Con 20 años puso en marcha un proyecto entre amigos en Abetxuko y lo que comenzó como una aventura de cuadrilla siguió avanzando hasta consolidar una pequeña estructura deportiva de la que finalmente saldría un club de balonmano. Eran otros tiempos. De hecho, allá por 1980 Álava podía presumir de la friolera de 12 equipos senior. Época dorada en el balonmano alavés gracias a tipos como Pedro Amurrio acostumbrados a trabajar en la sombra. No en vano, al presidente del Gure Auzune nunca le han dolido prendas por tener que bajar al barro. Era, es y será un hombre de club y así lo ha expresado siempre. “Tiene que haber uno que sacrifique mucho por el club para que se mantenga”. Pues bien, ese ha sido Amurrio, quien el próximo 11 de junio recibirá la medalla e insignia de bronce al mérito deportivo de la Real Federación Española de Balonmano por su dedicación durante tantos años a fomentar el balonmano alavés.

¿Qué supone recibir esta insignia?

-El reconocimiento a toda una vida dedicada a esto. He hecho lo que me gustaba y nadie me ha puesto nunca trabas para hacerlo. Está durando demasiado esta historia, pero para bien.

¿Igual se la dan porque temen que lo deje en breve y ya no haya motivos para otorgársela?

-No, no. Estoy seguro de que en la Federación Española ni me conocen, ni se me espera. Pensar que allí se van a preocupar por algo que pase en Vitoria... ¡Umm! No lo veo. La historia es que una serie de personas ligadas con el balonmano en Euskadi me propusieron y yo pensaba que no me iban a dar nada, ya que hay cientos de personas en el Estado que han hecho más méritos que yo.

¿Le sorprendió?

-Sí. Cuando hace diez días me comunicaron que me la habían concedido y tenía la opción de ir a recogerla o recibirla online en casa, me sorprendió. Y por agradecimiento voy a ir.

En agosto cumplirá 69 años y lleva desde los 20 metido en esto. ¿No se ha cansado en algún momento y ha dicho hasta aquí y deja la presidencia del Gure Auzune?

-Es que sería dejarlo y que desaparezca. Siempre lo pensaba en mayo, al final de temporada, pero como no había relevo seguía. Mi intención es aguantar hasta que me lo permita el cuerpo. Pero no hace falta que me den una medalla para que me vaya y tampoco para que siga.

¿Qué le dicen en casa?

-Mi mujer ya sabe lo que hay. Tengo vía libre y encima me anima todos los años a que siga. Sabe que es parte de mi vida. Si te digo que el día de mi boda, después del banquete fui a un partido, ahí ya quedó todo claro. El balonmano ha marcado mi vida.

¿Cuántos años son de presidente?

-Exactamente 46. Hombre, me habría gustado que hubiese relevo, pero cada vez las cosas están más difíciles ya que es una labor que se hace desinteresadamente.

¿Cuál es el secreto para permanecer en el cargo tanto tiempo? Quizá al no estar pagado no haya mucha competencia para su relevo

-No hay espíritu de club. A nadie le da por decir vamos a relevar a esta persona. Se da todo por hecho. La ayuda de una persona te puede durar 8 ó 10 años, pero luego desaparece.

Es que además no es un presidente al uso. En un club humilde toca hacer de todo hasta el punto de que en alguna ocasión ha dicho que es “el bobo de turno”

-Hasta este año sí. Ya he delegado varias funciones, aunque también si no estás encima suelen fallar.

Es un deporte minoritario y habrá habido etapas en las que encontrar jugadores para el club haya sido un sufrimiento. ¿Cómo lo hace para tener siempre fichas suficientes?

-A ver, la gente que empieza en el balonmano se engancha, pero hay un problema. Al tratarse de un deporte minoritario, los jugadores deben de pagar un pastón por jugar. Entre 300 y 400 euros y eso es algo que cuesta. De todos modos, en Vitoria han desaparecido muchos clubes como Marianistas, Carmelitas... y ahora mismo solo hay dos alternativas para jugar, que son Corazonistas y Gure, por lo que solo hace falta 35-40 jugadores para ambos, cifra que hasta ahora no es difícil de alcanzar. Eso sí, de ahora en adelante, lo pongo en duda.

Entonces, ¿qué pasaría?

-Siendo optimista, esto más de tres años en estas circunstancias no va a durar. Puede mantenerse en algún colegio, por la estructura que hay detrás, pero para clubes como el Eharialdea o nosotros, en los que no hay nadie detrás, va a estar complicado.

¿Podría llegar a morir en Álava?

-Morir no. Pero está yendo para abajo de una manera alarmante. El balonmano en Álava lleva siete años en la UVI. Es que, quizá salvo a Coras por la estructura que tiene detrás del colegio, al resto nos cuesta sacar un equipo de infantiles.

Gure Auzune es un club, que a diferencia de muchos otros en Álava no tiene el respaldo de un colegio por detrás. ¿Qué supone no poder contar con un apoyo de este tipo?

-Es todo mucho más difícil, ya que tienes muchos menos apoyo.

¿Qué haría falta para volver a acercarse a lo vivido en la época dorada de este deporte en el territorio?

-Yo siempre he escuchado que en Vitoria tendríamos que intentar hacer un equipo único entre todos y tirar así hacia arriba. Pues esa opción yo no la veo, ya que si ahora hay dos clubes y reduces uno, dejarías a unos 20 chavales fuera. Esa opción no la veo. Por experiencia te digo que es un error. Siempre que ha habido una fusión, no ha salido bien.

Al menos, pese a no contar con una gran base, de vez en cuando sale algún jugador notable. ¿A qué se debe?

-Siempre hay uno que aparece por generación espontánea, que llega a base de mucho trabajo y sacrificio. Pero no es fácil en estos momentos.

Martín Santano y Bingen Beraiz son ahora la punta de lanza del balonmano provincial. ¿Qué podemos esperar de ellos?

-Santano está en un club de Asobal como el Bidasoa y la pena es que se ha roto el ligamento cruzado hace unos meses, pero es un jugador que tiene una gran proyección. No sé qué va a pasar con él y habrá que esperar. Beraiz, por su parte, viene de una saga familiar y el chaval, que es majísimo, tiene unas condiciones físicas para poder llegar a algo, pero está difícil, ya que en Álava no se trabaja bien técnicamente a los chavales.

Si bien uno de estos dos o cualquier otro se convirtiera en una figura, ¿podría servir de espaldarazo para dar un empujón definitivo a este deporte en Álava?

-No lo sé, puede ser. Pero cuando estuvo Iker Romero tampoco es que hubiera un efecto llamada tremendo. Hizo varias cosas como la escuela, el balonmano playa y al final quedó en nada.