“Deja de hacer preguntas que de todos modos no importan, solo dame un beso para celebrar que hoy estamos aquí”. Pulp, uno de los grupos que definió el denominado britpop de los años 90, publicó la canción ‘Something Changed’ hace más de un cuarto de siglo. Pero las preguntas que en realidad no tienen tanta importancia, porque lo que de verdad cuenta es la celebración del aquí y ahora, continúan siendo una constante. Forman parte de la vida. En el caso de la triatleta vizcaína Gurutze Frades (Iurreta, 1981), la gente se pregunta cómo se las ingenia esta mujer para mantener la excelencia deportiva pasados los 40 años. Cómo es posible que haya llegado a su mejor forma física a estas alturas, cuando casi en cualquier otra disciplina deportiva convives con compañeros que por edad podrían ser tus hijos.

“Es cierto que este deporte te permite desarrollarte y ser competitiva a esta edad”, explica Frades para luego sincerarse con una pequeña reflexión sobre el paso del tiempo: “Tengo 41 años y estoy en mi mejor momento deportivo. No esperaba llegar a este punto de mi vida así de bien”. En el momento de la entrevista, Frades se encuentra entrenando duro en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sierra Nevada. El complejo deportivo está situado a una altura de 2.320 metros, a salvo del calor veraniego que reina por estas fechas en Granada. Su técnico, el exatleta de triatlón Aitor Alberdi, le habló del CAR y de los beneficios que tiene entrenar en altitud, y Frades probó suerte por primera vez hace ocho años.

La experiencia en los alrededores de la estación de Sierra Nevada, la más meridional del continente, le marcó. Y desde entonces no ha fallado una sola vez antes de una gran prueba. “Vengo mucho, es mi sitio de entrenamientos por excelencia. Un verano decidimos venir a probar y los resultados están siendo excelentes”, afirma. Los éxitos deportivos de Guru han sido numerosos, sobre todo a partir de sus escapadas al sur, de unas tres o cuatro semanas de duración. En 2015 se llevó la victoria en el Ironman de Vichy, celebrado en Francia, lo que marcó un antes y un después en su carrera. La triatleta vasca decidió que pondría todo su empeñó en obtener una de las preciadas plazas clasificatorias para el campeonato del mundo que tradicionalmente se ha celebrado en Hawái, y también en su sede de St. George (Utah). Con la de 2023 ya serán siete participaciones.  

Su segundo triunfo en un Ironman llegó a finales del año pasado en Cozumel (México). Últimamente todo va viento en popa. En mayo logró la medalla de bronce en el Mundial de triatlón de larga distancia de Ibiza, y recibió un premio en metálico de 8.000 euros. ¿Se puede vivir dignamente del triatlón femenino? Frades reconoce que tiene que hacer “encaje de bolillos” para tratar de ganarse la vida con un deporte que exige un sacrificio incontestable. Las pruebas dan para lo que dan y en cada temporada tiene que buscarse las habichuelas con patrocinadores y becas que puedan darle un empujoncito a su carrera. Así que pide por favor que citemos a Imedusa, Spiuk, Intermaher Mazak, el hotel Gran Bilbao, el ayuntamiento de Iurreta…

¿Cuándo anunciará su adiós al triatlón? La retirada no le da vértigo, asegura, y todo dependerá de los “resultados” que obtenga los próximos años. Pero lo importante ahora no es eso, ni mucho menos la edad, sino disfrutar de la competición y lo que venga. El próximo reto es en casa: la prueba del circuito Ironman se disputará el próximo 16 de julio en Vitoria-Gasteiz, donde Frades será la estrella vasca que más brilla.

Iron(wo)man

Esfuerzo titánico. En un Ironman se completan tres pruebas de natación (3,8 kilómetros), bicicleta (180 kilómetros) y, por último, la carrera a pie de 42,2 kilómetros. Una machada monumental que Gurutze Frades completó en un tiempo de 8 horas y 40 minutos en su victoria en Cozumel.

Baloncestista amateur. El baloncesto fue su mundo, un “hobby muy serio” que culminó en el Tabirako de Durango a los 25 años. Llegó al triatlón por “un cúmulo de casualidades” a mediados de los dos mil, recuerda Frades, en un momento en el que hubo un bum con los deportes de resistencia.