La guerra de depósitos entre los principales bancos para captar los ahorros de los españoles la desató el pasado mes de marzo Emilio Botín, presidente del Banco Santander, cuando ofreció un depósito a 12 meses con una rentabilidad, hasta entonces inédita, del 4%. Como es costumbre, el resto de competidores tardó poco tiempo en reaccionar con productos similares ante la amenaza de Botín. El objetivo era y sigue siendo conseguir liquidez, clientes nuevos o robárselos directamente a la competencia. La estrategia, de momento, está afectando de lleno a las cajas de ahorro, que ofrecen productos cuatro veces menos rentables y, en consecuencia, habrían perdido en los últimos doce meses cerca de 22.000 millones, según datos del Banco de España. La puntilla para este colectivo la ha dado ahora la Generalitat, que ha vuelto a romper el mercado con su 4,75%. En su caso, sin embargo, la oferta no responde a una captación de nuevos clientes sino a la imperiosa necesidad de liquidez que tiene para aliviar la salud de sus arcas públicas, que arrastran una deuda que a finales de año será de 40.000 millones, el doble que en 2007.