vitoria. El diseño de Ofita históricamente ha cotizado al alza, por eso en estos momentos, advierte Camilo Agromayor, es preciso asimilar dos conceptos básicos para seguir manteniendo su status quo. Innovación y flexibilidad. "No hay otra forma para ser competitivos".
¿Cómo han cerrado el año?
2010 ha sido un año malo, difícil, muy complicado desde un punto de vista de negocio. Hemos sufrido una caída de ventas y nuestros clientes han llevado a cabo recortes, lo cual ha provocado, lógicamente, sus consecuencias.
Tal vez uno de sus mayores problemas es que entre su nómina de clientes hay muchos agentes públicos e institucionales...
Así es. Trabajamos para el Gobierno central, para los autonómicos, los ayuntamientos, las diputaciones... Y todos ellos han llevado a cabo severos ajustes debido a las dificultades. Las consecuencias han sido, por tanto, importantes.
Al menos su no dependencia del sector de la construcción, uno de los grandes damnificados por la crisis, les ha permitido seguir vivos...
Efectivamente. El boom de la construcción se focalizó básicamente en las viviendas y ahí nuestro negocio es mínimo.
¿Dónde son fuertes ustedes?
En el mobiliario de oficina para administraciones y compañías de un perfil medio alto.
¿Tiene usted miedo a que desaparezcan aquellos grandes contratos que conseguían hasta no hace mucho tiempo?
No, por que eso ya está ocurriendo. Desde hace un año, además. La gente no tiene recursos o si los tiene son más reducidos, y mira mucho más el euro, como es lógico. Por eso las empresas y los compradores están apretando mucho más las tuercas.
En este contexto de incertidumbre, con una crisis que se está llevando por delante empresas históricas del sector en Álava como Kemen, ¿qué ha hecho Ofita para salir a flote?
Hemos tenido que tomar medidas de ajuste para adaptarnos a la nueva situación y asegurar el futuro de la empresa. Y empezamos a hacerlo en septiembre 2008, cuando ya se veía venir algo gordo. El Gobierno en aquel momento yo creo que no supo reaccionar adecuadamente y al final la ola nos cogió.
¿Pero qué tipo de medidas?
Ajustes en todas las áreas, ERE de regulación -no teníamos mucho margen de maniobra si queríamos salir adelante-, ajustes a nivel de contratos de arrendamiento, de limpieza, de vigilancia... Todo se vio sometido a un nuevo escrutinio y una nueva situación.
¿Usted es de los que piensa que esta crisis es pasajera o, por contra, cambiará todo?
Esta crisis es un toque de atención muy serio para todo el mundo, sin excepción. Los gurús dicen que los españoles tenemos una tendencia a ser muy extremistas y cuando nos gusta vivir bien, quizá no hemos sabido medir bien el cuánto, y ahora que estamos fastidiados, viceversa, somos mucho más pesimistas.
¿Cómo encaran en Ofita el futuro más inmediato?
Una vez recibido el cachete y asumida la nueva situación, hemos desarrollado este año un plan estratégico hasta 2013 para adaptarnos cuanto antes al mundo que nos toca, que es muy distinto y va a serlo durante muchos años.
En estos momentos, ¿de qué color son los números que arroja la cuenta de explotación de Ofita, negros o rojos?
Este año hemos hecho parra, es decir, ni negros ni rojos.
¿Y está satisfecho dadas las circunstancias?
No, no estoy contento, porque en este caso, las decisiones siempre se toman tarde. Es muy difícil anticiparse a los acontecimientos en situaciones tan extremas y ésa es la principal dificultad. Pero hombre, después de un 2009 complicado y un 2010 todavía mucho más, al menos creo que en Ofita estamos ya en la senda de mirar hacia adelante y no hacia atrás. Los años dorados se acabaron ya.
¿En el ámbito empresarial comparte usted la teoría de que a partir de ahora nos va a tocar a todos trabajar más y ganar menos?
Sí, lo comparto. Sin duda alguna y por varias razones. Hay que pagar el agujero que tenemos, hay que seguir pagando a la gente que no tiene empleo y hay que pagar el agujero del sistema bancario, que está por determinar y que nadie lo quiere poner encima de la mesa porque se alguien lo hiciera, igual sería catastrófico. En resumen, tenemos que pagar un agujero muy importante y para pagarlo antes y volver a ser un poco más ricos de lo que somos ahora toca apretarse el cinturón y arrimar el hombro todos. Y eso se traduce en una ecuación simple: trabajar más y ganar menos.
¿Cuánto, un 30%, un 40%?
