madrid. Madrid vivió ayer una jornada de tranquilidad en su subsuelo, con andenes y vestíbulos de metro vacíos, y de enfado y nervios de miles de madrileños que no consiguieron llegar a tiempo a sus destinos por la huelga "salvaje" de los empleados del suburbano, que ha sumido a la capital en el caos. La segunda jornada de huelga en el Metro supuso un paro total, debido al incumplimiento de los servicios mínimos decretados, y a pesar de los intentos de la compañía de abrir alguna de las líneas, como la que lleva al aeropuerto.
Los 7.500 trabajadores de Metro Madrid están realizando una huelga para protestar por la decisión de la comunidad de extender a empleados de empresas públicas de la región la medida del Gobierno central de recortar un 5% el salario a los funcionarios, debido a la crisis económica. Dos millones de madrileños que usan cada día la red de Metro tuvieron que recurrir a otros medios para desplazarse, después de que en la noche del lunes los trabajadores decidieran no respetar el decreto que fijaba los servicios mínimos.