MADRID. Las cajas de ahorros tradicionales siguen en el punto de mira de los hombres de negro, principalmente porque muchas de ellas brillaron por una pésima gestión que ha provocado la nacionalización de muchas de ellas. En la mayoría de los casos, esa administración estaba además politizada. Ese es el caso de las siete cajas que crearon el grupo Banco Financiero y de Ahorros, matriz de Bankia.

La unión de Caja Madrid y Bancaja incluía a Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja. Todas estas entidades estaban controladas por el PP, que decidió unirlas, con el amparo del Banco de España y el Gobierno de Zapatero, pese a que esa integración no hizo más que incrementar los problemas que las entidades ya tenían: principalmente una gran exposición al ladrillo.

Fue una fusión culminada "en tiempo récord", según aseguró el propio Rodrigo Rato, presidente de Caja Madrid tras una pugna interna del PP madrileño y primer dirigente de BFA-Bankia.