vitoria. Más gasolina al fuego, que no proclama tregua. Porque lejos de sofocarse, las llamas del caso Epsilon -otro más en Álava- continúan avivándose conforme se suceden los testimonios de quienes tratan de analizar la delicada situación financiera de la empresa, en estos momentos en preconcurso de acreedores a causa de las deudas millonarias que arrastra en los últimos tres años. Más de siete millones de euros a pesar de haber recibido en este tiempo otros 50 millones entre subvenciones, créditos y avales públicos. Una situación "muy delicada y preocupante" para Industria y el Parque Tecnológico de Álava, que estos días trata de digerir el marrón heredado del anterior equipo de Gobierno (PNV), a quien acusan en público y privado de haber sobredimensionado un proyecto empresarial "mal gestionado, dudoso y del que no hay constancia de informes jurídicos que lo avalasen", aseveró ayer Bernabé Unda durante su comparecencia en la comisión de Industria que está tratando de esclarecer los hechos.
Visiblemente contrariado y molesto con las "sorpresas" que su departamento está encontrando conforme escarba en los orígenes de la llegada de Epsilon a Miñano, el consejero de Industria se despachó ayer con contundencia y datos ante los diferentes grupos parlamentarios. Y lo hizo sólo seis días después de que en la misma silla que ayer ocupó se sentara Joan Villadelprat, el voluntarioso presidente de la escudería vasca que ante los mismos portavoces políticos aseguró: "Epsilon está vivo; sólo pido cariño, respeto y tiempo al Gobierno Vasco para dar con un potencial inversor".
¿llega el inversor? La respuesta de ayer de Unda, lejos de reportar ternura sugirió más bien todo lo contrario. De sus palabras pudo interpretarse que la defunción empresarial de la compañía es una opción cada vez más real si no aparece ese mirlo blanco con el que Villadelprat aseguró la semana pasada estar en negociaciones en estos momentos. "El modelo de negocio no es sostenible y tenemos que replantearnos esta historia. Nos piden paciencia y cariño y si el proyecto es capaz de reinventarse con un plan de negocio creíble y con un empresario dispuesto a aportar y capaz de convencer a las entidades financieras de su viabilidad nos tendrá a su lado, en caso contrario no", advirtió el consejero.
Desde su llegada a la cartera de Industria, el caso de Epsilon ya dio mala espina al que fuera máximo responsable de La Naval, un ingeniero acostumbrado a edificar sobre criterios de gestión y riesgo controlado, y al que la improvisación, literalmente, le saca de quicio. Pues bien, las noticias que cada día su equipo de colaboradores le trasladan en relación a esta compañía no hacen sino confirmar que estaba en lo dicho. La espectacular Epsilon está llena de dudas -"nunca fue una operación de futuro", dijo ayer-, y eso, con los mercados agitados y el crédito cerrado, supone un problema de órdago para el Gobierno. Por si fuera poco, el consejero echó ayer por tierra una de las ilusiones a las que se agarra Villadelprat para garantizar la supervivencia de la compañía, la Fórmula 1: "No tiene posibilidades de entrar en este negocio", anunció con solemnidad el titular de Industria amparándose en la información recabada por su departamento.
"Sin engaños ni trampas" En este escenario, desenmascarada la versión de la firma alavesa por parte del Gobierno, la pregunta que ayer dibujaron todos los grupos -con la excepción del PNV- es: "¿Qué va a pasar a partir de ahora?". Lo que el consejero pudo adelantar es que se está analizando la forma de resolver el problema, aunque si se rescata a la firma con ayudas públicas, el consejero no es partidario de que luego quede en manos privadas. "O se hace desde los fondos públicos si se determina que es un proyecto estratégico, o mediante formula público-privado, o con un plan de viabilidad realista creíble e informando a Bruselas", planteó. A su juicio, la empresa no tiene en estos momentos un plan de viabilidad "serio" que le permita salir a flote. "Ojalá aparezca un inversor y resurja, pero sin engaños ni trampas", concluyó.