-Cuando el pasado 5 de marzo, en un ambiente totalmente engalanado para rendir un majestuoso homenaje a su figura, no pudo celebrar con victoria su último partido en el Cameron Indoor Stadium, la que ha sido su casa desde 1980, era muy difícil de prever que Mike Krzyzewski, el entrenador más victorioso de la historia del baloncesto universitario, iba a tener la oportunidad de poner fin a su colosal carrera en los banquillos desde el territorio que conoce mejor que nadie: la Final Four de la NCAA. Aquella noche, sus Duke Blue Devils cayeron ante su archienemigo, North Carolina, y a Coach K no le dolieron prendas a la hora de coger el micrófono y decir ante los más de nueve mil incondicionales entregados a su causa, entre ellos casi cien de sus exjugadores, que la actuación de su equipo había sido “inaceptable”. Acto seguido añadió: “Sin embargo, la temporada está siendo bastante aceptable”. Un mes después, el calificativo del curso ha subido a magnífico porque Krzyzewski, a sus 75 años, se encuentra cerca de poner un final digno de Hollywood a su extraordinaria carrera. Dos partidos le separan del que podría ser su sexto título de la NCAA. Esta pasada madrugada disputaba en Nueva Orleans la semifinal nacional en un morboso duelo contra North Carolina -en la otra se miden Kansas y Villanova- y el lunes podría decir adiós a los banquillos desde lo más alto.
Hablar de Coach K (13-II-1947, Chicago), que anunció en junio que esta iba a ser su última temporada en activo, es hacerlo de un auténtico amasador de plusmarcas dentro del universo de la NCAA, pero su legado trasciende mucho más allá. Tras jugar en Army desde 1966 a 1969 a las órdenes de otro ilustre como Bobby Knight -sirvió en el ejército hasta 1974- y ser un curso su ayudante en Indiana, Krzyzewski regresó en 1975 a West Point para hacerse cargo de su equipo de baloncesto. Un buen lustro al mando de la academia militar le sirvió para recalar en 1980 en Duke y desde entonces no se ha movido del banquillo de los Blue Devils -en los tres últimos cursos ha tenido a sus órdenes a su propio nieto, Michael Savarino-, aunque en estos más de cuarenta años no le han faltado propuestas, y muy bien pagadas además, procedentes de la NBA, siendo una de ellas la que le llegó en 2004 de Los Lakers para sustituir a Phil Jackson. En todo este tiempo se ha convertido en el entrenador de la NCAA con más victorias (1.202, ningún otro técnico de la Division I ha llegado a mil) y la pasada semana se ganó su 13º viaje a una Final Four, rompiendo su empate en la cúspide con John Wooden. Precisamente es el que fuera mítico técnico de UCLA el único que supera, con diez, sus cinco títulos nacionales con Duke, conquistados en 1991, 1992, 2001, 2010 y 2015.
Técnico asistente en los conjuntos que ganaron el oro olímpico en 1984 y 1992, en 2005 fue designado seleccionador de Estados Unidos, cargó que ocupó hasta 2016 con un balance de 75 victorias y una sola derrota. En su primera competición internacional, el Mundial de 2006 que acabó ganando España, perdió su único partido, en semifinales frente a Grecia, para acabar adjudicándose el bronce. A partir de ahí, ganó tres oros olímpicos (Pekín’08, Londres’12 y Río’16) y dos Mundiales (2010 y 2014). Ese último evento le trajo a Bilbao, que fue la sede en la que el combinado estadounidense, con Curry, Harden, Irving, Klay Thompson y Anthony Davis, entre otros, disputó sus encuentros pertenecientes a la fase de grupos.