una red de cajeros automáticos que supera los 62.000 terminales y unos 75 millones de tarjetas, de crédito y débito, dos de media por cada ciudadano mayor de edad, convierten a España en un paraíso para el llamado "dinero de plástico". Un paraíso teórico, ya que su uso avanza aunque a ritmo lento.
"Sigue siendo inferior al de países de nuestro entorno", destaca Luis Álvarez Cascos, director de Márketing de Euro 6000, la red de cajeros -más de 16.500- integrada por 34 cajas de ahorros.
"Es una cuestión cultural, de hábito, de control del gasto muy ligado a determinados tramos de edad, renta y lugar de residencia. Su uso es todavía pequeño entre las personas mayores, en rentas bajas y en zonas rurales", afirma Alvarez Cascos.
Mientras que en Francia el 30% de los gastos del hogar se pagan con tarjeta, porcentaje que en las familias del Reino Unido alcanza el 45%, en España se sitúa en el 16, por debajo incluso de la media de la Unión Europea, que se aproxima al 25%.
"Administración y comerciantes no han hecho especial hincapié en cambiar esta situación. A los segundos les puede interesar por el dinero negro, y el Gobierno no ha visto en los medios de pago un camino para evitarlo", destaca Luis Álvarez Cascos.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el 63,1% de los hogares españoles, casi diez millones y medio, de un total de 16.580.500, hay tarjetas de crédito.
EN CASA SIN PEDIRLAS "Nos llegan a casa sin haberlas pedido y con una información poco transparente sobre las comisiones que conlleva su uso", alerta Rubén Sánchez, portavoz de Facua, asociación de defensa de los consumidores. "Recibimos muchas quejas sobre el cobro de comisiones.
Las tarjetas fomentan el consumo compulsivo, el gasto irracional y el endeudamiento de las familias", insiste. El Congreso acaba de aprobar la nueva Ley de Servicios de Pago, que, entre otras muchas medidas, reconoce a los comerciantes la posibilidad de aplicar recargos a las operaciones con tarjeta, si bien el Gobierno se reserva la facultad de limitar o, incluso, prohibirlos si lo considera oportuno.
La medida ha indignado a las organizaciones de consumidores, que hablan de boicot a los comercios que impongan recargos y animan a pagar en efectivo. La Confederación Española de Comercio asegura que "no prevén" hacer realidad lo previsto en la nueva ley.
Datos del Banco de España confirman el ritmo lento, aunque imparable, en el crecimiento del "dinero de plástico", y ponen de manifiesto que la crisis económica ha provocado que el número de tarjetas en circulación sea, a día de hoy, menor en un millón que con respecto al año pasado, cuando se superaron los 76. Disminución que es mayor en las de crédito que en las de débito.
Pero la crisis, según el Banco emisor, no ha provocado la desaparición ni de cajeros automáticos, cuyo número sigue creciendo -en el año 2000 eran 44.851-, ni de terminales de puntos de venta (tiendas), que en el segundo trimestre de 2009 superaban el millón y medio.
El último "Barómetro Anual de las Tarjetas en España", dado a conocer días atrás por MasterCard, confirmaba que hay menos titulares de tarjetas de crédito, si bien quienes las poseen las usan más.
MUY TARJETEROS "Somos un país muy tarjetero", asegura, Miguel Ángel Fraile, secretario general de la Confederación Española de Comercio, quien reconoce que se usan más para sacar dinero del cajero que para comprar. "Todavía hay mucha gente -comenta- que prefiere pagar en efectivo".
El Observatorio de Medios de Pago, promovido por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, concluye que "los consumidores españoles hacen un uso muy limitado de los cajeros, muy por debajo de sus funcionaliades. Se usan básicamente como dispensadores de dinero, con finalidad de pagar las compras en efectivo".
Miguel Ángel Fraile habla de reticencias, entre consumidores y comerciantes, para pagar con tarjeta compras pequeñas y cotidianas -el periódico, la leche, el pan...- y del miedo que provoca la compra on line, que se percibe como poco segura.
Un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirmaba el año pasado esos temores, ya que al 53,6% de los españoles no les ofrece "ninguna" seguridad dar el número de su tarjeta para realizar una compra en Internet, al 25,2% "poca" y "mucha" sólo al 2%.
"Ya disponemos de sistemas de compra seguros, tanto para el cliente como para el comercio, identificando a ambos", recalca el director de Márketing de Euro 6000, Luis Álvarez Cascos.
El mismo trabajo del CIS destacaba que al 42,5% les ofrece "bastante" seguridad pagar en un establecimiento con una tarjeta de crédito, "mucha" al 16,3% y "poca" o "ninguna" al 21,4% y al 13,8%, respectivamente.
PAGAR EN EFECTIVO POR INERCIA El "dinero de plástico" tiene en las personas de entre 30 y 40 años a sus incondicionales. Lo usa el 82,5%, frente a un 54% de los que tienen entre 60 y 70. Son datos del Observatorio de Medios de Pago, que apunta como principal motivo para no tener tarjeta "la inercia de la costumbre a llevar dinero en la cartera y pagar en efectivo".
Más de la mitad -el 56,5%- de los comerciantes, según el Observatorio, prefieren cobrar en efectivo, frente al 20,5% que les da igual. Sólo el 7,7% prefiere con tarjeta.
"A los comerciantes -aclara un estudio realizado del Observatorio- les cuesta percibir que el cobro con tarjetas es un servicio para sus establecimientos, y lo ven sólo como un negocio de las entidades financieras y un servicio a los consumidores.
Las comisiones son la principal causa de su actitud negativa". Las comisiones que las entidades financieras cobran al usuario, el temor a que se produzcan errores en los cobros y al fraude, y tener unos ingresos limitados son causas que explican también el rechazo entre los consumidores.
VISA España -más de la mitad de las tarjetas que hay son suyas- cifró en el ejercicio 2008 el fraude sobre las ventas pagadas con "dinero de plástico" en el 0,026% de total, muy por debajo de la mitad de la media europea.
Existen dos antecedentes claves de la tarjeta de crédito tal cual la conocemos hoy. En primer término, la novela Looking Backward (1888), escrita por Edward Bellamy en Estados Unidos, en la que se describe a la sociedad del siglo XXI como a una comunidad autosuficiente en la cual el dinero no existe. En la misma, una administración centralizada provee a los ciudadanos de todo lo necesario, pero a su vez brinda, con el objetivo de hacer frente a la comercialización de los productos básicos diarios, una credencial que se utiliza para tal fin en los distintos negocios. El otro gran antecedente es la firma Provident and Clothing Supply Company, creada por un tal Joshua Kelly Waddilove sobre fines del siglo XIX. La mencionada compañía brindaba financiación destinada al consumo básico de los habitantes de Bradford, Inglaterra, a través de documentos que eran aceptados en los comercios de la zona en parte de pago. Para vivir su nacimiento hay que remontarse a 1970, año marcado por el crecimiento de las grandes marcas que hoy se han transformado en mega compañías internacionales con presencia en todo el mundo.