“Es el segundo día de carrera. Las fuerzas estarán intactas y viendo cómo es el final de etapa y que probablemente haya muchos intereses por coger el maillot amarillo habrá batalla, ya que hay terreno de sobra para ello”. Quien así habla es Iker Ballarín (Vitoria, 4-5-1997).
El corredor del Euskaltel-Euskadi conoce de sobra el trazado por donde transcurrirá esta segunda etapa del Tour de Francia. Han sido numerosas las carreras que ha disputado durante su época amateur por carreteras guipuzcoanas y sabe de primera mano que hay zonas en las que poder hacer daño. No será una etapa sencilla. Eso lo tiene claro.
De hecho, el ciclista vasco considera que ni en el tramo a priori más llevadero lo van a tener fácil los integrantes de la ronda gala. En principio, los 40 kilómetros entre Gasteiz y Legutio son llanos y el pelotón podría tomárselos con cierta calma, habida cuenta de que van a afrontar la jornada más larga de la presente edición con casi 210 kilómetros de recorrido.
La escapada en el pantano
Pues bien, Ballarín vaticina que esa primera parte por la llanada alavesa y por el pantano va a ser movidita. Calma relativa. “Se va por carreteras anchas, es llano y se puede ir muy rápido. Es un terreno propicio para que se forme la escapada”, indica.
“Si alguien quiere atacar y marcharse debería hacerlo antes de Kruzeta. Si consigue formarse una fuga y el pelotón levanta el pie, por la zona de Marieta, Landa y Legutiano tienen kilómetros para abrir hueco"
El corredor vitoriano considera que es la zona ideal para que se muevan los corredores menos fuertes, ya que después el recorrido es más exigente y será más complicado sorprender al pelotón. “Si alguien quiere atacar y marcharse debería hacerlo antes de llegar a Kruzeta. Si consigue formarse una fuga y el pelotón levanta el pie y les deja ir, por la zona de Marieta, Landa y Legutiano tienen kilómetros para abrir hueco”, apunta.
Mejor con viento a favor
Eso sí, el deportista del Euskaltel-Euskadi alerta de que habría que esperar a ver qué papel juega el viento por la zona del pantano de Ullibarri Gamboa, ya que puede ser un factor con cierta relevancia para el desarrollo de la jornada. “Puede ser que al ir de Vitoria hacia Alegría te pegue de cola y después aquí, que cambias de dirección, te pegue de cara y eso pueda frenarte y la fuga lo tenga más difícil”, señala.
Sin embargo, si ocurre a la inversa y los fugados afrontan el tramo hasta Landa con viento a favor “abrirían más hueco y el desarrollo final de la etapa podría ser muy distinto”. Y es que una vez que desciendan el alto de Kruzeta, los corredores no van a tener ni un momento de respiro hasta la meta en Donostia.
En efecto, tras la relativa calma llegará la tempestad. 150 kilómetros en continuo sube y baja por carreteras estrechas es lo que les espera a los corredores en el territorio guipuzcoano. Vértigo, desenfreno y tensión. Un final volcánico y de mucho desgaste, como apunta el ciclista de Euskaltel-Euskadi. “En principio, no es un terreno fácil para perseguir a los escapados”, considera.
Kilómetros para que la fuga, si finalmente se ha hecho, pueda abrir brecha y para que el pelotón de favoritos no baje la guardia si quiere tener opciones de triunfo de etapa. Tocará trabajar. “No será una jornada sencilla”, insiste Ballarín.
4 puertos en menos de 100 kilómetros
El perfil de la jornada así lo confirma. Y es que tras dejar atrás el Valle de Aramaio, con el imponente Anboto presidiendo desde lo más alto, los corredores deberán encadenar dos puertos puntuables, Udana y Aztiria, que servirán para castigar las piernas tras un inicio de jornada a ritmo de vértigo.
Esas dos cotas puntuables, la primera de 5 kilómetros al 5,1% de media y la segunda casi a continuación tras encadenar un descenso de 12 kilómetros, con sus 2,7 kilómetros de ascenso al 5,3% pueden pasar factura después. “No son puertos muy largos, pero tienen algún repecho duro y pueden hacer daño”.
Primera estocada. Hay más. Los toboganes continuarán camino de Beasain, Tolosa, Andoain y Hernani. Y es que aunque en el perfil de la etapa tan solo aparezca como puerto puntuable en ese tramo el de Alkiza, un segunda categoría con 4,2 kilómetros al 5,7%, los repechos son una constante y ni los fugados, si los hubiera, ni el pelotón podrán marchar cómodos ni recuperar fuerzas.
Tocará gastar. Así lo ve Ballarín. “Si la fuga quiere tener opciones de llegar a meta es aquí donde tiene que apretar”. Sin respiro. Tampoco lo podrá tener el pelotón en opinión de Ballarín. “Atrás no podrían dejarles mucho margen si aspiran a pelear por la etapa e incluso poder vestir a alguno de sus integrantes de amarillo”, añade al respecto.
Demasiados intereses para que los fugados culminen con éxito su aventura. Además, el explosivo final de etapa tampoco ayudará a los fugados. Con los 8,1 kilómetros de ascensión al 5,3% al puerto de Jaizkibel, cota de segunda categoría que se corona a tan solo 16 kilómetros de la meta de Donosti, la escapada, salvo que haya llegado con mucho margen, parece condenada a morir. Es la hora de los gallos de la carrera.
Etapa y liderato en juego
Duelo para los primeros espadas en un final digno de clásica. Más ritmo. Fogonazos y chispazos entre los capos de la carrera en esta explosiva ascensión, que puede deparar premio por partida doble en opinión de Iker Ballarín. “Es un final parecido al de la primera etapa y en principio, los favoritos deberían estar todos en un pañuelo, por lo que la pelea por el maillot amarillo se presenta muy abierta y con varios candidatos”, indica el gasteiztarra.
“Es un final parecido al de la primera etapa y en principio, los favoritos deberían estar todos en un pañuelo, por lo que la pelea por el maillot amarillo se presenta muy abierta”
Y es que son varias las opciones que pueden darse en los kilómetros finales. Una es que un pequeño grupo de corredores corone junto el puerto de Jaizkibel y se jueguen la victoria y el maillot amarillo al sprint entre ellos en Donostia y la otra que alguien sea capaz de dejar descolgados a sus rivales y se presente en solitario en la cima.
Ahí todo dependerá de la ventaja con la que pase por la cima: “Si llega con más de medio minuto tiene opciones de ganar la etapa, ya que son solo 16 kilómetros hasta meta de un descenso muy rápido. Además, si el día anterior ha acabado delante podría incluso salir de líder”. Lo dicho, premio por partida doble tras un final de etapa tormentoso y lleno de tensión, en un día que comenzará por la tranquila calma de la Llanada Alavesa. Tras ello, la tempestad.