MADRID. Empresa y fútbol siempre han estado ligados a la vida de Carlos Espinosa de los Monteros. Tal es así que su fichaje por Mercedes se produjo precisamente en el estadio Azteca de México, durante la final de la Copa del Mundo de 1986 que enfrentó a Argentina y Alemania. Invitado al palco por el COI, fue incapaz entonces de volver a decir que no a la suculenta oferta alemana. "Coincidí en el descanso con un grupo de alemanes entre los que se encontraba el número dos de Daimler-Benz, Gerhard Liener, con quien ya había negociado años antes el futuro de Mevosa. Nos saludamos y me contó el proyecto que tenían para España y que necesitaban una persona para dirigir todo aquello", recuerda Espinosa de los Monteros desde su despacho en la mutua de accidentes Fraternidad, frente al Museo de El Prado.
Eso ocurrió en junio. Tres meses después los mismos protagonistas volverían a reunirse en el Salón del Automóvil de Francfort, esta vez con mejores noticias para la dirección alemana. Para entonces, la planta de Mercedes en Vitoria ya existía. Era de otra dimensión y fabricaba un vehículo que se vendía bien en España y sólo se podía exportar a Marruecos y Cuba. Aquel modelo era la MB80. El proyecto era ambicioso. Construir un producto dentro de la gama de Mercedes en exclusiva en un país, con la duda de hacerlo en Alemania o España, lo que supondría sacar la fabricación de suelo germano por primera vez en su historia. La idea era pasar de las 20.000 furgonetas anuales a unas 100.000. "Todo eso me convenció. Tenía además el apoyo del presidente, Edzard Reuter, y fiché. El 1 de enero de 1988 comencé a trabajar".
Desde entonces, 21 años al frente de una compañía donde convivió con todos los jefes de Vitoria (Volker Heuer, Armando Gaspar y Emilio Titos ), convenció al Rey y a Mariano Rajoy, entonces Ministro de Jornada, para la inauguración de la nueva fábrica, y sufrió en primera persona las amenazas "reales" que cada cierto tiempo llegaban desde Stuttgart para adecuar las condiciones laborales. "Fueron años muy bonitos donde coincidí con gente tan buena que el trabajo se hizo simple".