Eso sería excesivo. Creo que hablar de cifras entre un 5%ó un 10% sería razonable. De hecho hay muchas empresas que han tenido que plantear esta rebaja ante sus plantillas como contrapartida para evitar el proceso concursal, que ya se sabe que en el 85% de los casos termina muy mal.
Como empresario, ¿qué opinión le merece la reforma laboral que el Gobierno aprobó en junio?
Yo me alinearía con lo que hace unos días dijo el nuevo presidente de la CEOE, Juan Rosell. La reforma tendría que haber hecho más y mucho antes, pero como eso ya no tiene solución... Hay que hacer más. Se ha quedado muy corta.
¿Qué echa en falta?
Un redimensionamiento del estado de las autonomías, por ejemplo, que ya no se soporta. Y no es que haya estructuras que se duplican, sino que se triplican en algunos casos, y eso es inconcebible. La vía de poder crecer más rápidamente pasa por ser más flexibles; ser mucho más competitivos.
¿Y cómo interpreta usted esto?
Trabajando más y ganando menos, insisto. Además de innovar e invertir. Esto permitirá a las empresas aumentar su actividad empresarial y, en consecuencia, crear empleo. Sin compañías no se acaba el paro.
Existen firmas cuya situación es tan buena que podrían crear empleo si no fuera por el miedo y la incertidumbre a lo que pueda pasar a corto plazo. ¿Es su caso?
No, lamentablemente, pero si así lo fuera, parece lógico asumir que dichas contrataciones no podrían llevarse a cabo aplicando los mismos principios que hace dos años, no puede ser. El escenario es otro y eso hay que entenderlo, aunque creo que todavía seguimos pensando en pasado.
¿Se refiere a los sindicatos?, ¿cree que están actuando conforme a las nuevas reglas del juego?
Debería ser así, pero no lo estoy viendo. Y la prueba más reciente es que acaban de convocar una huelga general para enero. Hay cosas tan evidentes y obvias de lo que está ocurriendo... Alemania tomó medidas en su día y ahora está creciendo por encima del 3%; lo mismo que algunos países de sudamérica como Brasil o Chile, que está creciendo al 7% después de la que acaba de pasar con los terremotos y demás. En estas y otras economías no hay tanta inflexibilidad ni tantas cortapisas a la hora de hacer propuestas y cosas.
¿Qué entiende por flexibilidad?
Hacer cosas distintas y también llevar a cabo inversiones, lo que redunda después en una mejora de la competitividad. Alemania es un buen ejemplo. Ha consensuado conceptos de flexibilidad en las empresas y ha realizado inversiones en su país. Los Mercedes se siguen diseñando y construyendo en Alemania, no en China.
¿Qué porcentaje de sus beneficios redundan después en la apuesta por la I+D?
En nuestro caso hay que hablar de un departamento de ingeniería que se dedica a la I+D del producto y otro que analiza los procesos de gestión para fabricar dicho producto. Es decir, cómo elaborar las cosas de forma más económica y mejor. A esta rama industrial Ofita dedica entre el 4% y el 5% de sus beneficios cada año.
Las empresas con presencia internacional están soportando mejor la crisis, sostienen todos los expertos. ¿Ustedes qué importancia conceden a este capítulo?
Altísima, hasta el punto de que es una de las líneas estratégicas que nos hemos marcado para los próximos tres años. En estos momentos exportamos el 15% de nuestra producción, aunque la idea es alcanzar en 2013 entre un 25%-30%.
¿Dónde están presentes?
En muchos países... Europa, Sudamérica,Latinoamérica, Oriente Medio, que es una zona con un potencial tremendo...
¿Por qué no Estado Unidos?
Fundamentalmente porque de allí son y allí están los tres principales fabricantes del mundo de nuestro sector, y además por que el coste de los fletes hace inviable cualquier envío.
¿Han sopesado la posibilidad de montar otra fábrica en alguno de esos países, además de la matriz de Betoño?
Es una posibilidad que sí hemos manejado, aunque el momento actual no es el más indicado.
¿Qué le pide al 2011?
Que cumplamos los objetivos de crecimiento que nos hemos marcado, del 10%, y que sepamos contagiar a toda nuestra gente para que miren hacia adelante y dejen un poco de lado ya la zozobra de la crisis. Y también pediría al sistema financiero que completara con éxito el reajuste en el que anda en estos momentos. Las empresas necesitamos que los bancos y cajas crezcan para que abran el grifo y faciliten el crédito. Y además, sobre todo en nuestro caso, para que asienten su posición y renueven sus mobiliarios, que constituyen la base de nuestro negocio (risas).