En el tanto siete a Jokin Altuna le estalló la mano derecha. Una pelota se le clavó con saña. Le mordió la carne. Campeón de cuerpo entero, el delantero de Amezketa apretó los dientes y esperó que la morfina provocada por la adrenalina de un partido majestuoso, duro, agonístico y único le concediera la tregua necesaria para jugarse la txapela del Cuatro y Medio en un instante.

Altuna padeció un calvario, pero tuvo la gloria tan cerca que no se abandonó. Su mano cada vez estaba peor en una final tremendamente peloteada y dura. Con el 21 iguales, el delantero guipuzcoano trató de amansar la pelota con una dejada al txoko. Sonó la chapa. Ezkurdia escuchó aquel sonido metálico como un coro que enaltece el Aleluya de Händel. Música celestial para sus oídos.

SIN EXCUSAS

A Altuna le quedó la bilis de la derrota y la punzada enorme del dolor atravesándole como un rayo furioso la mano durante tres cuartas partes de un duelo titánico, resuelto en 394 pelotazos. Aún reverberan los ecos de la entronización de Ezkurdia y de la derrota doliente de Altuna, que no buscó la coartada de su impedida mano derecha para justificarse. Eso le honra. Le da mayor valor.

Le palpita el dolor en la diestra a Altuna, que es seria duda para su debut en el Parejas junto a Xabi Tolosa el día 30 en el Astelena de Eibar, que celebra San Andrés, uno de los grandes festejos de la localidad. Se medirá a Aitor Elordi, debutante en el torneo, y al intimidante Zabaleta, el zaguero guía del campeonato. El delantero de Amezketa quiere estar allí, pero siempre que puede ofrecer garantías de juego para su zaguero y que su mano derecha responda.

CONTRARRELOJ PARA ALTUNA

Con ese objetivo, ha iniciado una contrarreloj. El masaje como terapia. No acudió a la elección de material para tratar su mano, muy golpeada por el maltrato de la final. A las seis de la mañana, el delantero estaba en la consulta de un octogenario masajista de Maule, Jean Aguerre, un especialista muy demandado por los pelotaris. Le tocó madrugar al amezketarra para poder acudir a la cita del prestigioso masajista, a más de dos horas en coche.

Desde la empresa cruzan los dedos para que el delantero guipuzcoano, su principal figura y reclamo, pueda estar en el primer encuentro del campeonato. “Es un mal de manos, lo que pasa es que las imágenes de la mano con ese derrame son muy espectaculares, impresionan mucho. Se le rompería algún vaso sanguíneo y por eso tiene ese aspecto tan malo. Pero, probablemente, con masaje, en dos o tres días, la mano tendrá mucho mejor aspecto. Luego queda por ver cuál es el nivel del dolor y eso marcará su presencia o no en el partido”, sostienen desde la promotora eibarresa.

ESPERAR HASTA EL FINAL

En Aspe quieren esperar hasta el final, conscientes de la capacidad de convocatoria de Altuna, más si cabe en un festival muy especial para la ciudad armera. “Esperaremos hasta el último momento. Desde la final hasta el día del partido hay un plazo de 10 días y veremos qué pasa. Es difícil que llegue, pero no está descartado que pueda jugar el partido”, sostienen desde Aspe.

En cualquier caso, los próximos días marcarán la hoja de ruta de Altuna III, que tratará de recomponer su mano derecha con masajes y reposo para poder volver a la competición. En situaciones así, adquieren vigencia las reflexiones de Martínez de Irujo y de Abel Barriola.

El de Ibero solía decir, no sin razón, que “le pegamos a una piedra. Esto sano no puede ser”. El leitzarra, por su parte, siempre recordaba que “no hay un día que no salgamos a jugar sin dolor. Es parte de la pelota”. Altuna es consistente que deberá golpear a una piedra y que el dolor estará allí, esperándole. La cuestión es si esas dentelladas de dolor pueden ser asumibles. La incógnita tras el estallido.