BARCELONA.¿Nos sacarán los valores y el conocimiento de esta crisis o caeremos hasta el quinto infierno y las pasaremos canutas? ¿Merece la pena hacer fuet y chorizo y mantener una empresa, cuando su dueño podría vender los metros cuadrados que ocupa la planta productiva y hacerse de oro; o es mejor reinventarse, innovar, buscar lo diferente en cada negocio y seguir luchando ante la adversidad?
Un controvertido economista, Santiago Niño Becerra; un cocinero y empresario que vive su mejor momento profesional, Andoni Luis Aduriz; una empresaria de una histórica firma de embutidos catalana, Adriana Casademont; y el físico y divulgador científico Jorge Wagensberg debatieron el miércoles en Barcelona sobre la crisis, el efecto del optimismo en la recuperación económica, la necesidad de innovar y el fin de un modelo que consideran agotado. Sus reflexiones protagonizaron el encuentro de innovación que la firma guipuzcoana Ibermática viene organizando desde 2005.
El periodista tarraconense Xavier Grasset lanzó el debate: ¿Ayuda el optimismo a superar la crisis? El economista Santiago Niño Becerra centró su discurso en las expectativas. "Esta tarde hemos empezado hablando de optimismo y hemos terminado hablando de expectativas, motivación, fracaso y responsabilidad. Las expectativas son lo primero y de ahí vamos llegando al optimismo o el pesimismo. Si queremos llegar a París y solo llegamos a Toulousse... ¿Qué pasa? Llegar a Toulousse es mucho ¿o no?", arrancó.
Casademont, por su parte, defendió el valor del optimismo, porque "permite obtener mejores resultados; para temeridades, ya tenemos a algunos políticos", añadió. En su opinión, el hecho de no estar acostumbrados a vivir con esta crisis es lo que hace que "tengamos la moral tan baja, que además se exagera. En Argentina, por ejemplo, ya se han acostumbrado a vivir en la crisis".
Para Aduriz, "siempre se puede ser optimista, pero acompañado de constancia, perseverancia y un poquito de conformismo que te lleve a disfrutar de lo que uno tiene".
En la misma línea, el físico y divulgador científico Jorge Wagensberg afirmó que "las situaciones y las expectativas no son reales ni falsas; simplemente se aceptan o no", y para ello valoró, además del optimismo, el papel que juega el humor en el camino hacia la autocrítica.
19 crisis en 2.000 años: Tropezar con la misma piedra Para Niño, sin embargo, "la realidad es horrorosa; vamos a bajar al quinto infierno; tenemos una deuda que es una salvajada, pero a partir de aquí, vamos a empezar a movernos; motivémonos y hagamos cosas. De esta crisis saldremos pero las vamos a pasar putas; tendremos que trabajar al 130%". Precisamente, Niño Becerra recordó que en 2.000 años de historia moderna "hemos tenido 19 crisis de estas; el hombre es el único animal que ha tropezado 19 veces con la misma piedra porque somos imperfectos", dijo.
Este tipo de recesiones "duran diez años y ésta empieza ahora; lo hizo en la reunión del Ecofin del 7 de mayo de 2010; lo anterior fue la precrisis, que sirvió para ignorar que había crisis. Ésta acabará en 2020. Aceptémoslo, y a partir de aquí, vamos a ver qué se puede hacer. Esto es ser optimista".
Casademont, por su parte, criticó la perspectiva de unos "economistas que solo se fijan en lo macro, pero luego hay que fijarse en lo micro. Vosotros, los economistas, tenéis la teoría, nosotros, los empresarios, la práctica". Sí coincidió, sin embargo, en que "hemos tocado fondo porque el modelo no funciona. Hay que reinventarse".
Niño Becerra insistió en que el modelo actual está viciado porque para "avanzar hay que endeudarse. Este modelo en el que hemos vivido ha dado por supuesto algo que era intrínsecamente falso, que la cantidad de recursos era ilimitada. El nuevo modelo irá hacia la optimización de la eficiencia".
El físico catalán Jorge Wagensberg coincidió en que "todos los modelos económicos están basados en un crecimiento infinito y no se puede crecer indefinidamente", pero criticó que los economistas que tanto teorizan no predijeron la crisis.
