os Juegos Olímpicos de invierno de Pekín son los últimos de la extensa carrera de Ireen Wüst. La patinadora neerlandesa confirmó antes de partir hacia la capital china, que se despedirá del deporte profesional en la Copa del Mundo programada para el próximo marzo en Países Bajos. En su casa. Por ello, arribó a Pekín con el propósito de firmar un desenlace digno a su prolífica carrera olímpica. Pero nunca se atrevió a augurar que la historia de los Juegos de invierno se escribiría de su puño y letra. Con su rúbrica. Y es que Wüst llegó a la cita con la placidez y tranquilidad que otorgan sus 35 años, pero se marchó con la manos a la cabeza y la boca abierta. Impresionada por lo que acababa de conseguir: ser la primera atleta olímpica, hombre o mujer, que lograba ganar un oro en cinco Juegos, de invierno o verano, diferentes. Ni el nadador Michael Phelps, ni el atleta Carl Lewis, ni la gimnasta Larisa Latynina, que entre los tres suman la friolera de 56 preseas, lo consiguieron. “Ser la primera en ganar un oro en cinco Juegos Olímpicos consecutivos es asombroso, va a ser un día que no voy a olvidar pero que tardaré tiempo en asimilar”, reconoció la propia Wüst.
Le costará asimilar la actuación que realizó porque, simplemente, fue perfecta. La neerlandesa saltó al hielo para disputar la prueba de velocidad de los 1.500 metros, una distancia en la que no era favorita y, por lo tanto, pudo disfrutar sin el lastre de la presión ni el calor de los focos. Se gustó tanto que cuando terminó el marcador lucía un tiempo de 1 minuto 53,28 segundos. La Cinta de Hielo, como se conoce al óvalo nacional de patinaje de Pekín, quedó en silencio. Los pocos espectadores que pudieron entrar fueron incapaces de articular palabra. Wüst, en la carrera de su retirada, había batido un nuevo récord olímpico. Sin embargo, la neerlandesa aún no tenía el oro asegurado. Todavía faltaba por rasgar la pista la japonesa Miho Takagi, la mejor patinadora de los 1.500 esta temporada. La que todas las apuestas señalaban como ganadora. Así que Wüst se sentó a esperar a que su contrincante terminara de dar vueltas, pero fue incapaz de mirar al hielo. Encorvada y con las manos cruzadas, fijó su vista en el suelo. Como si contara mentalmente los segundos que le restaban a su rival. Takagi paró su crono 44 centésimas de segundo más tarde, lo que convirtió a la neerlandesa en la primera atleta en colgarse al menos cinco oros en cinco Juegos Olímpicos diferentes.
Sin embargo, Wüst no solo hizo historia por eso, sino que la reescribió de nuevo en varios apartados. Y es que, a sus 35 años, se convirtió en la patinadora más veterana en lograr un triunfo olímpico. Asimismo, con esta medalla, la neerlandesa sumó su duodécima presea, convirtiéndose en la velocista más laureada de los Juegos y la tercera entre todos los atletas olímpicos de invierno. Es decir, se erigió, a la vez, como rectora y doctora cum laude en hielo. “Ganar por quinta vez es lo más difícil, la primera medalla es la más fácil de ganar”, dijo Wüst desde lo más alto de Pekín. Así, la neerlandesa echó la vista atrás 16 años, cuando en Turín 2006 se subió a lo más alto del podio de la prueba de los 3.000 metros. Desde entonces, acumula seis oros -además del de Turín se llevó los 1.500 de Vancouver 2010, los 3.000 y la persecución por equipos de Sochi 14 y los 1.500 de Pyeongchang-, dos platas -las de los 1.000, 1.500 y 5.000 de Sochi y las de los 3.000 y la persecución de Pyeongchang-; y un bronce en los 1.500 de Turín.
De esta forma, Wüst se despidió de los Juegos con una sonrisa: “Esto es simplemente increíble. Hay muchas emociones diferentes pasando por mi mente en este momento. Quiero decir, es extraño que haya podido lograrlo una vez más... No tengo palabras para esto. Hay algo mágico que me afecta cuando se trata de los Juegos. Hay algo en los Juegos que saca lo mejor de mí”. Y es que, aunque el oro en Pekín haya demostrado que todavía tiene piernas para rato, la neerlandesa no se plantea prolongar su carrera deportiva. Ahora quiere dar prioridad a otras facetas de su vida: “Siempre digo que la edad es solo un número, pero tengo 35 años y realmente quiero tener hijos así que en algún momento tienes que renunciar. Y ahora es ese momento”, concluyó.
Ni Michael Phelps, ni Carl Lewis, ni Larisa Latynina, que entre los tres suman 56 medallas, consiguieron la gesta de Ireen Wüst
Con este oro, que además fue récord olímpico, la neerlandesa anuncia su retirada para cumplir su deseo de ser madre