Hay veces en que los negocios, las oportunidades, esperan a la vuelta de la esquina. Sólo hace falta cruzarla para percatarse de que siempre estuvieron ahí, expectantes a que alguien las tuviera en cuenta. Infinidad de proyectos empresariales han surgido así a lo largo de la historia. En Álava, concretamente en el polígono de Júndiz, se vive estos días un fenómeno parecido. En este caso, además, con cierto aire exótico. Se trata de la compañía japonesa Gosei Nakawaga, especializada en inyección de plástico y que rinde cuentas en la provincia desde 1996. Entonces, en su época dorada, llegó a emplear a más de un centenar largo de trabajadores. Hoy, con una crisis aún latente y un mercado constreñido, su plantilla apenas alcanza los 22 empleados. Es el precio de la globalización empresarial.

En este contexto de incertidumbre Gosei ha asumido la necesidad de explorar nuevos nichos de mercado para sobrevivir más allá de las piezas de plástico que fabrica para compañías del sector del automóvil como Volkswagen o Seat, o para firmas del sector del electrodoméstico como el Grupo Mondragón. Más allá de todo eso, ha habido que buscar otras fórmulas que aseguren la rentabilidad no ya sólo de la sede de Vitoria sino de las del resto de filiales que el grupo tiene repartidas por el mundo.

El proyecto más incipiente en el que trabaja en estos momentos Gosei -de fomento en una fase casi experimental- procede de Tokio, capital donde se encuentra la matriz del grupo, y responde al nombre de Plabone, una innovadora y flexible estructura de plástico de fácil montaje, similar al de los juguetes de Lego, que pretende introducirse con fuerza en el mercado de los invernaderos. La idea, sostiene Toshiro Kawanaka, administrador y nieto del fundador del grupo Nakagawa, "es que cualquier persona pueda crear su propia huerta a medida y cultivar en casa alimentos orgánicos". Las aplicaciones de este esqueleto, sin embargo, no quedan ahí, ya que pueden estar enfocadas incluso a la construcción de un garaje, un cobertizo o un almacén. Todo hasta un máximo de 18 metros cuadrados. El valor añadido de Plabone, asegura Toshiro, radica en las características de su diseño, que facilitan un montaje rápido en cualquier escenario como en un jardín, una huerta o una terraza de suelo rígido. Además, destaca también el empresario japonés su estructura modular, que define como ligera, resistente, flexible y fácilmente transportable. De momento, Gosei sólo se encargará de la comercialización del producto en el Estado a la espera de que el volumen de ventas aconsejen una inversión específica en Vitoria para la producción no sólo del plástico sino del resto de la estructura.

el origen

Aquel cultivo de perlas...

El origen de Plabone surge en 2000 en la prefectura de Mie (Japón) como solución al cultivo de perlas en tierra. Fue Hiroshi Kawanaka, abuelo de Toshiro, quien decidió desarrollar una lámina de plástico especial para el cultivo de las ostras fuera del mar, dado que la calidad de éste resultaba cada vez más compleja de controlar. A este desarrollo unió después un concepto de montaje al estilo de los juguetes de Lego para que la "sencillez" no fuera un impedimento en su compra. La experiencia de 50 años del grupo y su tecnología especializada en la inyección de plástico hicieron el resto. De momento, aseguran desde Júndiz, la idea es fabricar 3.000 unidades el año que viene y otras 10.000 más en 2012. "Digamos que ésta es la cantidad necesaria para que el proyecto sea rentable", estima Toshiro, un tipo peculiar al que rara vez se le ve por la sede de Vitoria. Su cadencia de visitas siempre es la misma. Acude a la capital alavesa desde Tokio entre dos y tres veces al año y lo hace por un periodo no superior a las tres semanas. "Es suficiente para ver cómo marchan las cosas y marcar algunas directrices a mi equipo", revela. El resto del año lo pasa viajando por el resto de filiales que el grupo Nakawaga tiene repartidas por Vietnam, China, Tailandia, Corea, Hong Kong y Japón. De su país de procedencia, precisamente, destaca Toshiro las oportunidades que presenta hoy para las empresas extranjeras en el campo del diseño estético -"los japoneses no tenemos gusto", reconoce-, mientras que de la amenaza china reconoce que es peligrosa, pero vulnerable. "Hay que ir a las cosas invisibles, a sus puntos débiles. Hay cosas que ellos nunca podrán hacer y es ahí donde hay que apostar", concluye.

Gosei Nakawaga fue fundada en 1937. En principio se dedicó a hacer jaulas para cojinetes y posteriormente, tras la Segunda Guerra Mundial, comenzó a fabricar programadores para lavadoras en colaboración con Panasonic. Aparte de este producto, que se sigue fabricando en la actualidad, Nakawaga produce temporizadores para frigoríficos, hornos microondas, pequeños interruptores, bombas para lavadoras y pequeños aparatos eléctricos. La primera empresa de fabricación de temporizadores para hornos en Europa se fundó en 1986 y de inyección de plástico en 1991. Los principales clientes de la compañía son Hitachi, Panasonic, Toshiba, Toyota, Sanyo y Sharp.