na ex, como el King exiliado/huido, emérita y cosmopolita nuestra Adriana, una legislatura al frente de la Alavesa de Pádel, jugadora excelsa y mujer de carácter. Augusta por los comportamientos dentro y fuera de la pista, por lo general, mayestática, serena y grave, seria y cercana a la vez. Una mujer capaz y tenaz, que sabe lo que quiere, y qué pasos deben darse para conseguirlo.

Adriana Barrena Viota que nació en Vitoria hace 30 años, el 10 de marzo del 91, es una mujer distinta desde que el pasado abril naciera Lucía, su pequeña, la que le alejó de las canchas durante un tiempo -entre octubre de 2020 y el mes de julio último-, el amor de su vida y hasta que esta termine. Así nos cambian la vida los hijos. Ha recuperado la forma y el tipo y le han vuelto el ansia por la pelea y las victorias. El regreso de la campeona a la palestra completa el grupo de magníficas y jóvenes jugadoras que Álava presenta en los circuitos vasco y estatal, y lo hace como piedra angular, cabeza de león y ejemplo a imitar.

La victoria en Basauri junto a Yera Campos y la presencia en el equipo femenino de Euskadi, medalla de plata en el pasado europeo de selecciones nacionales disputado en Bilbao, la han devuelto a lo más alto con mérito y triunfos.

Casi 25 años atrás cogió por primera vez una raqueta. Al principio fue tenista, como todos los de su generación. José Luis Moro, “un segundo padre para mí”, la trató casi a diario durante muchos años; “era muy exigente y un magnífico maestro”, recuerda.

A partir de los 15 se repartió entre las pistas de tenis y las de un juego incipiente en el que, según sus entrenadores “todavía estaba a tiempo de centrarse para conseguir grandes cosas”. La convencieron entre García-Ariño y Richar Martínez. Lo tuvo fácil: “me centré en el pádel y decidí probar”. Le entró en vena “por culpa de Patricia Ceballos”, cuyo padre, Diego el zurdo, el rubio, había hecho lo propio con ella un poco antes; “me engañó, me enganché enseguida”.

Patricia fue su primera pareja en el CAP y Teresa Arbulo quien la acompañó durante los primeros pasos en el Circuito Vasco donde Ane Duro y Marta Barandarain campaban a sus anchas. Siendo junior se hizo con una plaza fija en los cuadros principales del absoluto pero aún lejos de las líderes. Con Sara Quintana y Susana Pipaón fue haciéndose un hueco en la élite, donde Miren Otaegui y Maider Juanikorena eran las figuras del momento, significándose como una jugadora de talento y mucho margen de mejora.

Próxima a los 18 se convirtió en un seguro de vida. Era contundente, sabía apretar y, en defensa, mostraba la misma tenacidad que el resto de apartados de la vida. Tenía continuidad, físico y carácter. En 2009 conseguiría los dos principales títulos de su carrera deportiva: el campeonato estatal junior por parejas y el título mundial con el equipo junior español. El salto definitivo y decisivo le llegó en cuanto hubo de trasladarse a Bilbao a estudiar ADE. Al tiempo que estudiaba aprovechó para trabajar su pádel en Derio con las mejores.

Sacó la carrera, entró a trabajar en Deloitte donde sigue de auditora, preparó y aprobó un master sobre la materia universitaria y encontró el hueco para colocarse al lado de Juanikorena, su compañera los próximos ocho años en las canchas. “Fue la gran oportunidad”, reconoce. Otaegui se marchó a Alemania y “Maider necesitaba una compañera”. Durante todo ese tiempo, las dos juntas, fueron el azote femenino del pádel vasco. Su forja para la vida y para el pádel, aquellos cuatro años de carrera, le sirvieron además para competir en el W.P.T, el circuito profesional donde “todavía el nivel no era lo que es hoy”. Cuando empezó a trabajar se acabó la aventura pero continuó su idilio con el pádel.

En un momento determinado decidió dar un nuevo paso en beneficio del pádel encabezando una candidatura que salió victoriosa en las elecciones a la FAP. Durante cuatro años fue la máxima responsable del pádel alavés dirigiendo un equipo técnico y un grupo de personas del que luego surgiría su sustituto al frente de la Federación.

Hoy es una madre feliz, una jugadora satisfecha y una profesional eficiente. Con bagaje y experiencia detrás y un presente que aún le permite rendir entre las grandes, donde su augusta figura destaca sólo verla de corto.