Muchos pocos que hacen algo grande. Esa podría ser una forma sencilla de definir el crowdfunding o microfinanciación, una fórmula que ha encontrado en Internet y las redes sociales su caldo de cultivo y que no consiste en invertir o prestar dinero, sino en apoyar económicamente una causa o la realización de un proyecto.
El crowdfunding o financiación colectiva se ha activado a raíz de las restricciones presupuestarias y crediticias. En vista de cada vez es más difícil -prácticamente imposible- conseguir financiación por las vías tradicionales y de que muchas entidades que hasta la crisis aportaban fondos a organizaciones sin ánimo de lucro ahora han cerrado el grifo, Internet y las redes sociales se han convertido en un medio válido de obtener respaldo financiero para todo tipo de proyectos. El crowdfunding, que ahora mismo es el modelo de financiación 2.0 por antonomasia, ha empezado a cobrar protagonismo tras el éxito cosechado por la película El cosmonauta. Este proyecto demostró a los internautas del Estado español que se podía conseguir que múltiples inversores aportaran dinero para llevar a cabo una obra de teatro o una película, organizar un concierto, editar una revista, crear un videojuego, o lanzar un producto, entre otras muchas cosas.
Esta forma de financiación colectiva, que arrancó en Estados Unidos en 1997, ha tardado casi trece años en hacerse un hueco entre nosotros, pero a lo largo del primer semestre de 2012 su actividad como fuente de inversión ha crecido un 27%. Para muchas personas este sistema de financiación en masa utilizando plataformas de Internet es algo nuevo, aunque cuando se trata de canalizar donaciones o de financiar causas sociales se podría decir que el crowdfunding es una práctica muy antigua: hace muchos años se llamaba "cuestación del Domund", "día de la Cruz Roja",etc.; más recientemente adoptó la forma de abono de cuotas mensuales a una ONG o la de apadrinamiento de un niño para facilitar su alimentación y educación. Se ha dicho incluso que el crowdfunding no es más que la versión on line de algo tan tradicional como pasar la gorra.
Básicamente el crowdfunding utiliza las redes y su público para conseguir financiación. A cambio de su participación en el proyecto elegido, los colaboradores reciben recompensas que van desde ver su nombre en los créditos de una obra (película, disco, etc.), a tener acceso a actos exclusivos o pases privados, disfrutar de una suscripción a una publicación o ser accionista de una startup. Aunque no es lo más habitual, la recompensa también puede ser económica y adoptar la forma de retorno como renta o intereses o la recuperación del importe invertido.
el comienzo "A mí el término crowdfunding no me gusta, porque no se entiende bien, prefiero llamarlo microfinanciación", apunta Jorge García del Arco, que acaba de lanzar una plataforma destinada a financiar proyectos sociales con la filosofía del crowdfunding. El fundador de FlipOver apunta que esto de la microfinanciación "parece nuevo, pero si buceas un poco en Internet te encuentras con que el grupo Extremoduro en el año 89 sacó su primer disco, titulado Rock Transgresivo, con el dinero recaudado vendiendo participaciones de mil pesetas. Ellos no lo llamaron crowdfunding, porque no existía ese término, pero realmente hicieron la primera campaña de crowdfunding del Estado". García del Arco añade que "a veces rebautizamos las cosas, sobre todo las que vienen de fuera, con nombres exóticos cuando en realidad son conceptos que ya existían aquí. El concepto del viaje de fin de curso no deja de ser una especie de microfinanciación, solo que es presencial: haces una colecta, vendes camisetas... al final son muchas pequeñas cantidades que pueden hacer que un proyecto vaya adelante. El proyecto puede ser un viaje de fin de curso o el desarrollo de un prototipo para mejorar la vida de los enfermos de Parkinson".
En los dos años que la microfinanciación lleva pegando fuerte en el Estado español su desarrollo se ha centrado en los campos artísticos y audiovisual, donde se han registrado muchos casos de éxito que abarcan desde la realización de películas y series de televisión, a la edición de libros, la grabación de discos o la financiación de giras de grupos musicales. En estos momentos cualquiera de las plataformas de financiación colectiva que funcionan en el Estado español -por ejemplo Goteo, Verkami, Lánzanos o Partizipa- tienen activadas bastantes iniciativas relacionadas con el mundo del cine, la música y la creación artística. También hay abundantes proyectos innovadores o del campo de las nuevas tecnologías y las TIC, como creación de aplicaciones, videojuegos y empresas on line.
Algunos expertos creen que este sistema de financiación colectiva podría llegar a sustituir las formas tradicionales de producción de bienes culturales y hay grupos que lo presentan como la opción más democrática para producir cultura. Una de las ventajas que ofrece este sistema de financiación es que permite la posibilidad de que los ciudadanos, las empresas y algunas instituciones contribuyan con cualquier cantidad de dinero a fomentar el desarrollo de una iniciativa cultural, pero también tiene el inconveniente de que otros proyectos que sean interesantes pero que no caigan en gracia en Internet, o bien no recurran al crowdfunding no lleguen a ver la luz.
450 plataformas Poco a poco surgen nuevas plataformas que buscan dar viabilidad a muchos proyectos de presupuesto medio o bajo gracias a la colaboración de personas que creen en ellos o que quieren hacer realidad una idea, hasta el punto de que en los primeros meses de este año había activas más de 450 plataformas de crowdfunding en todo el mundo (191 de ellas en Estados Unidos y 18 en el Estado español) que han llevado a cabo con éxito un millón de proyectos. Las redes sociales, la comunidades online y las tecnologías de micropago hacen posible no solo la difusión del proyecto, sino también la búsqueda de personas dispuestas a hacer una aportación y que esta se materialice de forma segura.
Según The Crowdfunding Industry Report, de mayo de 2012, en 2011 se obtuvieron fondos por importe de 1.500 millones de dólares a través de este sistema, lo que supone un crecimiento del 63% en los últimos tres años. Para el ejercicio 2012 se prevé que los fondos captados se incrementen en más de un 90% y superen los 2.800 millones de dólares, así como que el número de plataformas crezca en un 60%.
Actualmente Estados Unidos y Europa lideran, con gran diferencia, este modelo de financiación a nivel mundial y, el Estado español figura en una posición destacada -el séptimo puesto mundial en cuanto a número de plataformas-, según el citado informe.
The Crowdfunding Industry Report indentifica cuatro modelos dentro de esta actividad: el basado en la participación en el capital, que busca un retorno mediante beneficios, rentas y acciones; el crowdfunding basado en préstamos; el de recompensa; y el de donaciones. En las plataformas coexisten estos modelos y en las exposiciones de los casos para los que se busca financiación se especifica si hay recompensa o recuperación de dinero o, por el contrario, se trata de donaciones altruistas.
La inseguridad jurídica sobre el tratamiento fiscal y legal de los proyectos de microfinanciación con retornos económicos ha impedido que este modelo se desarrolle en el Estado español, mientras que en Estados Unidos este año se aprobó la JOBS Act (Jumpstart Our Business Startups Act) que, entre otras cosas, legaliza el crowdfunding en startups para inversores no acreditados.
Un informe realizado por X.net sobre la situación actual del crowdfunding en el Estado español destaca que "al no estar contemplado en la actual ley de mecenazgo", los usuarios del sistema no pueden calcular el coste real y administrativo de las campañas.