Crecimientos "pecaminosos": Un modelo agotado Entre los empresarios, Casademont afirmó que "las empresas deberán mejorar la productividad y reducir costes", un escenario que, en su caso, le "motiva más" y añadió que "ser empresario hoy en día tiene un componente vocacional" importante: "Hemos vivido tiempos de crecimientos exagerados, casi pecaminosos... ¿Realmente tenemos que hacer fuet y chorizo cuando solo vendiendo los metros cuadrados que ocupa la fábrica me podría hacer de oro?". Ella cree que sí.
La consejera delegada del grupo cárnico Casademont aseguró que con esta crisis "nos hemos vuelto mejores, porque se ha recuperado el orgullo de pertenecer a una empresa, de tener trabajo. La suma de conocimientos de todos es lo que da el valor total de las empresas".
Aduriz, por su parte, fue el mayor defensor de la innovación y calificó el suyo Mugaritz está considerados actualmente como el tercer mejor restaurante del mundo como un "proyecto muy singular, de militancia" y que ha conseguido atraer a "entusiastas de todo el mundo. No pretendemos que nuestra comida guste, sino que sea novedosa y eso tiene mercado. En la escuela de cocina me enseñaron a cocinar bien y lo que yo hago hoy en día es cocinar distinto. A veces un cliente me dice que no le ha gustado. ¿Y qué quieres que te diga? Tenemos clientes de todo el mundo. Lo único que podemos hacer es trabajar con sinceridad. El fracaso o las expectativas no cubiertas son parte del juego. Esto es así. Yo tengo que estar en la excelencia, aunque no se me reconozca". En este sentido, Aduriz señaló que gran parte de sus clientes son empresarios y "todos están interesados en cómo hacemos las cosas. El discurso que manejan es el mismo siempre. El 99% de las empresas hacen calidad, innovación, servicio al cliente... Todos hablan de los mismos valores, la diferencia quizá esté en el orden en el que cada uno pone los valores. ¿Primero calidad o retorno económico?"
Un futuro diferente: "Habrá menos empresas" "El dinero ha aparecido como un regulador de la economía de trueque. Era un intermediario entre lo yo quiero y lo que quiero tener. Hoy en día, los bienes son los intermediarios para tener dinero", apostilló Wagensberg. "En el fondo, siempre ha sido igual, acaparar poder", aportó Niño, quien considera que en el futuro iremos a un mundo con "menos empresas y más competitivas. Un mercado ultracompetitivo, en el que cada vez trabajará menos gente que será súper eficiente, mientras el resto simplemente estará ahí. Habrá que ir pensando en crear un subsidio de subsistencia, que permita a los millones de parados que habrá ingerir los hidratos de carbono suficientes para subsistir", remató.
Para este economista, "los bancos no tienen la culpa" de lo sucedido, "simplemente han sido los que han permitido el crecimiento y los que han precipitado la caída". Sobre los millonarios beneficios que anuncian, se muestra escéptico. "¿Beneficios?, sí, pero pregunten dónde están. Ese dinero no existe; son bytes de ordenador que están flotando. Derivados financieros, apuestas sobre apuestas. Su volumen es cinco veces el PIB del mundo".
Buscando soluciones: Conocimiento e innovación Las soluciones a este negro panorama que dibujó Niño las pusieron sus contertulios. Casademont apuntó que la crisis agudiza el ingenio, "nos hace ponernos las pilas. Las empresas se mueven y crecen y yo tengo mucha confianza en la gente joven, que está súper preparada". Para Aduriz, "lo importantes es la forma de estar en el mundo" y cree que "lo único cierto es que los valores nos sacarán de esta crisis. La codicia me da pánico y es un cáncer para la sociedad".
Según Wagensberg, "solo cabe investigar, innovar. Hay una cosa clara, y es que después de la catástrofe de Japón" y la crisis nuclear, la energía es una alternativa de progreso. "Por ejemplo, un litro de gasolina tiene un montón de sustancias aprovechables como para que lo quememos en un motor. La respuesta a la crisis es conocimiento, conocimiento y conocimiento".