacer para incrementar la competitividad en el medio plazo? ¿Qué elementos positivos aporta el territorio vasco a las empresas? ¿Qué otros factores no lo hacen atractivo a los ojos de los inversores?
La Comisión Europea ha hecho público días pasados el informe sobre la competitividad de las regiones en la UE del año 2013 que trata de mostrar las fortalezas y debilidades de cada región europea. Esta clasificación de las 262 regiones en que ha dividido Bruselas la Unión Europea está encabezada por Utrecht (Holanda), a la que sigue el área económica de Londres. Las comunidades autónomas del Estado español se encuentran en posiciones mucho más retrasadas dentro de esta clasificación, con la excepción de Madrid, que ocupa el puesto 57, aunque ha perdido algunos puestos respecto a su situación en 2010. En segundo lugar, se sitúa la CAV, en el puesto 103, que, pese a todo, avanza un puesto con respecto al ranking anterior. El resto de autonomías se encuentra a distancia, en puestos que van desde el 131 de Nafarroa y el 142 de Catalunya hasta el 236 de Ceuta.
Un elemento preocupante es que la posición de la CAV es relativamente retrasada en términos de competitividad pese a que en términos de PIB por habitante está mucho mejor, puesto 30 en 2010. Ello augura un descenso por pérdida de competitividad a medio plazo si no se corrige.
A la vista de esta retrasada posición la primera realidad objetiva a considerar es que los costes que soportan las empresas en la CAV y Nafarroa están, en líneas generales, por encima de la media de la UE. "Aquí los costes de energía, financieros y fiscales están por encima de la media de nuestros competidores en Europa" y, en un aspecto importante como es la combinación de salarios y jornada laboral, los vascos están muy por encima de la media española, coinciden en señalar Eduardo Arechaga, director económico de Confebask, Enrique Portocarrero, director del Círculo de Empresarios Vascos, y Josetxo Hernández Duñabeitia, gerente de ASLE, la asociación de sociedades anónimas laborales.
El caso de Fagor Electrodomésticos es, según otros representantes empresariales, un caso paradigmático de la problemática que afrontan las compañías vascas. "Fagor es una empresa grande, vista con parámetros vascos, con flexibilidad laboral y, en cierta medida, internacionalizada pero sus productos no tienen la consideración premium por los consumidores como los de algunos competidores alemanes. Por ello fabricar en Euskadi o Francia con sus altos costes laborales en comparación con los del Este de Europa y, no digamos, los de Asia, en series relativamente pequeñas comparados con los grandes grupos mundiales, no es rentable", indican. Para estos empresarios, la industria vasca tiene que "dar un salto en innovación hacia productos de alta gama y/o novedosos con marcas reconocidas porque el mundo no paga un sobreprecio por otro tipo de productos y los costes aquí son los que son. No se puede fabricar productos commodity con costes laborales por trabajador de más de 50.000 euros de media anual en alguna comarca como, por ejemplo, el valle de Aiala y pensar que el futuro pasa por ahí porque la rentabilidad es mínima".
A juicio de Enrique Portocarrero, es un elemento incuestionable que los costes en Euskadi para la mayoría de los productos que se fabrican no son competitivos. "Los costes energéticos están netamente por encima de la gran mayoría de los principales competidores europeos de la UE", subraya. La financiación es un problema añadido. Un informe de Bain & Company señala que las pymes vascas se financian a un coste medio del 5,29% y en Alemania, al 2,9%, casi a mitad de precio.
Eduardo Arechaga, de Confebask, pone el acento en los altas cargas fiscales que soportan las empresas. "Aquí el 33% de la recaudación fiscal proviene de la actividad de las empresas cuando en Alemania solo es el 22,6%". Ello merece una reflexión máxime cuando "se olvida que con la crisis han desaparecido casi 8.000 empresas en la CAV".
Para Josetxo Hernández hay un tema clave a destacar cuando se habla de ser competitivo y captar inversiones. "Es fundamental cuidar las empresas, hay que hacer un entorno favorable para desarrollar la actividad empresarial. Si no cuidamos la vaca, -la empresa-, no tenemos nada que hacer. Sin empresas no hay nada, aunque tenemos que pensar en un modelo distinto de empresa".
