vitoria. El fantasma de la deuda vuelve a situar a España ante los focos de los inversores internacionales que, tras prestar ingentes cantidades de dinero a administraciones, empresas y particulares españoles, ven con resquemor la posibilidad de que no cobren los intereses previstos en los plazos fijados. Y para estar más tranquilos demandan al Gobierno Zapatero que restrinja los gastos en capítulos como las pensiones y en la reestructuración del sector financiero, dos asuntos que no van tan rápido como prometió el Ejecutivo.
El resultado es que el coste de la deuda pública española se ha vuelto a disparar en los mercados. La rentabilidad del bono español a diez años alcanzó ayer el 4,430%, la más elevada desde mediados de julio, días antes de publicarse los test de estrés a la banca, aunque al final del día bajó al 4,37% tras conocerse que Grecia había colocado 390 millones sin problemas y sospechar que el BCE había apoyado a Irlanda cuyos bonos cotizaron al 7,89%.
Los inversores internacionales mantienen su preocupación por los elevados niveles de deuda, combinados con una evolución nada positiva del PIB, de varios países periféricos de la Unión Europea como Irlanda y Grecia, y ese nerviosismo ha vuelto a tocar a España.
¿Hay razones objetivas para el nerviosismo internacional? Pues los analistas consideran que con una economía cuyo crecimiento va a estar estancado también el próximo año, -La Caixa señaló ayer que el PIB español sólo crecerá un 0,7%, por debajo de las previsiones del 1,3% del Gobierno-, el elevado endeudamiento español sí puede ser un problema.
No hay que olvidar que la deuda total de la economía española (pública y privada, en manos de todos los agentes económicos: empresas y bancos españoles y extranjeros) alcanzaba en 2009 el 342% del PIB, según un informe reciente de McKinsey Global Institute. Esa cifra, más de 3 billones de euros, sólo es inferior a la de Reino Unido y Japón.
La deuda externa de España (considerando el endeudamiento público y privado en manos de extranjeros) ascendía al 167% del PIB, -cerca de 1,5 billones de euros-, similar a la de Alemania y Grecia, pero muy superior a la de EE.UU. (94%) o Japón (42,2%) aunque inferior a la que contabilizaban países como Gran Bretaña (413%) o Irlanda (1.052%), según datos del FMI.
Para valorar la magnitud de dichas cifras hay que tener en cuenta que frente al 1,5 billones de deuda en manos extranjeras, los presupuestos del Estado y de la CAV para 2011 contemplan unas cifras de 209.283 millones de euros y 10.549 millones, respectivamente.
Es más, el Estado contempla, según los PGE de 2011, destinar 27.420 millones de euros a gastos financieros, básicamente pagar los intereses de la deuda, una partida que supera los 26.982 millones de euros destinados a pagar los salarios de todos los funcionarios de la Administración central.
Y en ese contexto, la posibilidad de que el Gobierno español dirigido por José Luis Rodríguez Zapatero no controle el gasto en los próximos ejercicios preocupa sobremanera a los inversores foráneos, especuladores o no.
Más caro que Alemania Por ello, la prima de riesgo ofrecida a los inversores por el bono español a diez años respecto al referente en la UE que no es otro que el bund alemán llegó a alcanzar ayer martes los 208 puntos básicos, impulsada por las citadas dudas sobre la recuperación económica de los países periféricos, en especial Irlanda.
Los inversores en los mercados de deuda pública reclaman rentabilidades más altas para comprar la deuda española, deuda cuyo aseguramiento en caso de un hipotético impago, también se ha encarecido sustancialmente.