vitoria. 24 horas después del nacimiento de Kemen Group, el móvil de Ernesto Torquemada continúa echando humo. Entidades financieras, instituciones e incluso empresas del sector sondean al gerente de Aralan -recién nombrado vicepresidente segundo de SEA- sobre los detalles de la alianza estratégica con Olabarri y Galdiano, que el pasado miércoles alumbró la mayor constructora vasca en el exterior. Un monstruo con presencia en casi veinte países, una facturación conjunta de 225 millones de euros y 480 profesionales en plantilla, de los que 37 ya pueden considerarse expatriados en Asia, África y Sudamérica. Su objetivo, ser un referente en el mercado internacional de la obra civil y la edificación.

¿En qué contexto se fraguó la integración de Aralan con Galdiano y Olabarri?

Realmente el tractor de esta operación fue la guipuzcoana Galdiano, que llevaba más tiempo madurando la opción de salir al extranjero y que en un momento dado se dio cuenta de que necesitaba más músculo empresarial y financiero para poder competir con garantías frente a constructoras que pueden abordar proyectos de mayor envergadura de los que salen en nuestro entorno. Ante ese panorama real entendió que no había otro camino que buscar compañeros de viaje.

¿Y cuándo llamaron a la puerta de su empresa?

Nos conocimos en la licitación de la obra para la ampliación del Buesa Arena. Presentamos una UTE conjunta y a partir de ahí nos empezamos a conocer, a analizar las filosofías de trabajo, el posicionamiento en el mercado... Joseba Azkarraga, director general de Kemen, nos hizo poco después la propuesta de colaboración y, a continuación, ultimó la búsqueda de un tercer socio.

¿Cuál era el perfil que se buscaba?

Una empresa con vocación internacional y cierta dimensión empresarial y cuya actividad estuviera vinculada a la obra civil o la edificación.

¿Fueron ustedes la primera opción en Álava?

Aralan fue la primera, sí.

¿Habían pensando ya entonces en salir al extranjero?

Hace ya un par de años nos dimos cuenta de que el exterior era una faceta que teníamos que probar sí o sí porque la demanda interna estaba, y está, en franca decadencia. Ya habíamos logrado romper ese temor unos años antes al expandirnos lejos de Euskadi por Madrid, Barcelona o Málaga, pero el salto internacional sí es cierto que daba más respeto. Pero lo hicimos y entablamos conversaciones en Libia, Marruecos y Guinea Ecuatorial.

¿Cuajaron esos proyectos?

Teníamos la inscripción oficial que nos permitía licitar, pero lamentablemente, en vísperas de presupuestar una obra importante en Libia, estalló el conflicto y todo se paralizó. Estamos a la espera.

¿Si no hubieran apostado por la internacionalización, cree que eso habría comprometido el futuro de la empresa?

Aralan tenía claro que esta opción era inevitable. Por eso estamos seguros de que antes o después habríamos salido fuera seguro, pero no en las mismas condiciones que ahora ni desde luego con el abanico de posibilidades que integrados en Kemen tenemos en estos momentos.

En esta alianza cuentan con cuatro socios-colaboradores como LKS, Tecnalia, Euskaltel o Astilleros de Bermeo. ¿Qué papel van a jugar?

Un papel muy importante, en tanto que nos van a permitir que ofertemos proyectos integrales como el de un puerto en África, en el que ya hemos licitado, y que además conllevará que un astillero como Bermeo pueda construir barcos e incluso impartir un aula de formación.

Con el sector en franca recesión en España, ¿cómo están ustedes aguantando el tirón?

En estos momentos tenemos varios proyectos en marcha de VPO que nos garantiza la actividad para los próximos dos años.

¿Entre sus planes de futuro contemplan diversificar la compañía?

De momento no.

Hay quien puede pensar que la aparición de Kemen es sólo la antesala de una posible deslocalización empresarial...

No es cierto. Si apostamos por Kemen es porque queremos seguir siendo fuertes en el País Vasco, continuar creando empleo, generando riqueza y ser un elemento tractor de la economía vasca. Es imprescindible estar fuera para hacernos más fuertes en casa.