Tamaño y concordia Para mejorar la competitividad del tejido industrial vasco todos coinciden en dos puntos clave, innovación aparte: hay que aumentar el tamaño de las empresas vascas y cambiar el modelo de relaciones laborales. "La política de confrontación de ELA, su rigidez, su falta de flexibilidad y su autismo no ayuda en nada en propiciar un concepto integrador necesario para salir de esta", afirman.
En relación al tamaño, los datos no engañan. Según Arechaga, "una pyme vasca tiene de media 14,6 trabajadores y una alemana 33,1. Si no hay una mayor dimensión es más difícil acceder a mejor financiación y salir al exterior. Necesitamos una política industrial para favorecer el tamaño igual que existe una de I+D o de internacionalización. El tamaño es muy importante porque el mercado único industrial mundial es una realidad. Este es un tema urgente y solo dependemos de nosotros para hacer los deberes porque de esta crisis salimos globales con el mundo entero como mercado. Antes de la crisis había 7.000 empresas vascas que exportaban, ahora hay 14.000.".
Para Portocarrero, "el tamaño es siempre un reto, un obstáculo y un factor importante en la expansión internacional. Ahora se requiere algo más que la simple exportación o incluso que la agrupación o los consorcios de exportadores". En este sentido, el director del Círculo pide ayuda a las grandes empresas vascas, "deben de hacer más esfuerzos de tracción para las pymes".
Un elemento que ayudaría a la creación de empresas, además de apoyar el capital riesgo y buscar alternativas de financiación a la tradicional bancaria, coinciden todos, es "propiciar un mayor reconocimiento social del empresario y de la empresa". En Euskadi, recuerda Arechaga, "tenemos una clase empresarial superviviente", pero añade que es necesario un relevo generacional, lo que se facilitaría con un mayor respaldo a la figura del empresario.
Portocarrero reconoce que se ha producido "una pérdida de complicidad entre empresarios y gobernantes como una derivada de la actual desconfianza y pesimismo con respecto a todas las instituciones de la sociedad civil. La corrupción, la mala gestión, etc. parecen haber convertido en tópica una visión general negativa de los empresarios. Pues bien, deberían ser gobiernos y partidos los más interesados en que existan más empresas y empresarios para asentar el crecimiento económico, el empleo y el bienestar social".
Un aspecto clave para mejorar la competitividad de la CAV y Nafarroa pasa, según todos los agentes sociales con la excepción de alguna fuerza sindical, por variar el modelo de relaciones laborales. En este punto Hernández es especialmente crítico. "Necesitamos cambiar hacia un nuevo modelo de empresa participada. Anclarnos en la confrontación entre los distintos estamentos de una compañía no tiene futuro alguno", sostiene. Para el gerente de la asociación de las sociedades anónimas laborales hay que profundizar en "unas empresas participadas por los trabajadores. La participación de los trabajadores en el capital, la copropiedad, facilita la corresponsabilidad y refuerza el sentido de orgullo de pertenencia a una compañía".
Hernández considera que ha existido un "ocultismo total en las empresas y ahora no vale, cuando las cosas vienen mal dadas, decir que damos toda la información. Es preciso cambiar el modelo de empresa para que además de ser un proyecto económico sea también un proyecto de vida para las personas." El responsable de ASLE cree que los sindicatos vascos también tienen una asignatura pendiente. "Se tienen que adaptar a una sociedad que evoluciona, posiblemente a su pesar, pero si no modifican su comportamiento van a desaparecer", precisa.
Pese a todo, Euskadi tiene unos activos importantes para poder ser competitivo. "Tenemos un saber hacer industrial muy importante, gente preparada, y el futuro es industrial. El mundo está creciendo y en los países emergentes se está creando una nueva clase media con 1.000 millones de nuevos consumidores que precisarán bienes y servicios. Aquí hay una oportunidad clara para la industria vasca", defiende Arechaga.
A modo de conclusión, Portocarrero señala que "el País Vasco sigue teniendo atractivos locacionales para la inversión". En concreto hace referencia a las infraestructuras de comunicaciones y transportes, a la oferta cultural y universitaria, a su ubicación geográfica desde el punto de vista de la logística y el mercado, a su tejido empresarial y profesional; "y a la estabilidad política y regulatoria". Por su parte, Hernández insiste en que "sí invertiría en Euskadi pero en un modelo de empresa distinto al actual, en una empresa con participación de los trabajadores" porque, como recuerda Arechaga, "el futuro es industrial".