- Hay imágenes que por sí mismas definen perfectamente realidades, estados de ánimo y cambios de ciclo, pero que incluso lo hacen más por contraposición. En la mañana de ayer, unas enormes grúas retiraban de la entrada de tribuna del Camp Nou el mural de una de las multinacionales que patrocinan al Barcelona, una gran imagen en la que Leo Messi, el gran estandarte del universo azulgrana hasta hace seis días, ocupaba la parte central flanqueado por Gerard Piqué, Marc-André ter-Stegen, Antoine Griezmann y Frenkie De Jong.
Por la tarde, el astro francés se daba un baño de multitudes en París. Su instantánea saludando sonriente desde uno de los ventanales del aeródromo de Le Bourget, a 17 kilómetros de la capital francesa, luciendo para la ocasión una camiseta blanca con la inscripción Ici c’est Paris (Aquí es París), uno de los lemas promocionales utilizados por el PSG, es ya icónica y el anuncio de nuevos tiempos.
El Barça es historia para Messi y el futuro, al menos las dos próximas temporadas -ganará unos 40 millones de euros en cada una de ellas con un tercer curso opcional, según los medios locales-, lo escribirá ataviado con la camiseta del París Saint-Germain.
Expectativa
La de ayer fue una jornada de insinuaciones sobre algo que ya es un secreto a voces, con el club francés anunciando una gran rueda de prensa para las 11.00 horas de hoy en el Parque de los Príncipes sin nombrar al argentino, colgando un vídeo en el que se anuncia un gran movimiento de mercado al que no puso nombre propio o jugando en sus redes sociales con imágenes como la de los seis Balones de Oro frente a la Torre Eiffel o la de una bandera argentina en medio de las taquillas de quienes hasta ahora eran las grandes estrellas del equipo: Kylian Mbappé y Neymar. El brasileño también utilizó su cuenta de Instagram para colgar una foto abrazado a Messi celebrando un gol durante su periplo en el Barcelona con el mensaje “juntos otra vez”.
La llegada del argentino a París levantó ayer una enorme expectación por parte de los aficionados del PSG, que se congregaron por miles tanto en el aeródromo de Le Bourget, donde aterrizó a las 15.32 acompañado de su esposa, Antonella Roccuzzo, sus hijos Thiago, Mateo y Ciro, Pepe Costa, asistente personal y exresponsable de la Oficina de Atención al Jugador del Barcelona, y su padre y representante, Jorge Messi; como en el hospital Americano de Neuilly, donde por la tarde pasó el pertinente reconocimiento médico previo a la firma del contrato, como en el Parque de los Príncipes, donde a partir de ahora se podrá ver en acción sobre el césped a la nueva gran estrella del conjunto galo.
El dardo de Jorge Messi
Horas antes, Jorge Messi había dado rango de oficialidad al desembarco de su hijo y representado en el París Saint-Germain al responder, a su llegada al aeropuerto de El Prat, con un directo “sí” a la pregunta por parte de los periodistas sobre si el seis veces Balón de Oro tenía previsto firmar ese mismo día por el conjunto francés. Además, no encajó de buena gana las cuestiones sobre la razón por la cual su hijo no había acabado renovando su contrato por el Barcelona, contestando con un “averigüen en el club, pregunten en el club” que no hace más que añadir más incógnitas a la sorpresiva y abrupta ruptura entre el jugador y la entidad azulgrana cuando todos daban por segura la continuidad de la relación hace apenas seis días.
Por último, Jorge Messi fue muy tajante cuando le preguntaron sobre si su hijo se marchaba triste de un club al que llegó siendo un niño y del que se marcha con 34 años con un palmarés arrollador en lo individual y en lo colectivo y convertido en uno de los mejores futbolistas de la historia. “¿No lo habéis visto?”, espetó, recordando su rueda de prensa de despedida en la que aseguró entre lágrimas que su deseo era seguir en el Barcelona.