Los gentlemen drivers y los conductores más sibaritas siempre han mantenido a Jaguar entre sus referentes automovilísticos. Ahora, la marca británica se enfrenta al reto de abandonar el gueto de los eruditos para abrirse al público. El colchón financiero del grupo indio de Tata permite afrontar ese salto con relativa serenidad. Mientras pergeña nuevas proyectos -baraja un SUV y una nueva berlina de talla media-, la firma del felino saca brillo a una gama liderada por el XJ que ha de consolidarle definitivamente entre la nobleza europea.

El buque insignia de la flota inglesa es, a un tiempo, el principal baluarte comercial y el espejo en el que se miran los demás productos de la casa. Protagonista hace apenas un año de una radical y ambiciosa transformación, el XJ establece el rumbo estético a seguir por sus hermanos. La reciente renovación del XF da testimonio de esa estrecha relación familiar.

El XF sintetiza las esencias de una majestuosa berlina de cuatro puertas con la figura y las maneras de un fascinante coupé. Consigue así una mezcla entre clasicismo y deportividad que no tiene parangón en la categoría Premium, donde es habitual encontrar propuestas que cargan las tintas en uno o en otro aspecto.

La edición contemporánea, que llegará a los distribuidores en setiembre, se anuncia más ambiciosa. Realza la afinidad con el XJ retocando su envoltorio y enriqueciendo las dotaciones. Comienza estrenando un semblante marcado por una nueva defensa, por el capó remodelado y por los diferentes grupos ópticos (ahora monta proyectores de xenón provistos de iluminación diurna por LEDs). Las modificaciones introducidas en la cabina son algo más sutiles. El XF mejora su hermetismo, moderniza la estructura de los asientos buscando confort y sujeción, al tiempo que instala un cuadro de instrumentos rediseñado para incluir nuevos sistemas de información y entretenimiento (cuenta con pantalla táctil de siete pulgadas).

La innovación más significativa en el aspecto técnico tiene que ver con la incorporación de una eficiente motorización turbodiésel. Se trata de un corazón de cuatro cilindros con 2,2 litros que rinde 190 CV de potencia y aporta 450 Nm de par. Este propulsor acredita unas prestaciones notables: permite progresar hasta 100 km/h en 8,0 segundos y alcanzar 225 km/h. Jaguar lo acompaña de sistema Stop&Start con el fin de contener el consumo y generar menos contaminación: consigue un promedio óptimo de 5,4 litros y unas emisiones de dióxido de carbono de 149 g/km. Se conecta a una avanzada transmisión automática secuencial de ocho relaciones, también disponible con el motor gasolina V6 de tres litros (acredita 6,3 litros a los cien y 169 g/km de CO2). La tarifa del XF diésel va desde los 45.900 euros del acabado Classic a los 55.480 euros del más completo Premium Luxury.

Los cambios alcanzan también al XK. El más dinámico de los productos Jaguar enfatiza los rasgos de su envase coupé 2+2 adoptando unos faros más esbeltos, dotados asimismo de iluminación diurna. Los separa una parrilla algo más abultada, bajo la cual aparece un paragolpes renovado; las agallas laterales que airean el motor son ahora horizontales.

Aunque en esta generación el protagonismo recae en la versión ultradeportiva, la gama "convencional" del XK se sustenta en las dos variantes del V8 gasolina de cinco litros, una atmosférica de 385 CV y otra con turbo de 510 CV. Ambas están disponibles en envase coupé y también en formato convertible.

El Jaguar XK menos costoso sale por 104.000 euros. Sus dotaciones incluyen control de tracción, Suspensión Dinámica Adaptativa, transmisión automática secuencial de 6 velocidades con levas en el volante, faros Bi-Xenon y luces LED, asientos delanteros térmicos, control de distancia de aparcamiento, navegador con pantalla táctil y conexión de Ipod y USB.