Vitoria. Que por primera vez en los últimos años todas las centrales sindicales de Mercedes -ocho en la actualidad- se pusieran de acuerdo para hacer frente común ante el discurso de la dirección era algo demasiado bonito como para ser verdad.
Ayer quedó en evidencia este matrimonio de conveniencia al saltar por los aires la aparente unidad de la que el comité hizo gala el pasado 10 de junio, cuando compareció al completo por primera vez para analizar la marcha de la negociación del convenio colectivo. Fue la primera y única foto de una relación que apenas ha durado sesis meses y que son los que la dirección de Vitoria y los trabajadores llevan negociando el nuevo convenio. Un proceso, por cierto, que después de casi 20 reuniones no ha sido capaz de lograr un solo avance.
Con este clima enrarecido, el divorcio, que era ya un secreto a voces en la propia factoría, era sólo cuestión de tiempo. La "inexplicable" actitud de ELA, segunda central en importancia con siete delegados y portavoz además de la Mesa Negociadora a través de Igor Gebara, decidió hace semanas actuar por libre, cruzando varias "líneas rojas" que el resto de centrales no sólo no toleró sino que le granjeó durísimas recriminaciones en privado. Hasta entonces, por el bien de la unidad del grupo de cara al exterior, los trapos sucios se decidieron lavar en casa. Se pasó por alto así la petición de huelga general durante 15 días que ELA planteó tras la negativa de la dirección de Mercedes a mediados de junio de variar su plataforma laboral. Incluso una formación históricamente próxima como LAB rechazó esta medida de presión.
El siguiente frente abierto por la central nacionalista se produjo el 8 de julio, al cargar duramente en una carta dirigida a sus afiliados contra la labor del resto de centrales, a las que acusó poco menos que de estar al servicio de la empresa y mentir a los trabajadores. Esa misiva, repartida y publicada un viernes por todos los talleres de la fábrica, fue el germen de una semana de máxima tensión intersindical que terminó por estallar el pasado jueves, cuando la formación de Gebara anunció de viva voz entre la plantilla la existencia de un preacuerdo entre el resto del comité y la empresa para firmar el convenio. Una afirmación "absolutamente falsa" que precipitó los acontecimientos ayer viernes, con la consiguiente ruptura del comité. ELA por un lado y el resto, a la espera de lo que decidan ahora sus bases. Este periódico trató ayer de atender la postura del sindicato nacionalista, aunque sin éxito.
"nos jugamos mucho" Sea como fuere, la ruptura -provocada intencionadamente para algunos- llega en un momento especialmente delicado para los intereses de los 3.200 trabajadores, ya que justo ayer visitó Vitoria uno de los pesos pesados de Mercedes Benz, el Dr. Bemzinger, responsable mundial del proyecto VS20. Acompañado por su traductor y escoltado, entre otros, por el director general de la fábrica alavesa, Emilio Titos, el director de Recursos Humanos, Rodrigo Navarro, expuso durante 80 minutos la importancia del proyecto, adelantó su preferencia por Vitoria y advirtió, eso sí, que el premio gordo tiene un precio, cumplir los mismos requisitos que desde hace meses viene defendiendo Titos: reducción de costes, productividad, flexibilidad y movilidad laboral. "Nos jugamos todos mucho, así que ustedes sabrán lo que tienen que hacer. Yo tengo confianza en esta planta y en la calidad de sus trabajadores, pero para que este proyecto sea rentable es necesario que alcancen un acuerdo social", conminó a los presentes.
También sorprendió el ejecutivo alemán afirmando que Vitoria es "la planta más barata" para fabricar el nuevo modelo y anunciando la existencia de ofertas en Mercedes para sellar una alianza con otras empresas del sector que permitan el ensamblaje de todo o parte del futuro VS20. Una "farolada", según algunos testigos, que aprovechó Titos para concluir la reunión con un mensaje rotundo: "A partir de ahora no habrá más reuniones en grupo, así que el que quiera avanzar ya sabe donde estoy", vino a decir.
Con este argumento y con los ánimos caldeados por la actitud de ELA la víspera, la reunión que los miembros del comité mantuvieron después fue especialmente tensa, ausentándose, por cierto, el portavoz de la central nacionalista. Para entonces, las redes sociales ya echaban humo y los diferentes comunicados que el resto de sindicatos habían hecho llegar a sus afiliados para "desenmascarar la farsa de ELA" eran vox populi. En todos ellos se acusaba con dureza a esta central de "mentir" a la plantilla y "torpedear" las negociaciones. Hubo mensajes también focalizados en su portavoz, al que culparon de estar "superado por los acontecimientos y ser incapaz de asumir la responsabilidad" que le confiere su cargo como líder de los trabajadores en la negociación. Y los hubo además que celebraron "por fin" el comienzo de las negociaciones "después de seis meses perdidos". "¿A qué juega ELA?", se pregunta a estas alturas el resto del comité. "¿Por qué juega tan sucio?".
jugando con fuego Bajo esta tesitura, el futuro se presenta incierto. Sí ya de por sí el escenario era complicado para la plantilla, el desencuentro sindical no hace sino añadir más incertidumbre a un polvorín que urge responsabilidad y compromiso. Ya hay quien apunta en esta línea que CCOO, UGT, Ekintza y USO podrían liderar esta nueva etapa asumiendo la mayoría que le confieren sus 14 delegados y negociar con la empresa. Es una posibilidad. La otra, más remota, que ELA recule y asuma su verdadero papel. "La plantilla no está para bromas", explicaba ayer a DNA un portavoz. "Estamos jugando con fuego y cuidado que no nos vayamos a quemar después", avisó otro veterano.