a pasada semana, la victoria de la nadadora transgénero Lia Thomas en la final femenina de 500 yardas -457 metros- estilo libre de la NCAA, la competición universitaria estadounidense, volvió a generar un buen puñado de reacciones polémicas sobre la participación de estos deportistas en competiciones oficiales, pero hubo una imagen que centró focos de atención por encima de todo lo demás. En ella se veía a Thomas, de 22 años, en lo alto del podio celebrando su éxito en el campeonato nacional mientras la segunda clasificada, Emma Weyant, plata en los Juegos Olímpicos de Tokio en la prueba de 400 libres, y la tercera, Erica Sullivan, se unían en el tercer cajón con la cuarta, Brooke Forde. Esa fotografía se interpretó como una protesta directa de sus competidoras contra Thomas, negando la legitimidad de su victoria y organizando una especie de podio alternativo, pero nada más lejos de la realidad. Sullivan comentó en su cuenta de Instagram que todo se había malinterpretado en “los medios de comunicación de derechas” porque el motivo del gesto no era otro que inmortalizar el momento con “mis amigas de Tokio” -las tres formaron parte del equipo olímpico estadounidense- y colgó otra foto en la que aparece aún en la piscina felicitando a la vencedora, mientras que meses antes de la competición Forde ya se había manifestado públicamente a favor de la participación de Thomas en el campeonato nacional: “Tratar a las personas con respeto y dignidad es más importante que cualquier trofeo o récord”.
Sin embargo, el éxito de la nadadora de la Universidad de Pennsylvania, que compitió como Will Thomas hasta 2019, cuando inició su proceso de cambio de sexo -pudo comenzar a competir en las pruebas femeninas cumplido el año de tratamiento de inhibición de la testosterona que exige la liga universitaria- no deja de levantar ampollas desde el pasado año, pues no son pocas las voces que califican como injusta su participación en las pruebas para mujeres por contar con ventajas biológicas por el hecho de que su sexo de nacimiento fuera el masculino. En febrero, The New York Times publicó que tras perder masa muscular y fuerza como resultado de la supresión de la testosterona su mejor tiempo en las pruebas femeninas de 500 metros era de 4:34,06, quince segundos más lento que su plusmarca personal antes de la terapia de reemplazo hormonal, pero la puerta abierta por Thomas se ve desde diversas ópticas como una amenaza para el deporte femenino.
Las concentraciones promovidas por organizaciones como Save Women’s Sports o Young Women for America suelen ser habituales en las pruebas en las que participa y hasta los políticos han tratado el asunto. Tras el título de Thomas, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, emitió un comunicado en el que reconocía a Weyant como ganadora legítima. Después de que un grupo de 16 nadadoras de su propia universidad pidiera en febrero por carta que Thomas fuera excluida de la competición de la conferencia Ivy League por sus ventajas biológicas, hace dos días se sumó al debate un grupo de nadadoras de la Universidad de Arizona. “¿Tenemos derecho a hablar? Es difícil explicar la preocupación que sentimos en la comunidad de la natación femenina tras lo ocurrido la semana pasada. Por un lado, sentimos que vivimos un daño irrevocable al deporte que nos ha hecho crecer y ser mejores. Por otro, nos hemos vuelto a unir como hermanas tras muchos años complicados”, escribieron en una carta dirigida a la cúpula de la NCAA.
Tras aportar datos biológicos para destacar el distinto rendimiento entre hombres y mujeres en la natación, se asegura que “la NCAA intentó contentar a todos al permitir a Lia Thomas competir directamente con las mujeres y acabó fallando con unos y otros” y se subraya que los transgénero de mujer a hombre “no cuentan con las mismas oportunidades que los que viven el proceso opuesto”, que son “duramente perjudicados a la hora de conseguir una plaza en un equipo por las diferencias de fuerza y velocidad entre las distintas categorías”. “Estamos dispuestas y ansiosas por debatir directamente con la NCAA los pasos potenciales que se pueden dar para crear nuevas soluciones para este deporte”, finalizaron.
Thomas ganó la final de 500 yardas de la NCAA por delante de Emma Weyant, plata en 400 en los Juegos Olímpicos de Tokio