- Cuando vivir de tu deporte favorito no es una opción, disfrutar de todo lo que este ofrece se convierte en lo único importante. Esto es que lo que transmite Agurtzane Egiluz; una joven gasteiztarra que, a sus 24 años, se ha convertido en una de las líderes del Club Zuzenak y, además, en una habitual en las convocatorias de la selección española de baloncesto en silla de ruedas. Tanto es así, que este verano ha tenido la oportunidad de viajar a Tokio (Japón) con el combinado nacional para vivir y disfrutar de primera mano lo que son unos Juegos Paralímpicos.

¿Cómo ha sido participar en un evento tan importante?

-Ha sido como un sueño, literalmente. Una experiencia súper chula e ilusionante. La pena es que, debido a las medidas por el covid-19, no hemos podido salir prácticamente de la villa y tampoco ha habido público en las gradas, pero, aún y todo, creo que se han salvado estos Juegos.

¿Han cumplido estas Paralimpiadas con sus expectativas?

-Sin duda, tanto en lo deportivo como en lo personal. Pagamos el hecho de ir como novatas, pues hacía casi 30 años -desde Barcelona 92- que la selección española de baloncesto en silla de ruedas no acudía a un evento de este calibre, pero creo que hemos aprendido mucho de cara a futuros torneos como, por ejemplo, París 2024. Además, a lo largo de este mes hemos superado uno de nuestros principales déficits, que era no haber podido entrenar demasiado juntas.

Y en el plano individual, ¿cómo se ha visto?

-Sentimientos encontrados. Al final, todos los partidos han sido muy complicados y creo que en algunos estuve mejor que en otros. De todas formas, al ser mi primera experiencia en unos Juegos, estoy bastante contenta.

¿Qué le ha impactado de Tokio?

-Ver y sentir el pabellón vacío. Es algo que ya había vivido en Gasteiz, pero es diferente al jugar en uno tan grande. Principalmente, porque se escuchaba absolutamente todo, tanto lo que comentábamos en nuestro banquillo como lo que hablaban en el rival. Y esto pasaba también cuando seguías los demás partidos por televisión. Por fortuna, parece que las cosas avanzan en este tema.

¿Cómo era un día de partido en la capital nipona?

-Como he mencionado antes, la actividad estaba muy limitada. Nos despertábamos, desayunábamos -y comíamos- todas juntas; luego, por medidas sanitarias, acudíamos al pabellón dos horas y media antes del choque, lo que nos permitía calentar y escuchar al entrenador sin prisas; después jugábamos y, finalmente, nos daban algo más de libertad para cenar cada una cuando quisiese.

Ahora se encuentra de vacaciones, ¿verdad?

-Así es. Lo cierto es que necesitaba un tiempo para descansar tanto física como mentalmente y el Zuzenak, que ya empezó los entrenamientos hace más de una semana, lo ha entendido. Eso sí, el lunes vuelvo a la cancha.

¿Y cómo fue volver a Gasteiz después de más de un mes concentrada con la selección?

-Extraño. Sinceramente, todavía no me he acostumbrado. Un evento competitivo como este te deja una adrenalina en el cuerpo que luego es difícil de asimilar cuando tienes que volver a la realidad marcada por los estudios, los entrenamientos, etcétera. Ahora bien, me hizo mucha ilusión reencontrarme con mi familia y amigos.

"Ha sido como un sueño, literalmente; la pena es que, debido al covid-19, no hemos podido vivir el ambiente"

"Pagamos el hecho de ir como novatas; los nervios nos pasaron una mala factura en cuartos de final"