Vitoria. La brecha abierta entre el Banco Central Europeo y las autoridades alemanas, con el Bundesbank a la cabeza, se ha recrudecido en las últimas horas, a la espera de que este jueves el BCE concrete como será el esperado programa de compra de bonos de la institución monetaria. Ayer, El ministro de economía alemán, Philipp Rösler, volvió a posicionarse del lado del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, al insistir en que la compra de deuda soberana no sería "una solución duradera" para la crisis en Europa. Horas después, el presidente del BCE, Mario Draghi, justificó su posible intervención en el mercado de deuda por la necesidad de reducir el riesgo de fragmentación de la eurozona.

Las tensiones van en aumento, en una semana que se antoja, de nuevo, decisiva. La prima de riesgo española, el diferencial entre el bono nacional a diez años y el alemán sigue sufriendo las tensiones y cerró la jornada de ayer en 547 puntos básicos; el bono a diez años paga el 6,867%. España es el país que más sufre el acoso de los inversores que desconfían de su solvencia. Por eso el BCE se plantea volver a comprar bonos soberanos, como ya hizo el verano del año pasado, aunque acumula ya 25 semanas sin hacerlo. Es España uno de los países que más pendiente está, junto a Italia, de los pasos que pueda marcar el BCE, para poner en marcha de nuevo la compra, y las presiones se mantienen en ese sentido.

Ayer, la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, aseguró que al BCE le "corresponde trabajar para que la moneda única lo sea de verdad" y pidió que sea "muy consciente de que los problemas por los que atraviesan muchos estados son consecuencia de la incertidumbre". Draghi, quién compareció ante la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, defendió la legalidad de la compra de bonos con vencimientos cortos, de hasta tres años. Según indicó a Efe el eurodiputado socialista español Enrique Guerrero, así como los europarlamentarios conservadores el alemán Markus Ferber y el italiano Mario Mauro, Draghi defendió la compra de bonos en el mercado secundario de hasta tres años, pese a las presiones de algunos ministros y del Bundesbank.

Y todo pese a que el ministro federal alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, advirtió de que "la deuda de los Estados no puede ser financiada con política monetaria". El dirigente recordó que el Gobierno Angela Merkel es contrario a que esa entidad europea compre deuda soberana para reducir la presión de los mercados. Por su parte, el ministro Economía, Philipp Rösler, insistió en que la compra de deuda no es la solución al problema.