Bruselas. Alemania no quiere ni oír hablar de utilizar el fondo de rescate europeo para ayudar directamente a la banca española pero está dispuesta a poner en marcha una alternativa en forma de rescate suave que permita al Estado español solicitar la ayuda de sus socios europeos sin llegar a ser objeto de una intervención total como la que sufren Grecia, Irlanda y Portugal con visitas trimestrales de una troika de funcionarios para examinar que cumplen a rajatabla los ajustes exigidos. La solución que diseña Berlín pasa por canalizar las ayudas a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB).
Las presiones diplomáticas a varias bandas sobre Berlín parece que empiezan a hacer mella. El primer ministro del Reino Unido, David Cameron, y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reclamaron ayer un plan inmediato para resolver la crisis de la deuda de la eurozona. En los días anteriores, Bruselas y Francia hicieron lo propio.
En caso de optar por esta vía, el Gobierno de Mariano Rajoy será quien deberá pedir el préstamo y quien tendrá que devolverlo, un dinero que se canalizaría a través del FROB para circunscribir el problema únicamente al saneamiento de la banca. Esto significa que España no tendría que seguir un doloroso plan de ajuste como el que han tenido que asumir en el pasado los tres países rescatados y que las exigencias se limitarían a la reestructuración de las entidades dañadas y a un férreo control de las mismas.
Una intervención "suave" cuya decisión sigue estando en manos del Gobierno español que es quien debe decidir si solicita oficial y formalmente ayuda. El ministro de Economía francés, Pierre Moscovici, dejó ayer claro que en caso de solicitarla Europa tiene los instrumentos de solidaridad necesarios para recapitalizar con rapidez a los bancos. "Si el Gobierno español lo quiere, si lo decide, tenemos instrumentos de solidaridad que podemos utilizar muy rápidamente", advertía poco antes de entrevistarse en París con el ministro Luis de Guindos
Lo importante antes, sin embargo, es conocer las necesidades exactas de la banca y que los auditores a los que el Ejecutivo español ha encargado la evaluación externa, Roland Berger y Oliver Wyman, concreten la magnitud del problema. Ayer lo recordó el comisario de Mercado Interior, Michel Barnier, y sobre todo el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, que insistió en que su entidad no puede empujar a ningún Estado a solicitar un rescate pero que es necesario que la evaluación sea realista. "Cualquier decisión sobre el fondo de rescate europeo debe basarse en una evaluación realista de las necesidades de recapitalización de la banca y teniendo en cuenta el dinero del que dispongan los gobiernos sin necesidad de acudir a fuentes externas", advirtió.
España, que no descarta tener que pedir el rescate para recapitalizar a la banca, insistió ayer en que no tomará una decisión hasta disponer de los informes sobre el sector. El primero llegará el próximo lunes 11 de junio mientras que el análisis de las auditorías sobre la cartera de préstamos de la banca se espera 15 o 20 días después, hacia finales de mes. Con ellos en la mesa, "el Gobierno español tomará las decisiones que tenga que tomar desde el punto de vista de la recapitalización de las instituciones", aseguró De Guindos tras una reunión con eurodiputados del PP Europeo en la que insistió que no se planteó la posibilidad de solicitar una línea de crédito preventiva al fondo de rescate europeo.
La presión, en todo caso, es evidente. Aunque fuentes comunitarias y alemanas confirman que se trabaja en una segunda alternativa, prácticamente todo el mundo da por hecho que España tendrá que recurrir a ayudas externas.